Podría haberse cobijado, retirar su candidatura para evitar una investidura fallida y dejar que fuera Salvador Illa quien fracasara en el intento. Pero Pere Aragonès ha preferido coger el toro por los cuernos con la esperanza de que a última hora, de aquí al martes, algo se mueva en Junts per Catalunya para que sus 32 diputados voten a favor de investirle y proclamarse así 132.º president de la Generalitat.

Este viernes, el líder de ERC pronunciará su discurso de investidura apelando a no desperdiciar la incontestable mayoría independentista de la cámara: 74 diputados y el 52% de los votos. Por ahora, tendrá que esperar, como mínimo, al segundo asalto que previsiblemente será el martes. Dirigentes de ERC no esconden su enojo y critican que Junts rompa la unidad independentista

Cuarenta y un días —los que han pasado desde el 14-F— no han sido suficientes para que los socios de la anterior legislatura se hayan podido reconciliar, dejando atrás desconfianzas y reproches para construir un acuerdo de gobierno que ponga fin al interinato vigente desde la inhabilitación de Quim Torra. Junts per Catalunya exige más tiempo para madurar el pacto. De momento considera insuficiente la oferta de los republicanos que, en cambio, sí que han podido trabar una alianza con la CUP. La militancia anticapitalista validó con un 59% de los votos el documento de mínimos suscrito con ERC y dio luz verde a la investidura de Aragonès. Eso sí, con la advertencia de que hay que mejorar el texto y que si se toca algún punto sustancial del acuerdo para sumar a Junts, su posición puede podía cambiar.

ERC recuerda a Mas, Puigdemont y Torra

Constatada la negativa de Junts, en ERC recuerdan que a lo largo de los últimos años siempre han ofrecido su apoyo en la primera votación de los presidentes de CDC, primero, y de Junts, después —Mas, Puigdemont y Torra—. Uno de los primeros en expresar su malestar ha sido el histórico Joan Tardà, poniendo de manifiesto en su Twitter que si hubiera sido al revés, que ERC dijera que no a un president de Junts, ya habría manifestaciones en las puertas de su sede. 

Traducido en números, y siempre que no haya sorpresas de última hora, que en política catalana no se pueden descartar nunca, Aragonès tendrá 42 votos a favor —los de los 33 escaños de ERC y los 9 cupaires—, 61 en contra —33 del PSC, 11 de Vox, 8 de ECP, 6 de Cs y 3 del PP— y 32 abstenciones —de JxCat—. Para que la investidura prosperara este viernes, necesitaría el apoyo de 68 diputados. Como no será así, habrá que hacer una segunda votación —el domingo o el martes— en la que bastará con más votos a favor que en contra. Y aquí es donde ERC apretará el acelerador de la negociación con Junts para materializar el pacto antes de la hora límite del segundo asalto.

La abstención en segunda vuelta tumbaría a Aragonès

Si los junteros se mantienen en la abstención en segunda vuelta, la investidura seguirá siendo fallida, porque habrá más votos en contra —los 61 del unionismo y los comunes— que a favor —los 42 republicanos y cupaires—.

Antes, Aragonès tendrá que pasar por el aprieto de tropezar en la primera votación, que tendrá lugar a última hora de la tarde, después de la exposición del candidato y las réplicas de todos los grupos. Será por llamamiento, cada uno de los diputados tendrá que responder en voz alta si su posición es 'sí', no' o 'abstención'. La sesión, como pasó con la constitución del Parlament del pasado 12 de marzo, se celebrará en el auditorio de la cámara y no en el hemiciclo, para garantizar así las medidas de distancia y seguridad necesarias que impone la pandemia.

Aragonès y Sànchez conversan durante la conferencia política de Junts. / S. Alcàzar

Precisamente el impacto de la Covid será uno de los ejes del discurso de Aragonès, que pondrá el énfasis en la urgencia de que Catalunya disponga ya de un nuevo gobierno fuerte, estable, de izquierdas e independentista que pueda conducir el país hacia la recuperación económica y social.

La misma noche de las elecciones, el presidenciable de ERC afianzó su apuesta por el gobierno de la "vía amplia". Es decir, una gran coalición que uniera ERC, Junts, la CUP y los comunes, que habría contado con una sólida mayoría parlamentaria de 82 diputados. Los de Jéssica Albiach cayeron de la ecuación en el momento en que ERC accedió a entregar la presidencia del Parlament a Laura Borràs. Con aquel gesto, los republicanos confiaban que Junts respondería facilitando la investidura de Aragonès. Pero, de momento, no habrá retorno.

Negociación al límite

Una vez se constate que no se alcanza la mayoría absoluta, se dará por acabada la sesión y se convocará nuevamente el pleno dos días después. Este mismo viernes la Mesa decidirá si acepta que sean días hábiles, como propone Borràs, para pasarlo de domingo a martes. Eso daría más margen a los negociadores de ERC y Junts para entenderse. Si tampoco entonces resulta investido, en este caso por mayoría simple, se abrirá un periodo de dos meses, después de los cuales, si no es elegido ningún candidato, se disolverá la legislatura y se convocarán elecciones automáticamente. Se tendrán que celebrar 47 días después de la convocatoria.

Abonados a investiduras al límite

Desde el restablecimiento del Parlament en el año 1980, la cámara nunca se ha tenido que disolver automáticamente después de unas elecciones por el hecho de no poder investir a un president. Eso sí, la inhabilitación Torra llevó a un hecho sin precedentes a la historia, que es la disolución forzosa de la legislatura después de que no se pudiera investir a ningún nuevo president que le relevara. Además, desde que Catalunya puso rumbo al procés, en el año 2012, la tónica dominante han sido las investiduras en tiempo de descuento.

En la imagen principal, Pere Aragonès en el Pati dels Tarongers. / Ruben Moreno