Los medios españoles (casi todos) de referencia han reaccionado con un deje de malestar e incomodidad. Las noticias de Alemania han desmontado el relato sobre el conflicto catalán ("golpe de estado", "rebelión", "sedición", "violencia"...) que promueven desde hace semanas, en sincronía con el gobierno y la justicia españoles y los partidos del 155. Este jueves, sin embargo, la realidad es de acero alemán y no se deja torcer con palabras. Los titulares son fríos, escuetos, quirúrgicos: la justicia de Schleswig-Holstein descarta el delito de rebelión para el president Carles Puigdemont y le otorga libertad con cautelares.
Es decir, son titulares de prensa. Despojados de adjetivos ("fugado", "golpista", "separatista", "huido"...) y de interpretaciones ("escapada", "farsa"...).
Parece que hablen de otra cosa, de otro caso.
Algunos han acercado a la información alemana alguna pieza que recuerde al lector que sí, que la justicia alemana puede decir lo que quiera pero que hay otra versión, aquella donde Puigdemont y su Gobierno y la Mesa del Parlament y Òmnium y la Assemblea y los separatistas se rebelaron y sedicionaron. El País lo hace con una información sobre una conferencia del expresidente José María Aznar que, huraño y en tono grave, insiste en el discurso de siempre: "Lo que ha pasado en Catalunya [es] una rebelión en toda regla".
El Mundo, en cambio, recupera y republica una larga opinión que Enrique Gimbernat, catedrático de Derecho, publicó en... diciembre. Da por hecho, con retórica alharaca forense, que tras el proceso se oculta una trama organizada, culpable de los delitos de sedición y malversación, etcétera. Dice sin embargo, como tantos otros juristas españoles, que rebelión nanay. Parece mala jugada para Gimbernat porque, cuatro meses después, ha llovido mucho. Quizás es un "¡ya lo decía yo!".
Como explicas ahora a los lectores enfervorizados que tres jueces regionales alemanes han tumbado en 48 horas una instrucción interminable que hace meses y meses que se fabrica en el Tribunal Supremo?
Todos tienen a mano el procesamiento del Mayor Josep Lluís Trapero y otros tres cargos de los Mossos y de la conselleria d'Interior para ponerlo cerca de la noticia alemana. Porque, encima, han tenido que explicar que a los tres consellers exiliados en Bruselas, la justicia belga los ha dejado libres tras interrogarlos en aplicación del proceso de extradición pedido por España. Encima, la policía belga ha abierto una investigación sobre las actividades de los agentes españoles que detuvieron a Puigdemont en Alemania.
Esto es lo que se aprecia en las portadas de la primera hora de los digitales que más han contribuido al relato que presenta el independentismo como un grupo de golpistas violentos.
El efecto de todo es un poco cómico. Hasta ahora, se ha informado en estos medios con un estilo entre chuleta, administrativo y guasón. Meses y meses hablando de "fugados", "huídos", "escapar de sus responsabilidades ante la justicia", la cobardía de los exiliados, "la mansión de Puigdemont", los bots rusos, etcétera. Ahora resulta que, en dos días, un tribunal regional alemán liquida no sólo el relato sino que también deja en ridículo el estilo parte de guerra. Es cruel, ahora, tener que ir recogiendo los trozos del relato esparcidos por el suelo. El disgusto es lógico. ¡Se habían implicado tanto!
La más gorda, sin embargo, la ha soltado Tobias Buck, el excorresponsal en España del Financial Times, ahora corresponsal en... Alemania. En un tuit, dice: "Interesante que al tribunal alemán sólo le hagan falta dos días para descartar la violencia y la rebelión. No parece que esos jueces se hayan tomado esta acusación seriamente...":
Ahora viene la parte difícil para estos medios. ¿Cómo explicas a tus lectores enfervorizados que tres jueces de Schleswig-Holstein han tumbado en 48 horas toda una instrucción inacabable que hace meses y meses que se fabrica en el Tribunal Supremo y de la que vienes hablando como si fueran las tablas del Sinaí? Eso es muy complicado de hacer cuando te has pensado que no eres periodista sino un soldado en el frente de una guerra patriótica en defensa de nosequé.