Los presos políticos vuelven a Catalunya tras más de 8 meses de cautiverio en Madrid.
Jordi Sánchez y Jordi Cuixart han estado encerrados en Soto del Real 8 meses y medio, desde el 16 de octubre. Oriol Junqueras y Joaquim Forn, 8 meses ininterrumpidos. Y Romeva, Turull, Rull y Bassa, un mes y medio primero, y tres meses y medio ahora. Forcadell pasó una noche en prisión el pasado otoño y ahora ha cumplido tres meses y medio en Alcalá Meco.
Vuelven, pero seguirán encerrados en las cárceles de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada, y en la prisión Puig de les Basses, en Figueres. Se espera que Junqueras, Romeva y los Jordis lleguen este miércoles a Catalunya después de pasar la noche en Zaragoza, en el centro de Zuera. Forcadell y Bassa vienen directas de Alcalá Meco y se espera que lleguen a Figueres, también, este miércoles.
Turull, Rull y Forn están pendientes de saber a qué prisión los llevan y que la Generalitat dé el visto bueno a todos los trámites.
Òmnium y ANC han preparado movilizaciones ante las prisiones donde también asistirán los familiares.
Cronología de un cautiverio
El 16 de octubre del 2017 Jordi Sànchez y Jordi Cuixart entraban en la Audiencia Nacional para declarar acusados de sedición. En el ambiente flotaba la amenaza de la prisión. La antesala fue la declaración del major Josep Lluís Trapero, que quedó en libertad aunque la fiscalía pidió la prisión provisional.
Los Jordis entraban en la sala por la tarde, después de comer fuera. Jordi Cuixart ya había dejado grabado un vídeo de despedida. Sànchez lo grabó durante el rato de la comida en un restaurante de Madrid. Y por la noche, una vez hechas las comparecencias en las que se acogieron a su derecho a no responder al fiscal, sólo a su abogado, la jueza Carmen Lamela dictaba la prisión incondicional. Y aquella misma noche entraban en Soto del Real.
15 días más tarde, una vez hecho el pleno del Parlament donde se votó la proclamación de la república, y en medio de la fiesta de Todos los Santos, el Govern recibe la citación para ir a declarar. Algunos de los consellers estaban en Bruselas donde habían comparecido con Carles Puigdemont proclamando su exilio.
La mañana del 2 de noviembre, la entrada de la Audiencia Nacional esperaba a un número incierto de consellers. A las 8h, y cuando todavía no habían tomado posesión de sus sitios todos los medios de comunicación, entraba Oriol Junqueras. Y minutos antes de las 10h lo hacían los consellers Jordi Turull, Josep Rull, Raül Romeva, Carles Mundó, Dolors Bassa, y los que nadie sabía que vendrían: Joaquim Forn y Meritxell Borràs que horas antes estaban en Bruselas.
En el exilio se quedaban Puigdemont, Toni Comín, Meritxell Serret, Clara Ponsatí y Lluís Puig.
El último en entrar y solo fue Santi Vila, el único a quien se le fijó una fianza para no entrar en la prisión, pero que quiso hacer un gesto y pasar la noche.
Aquel día nadie salió por su propio pie de la Audiencia. Todos acabaron en un furgón policial camino de varias prisiones. Se intentó aplicar una dispersión propia de los presos terroristas que finalmente se paró horas después, cuando los consellers entraron en Estremera y las conselleres en Alcalá Meco.
El 5 de diciembre, horas antes del inicio de la campaña electoral, el magistrado Pablo Llarena acepta la petición de libertad de algunos de los presos políticos. Se abren las puertas para Turull, Rull, Romeva, Mundó, Bassa y Borràs. Dentro, sin embargo, se quedan Oriol Junqueras y Joaquim Forn. Y los Jordis. A ellos cuatro se les han denegado todas las peticiones que han hecho para salir en libertad y para asistir a los plenos de investidura. En el caso de Forn, incluso la fiscalía autorizó su salida, pero Llarena hizo caso de las exigencias de VOX y lo mantuvo encerrado.
El 23 de marzo, en medio del pleno de investidura de Jordi Turull, y con el auto de procesamiento ya notificado con los delitos de rebelión y malversación para los miembros del Govern y la presidenta del Parlament, Llarena los cita y los vuelve a encerrar. Entran de nuevo en Estremera Turull, Rull y Romeva. Y Bassa y Forcadell en Alcalá Meco. El resto quedan en libertad porque no se les acusa de rebelión.