Sin saber todavía las penalizaciones que tendrán más allá de hacerlos dimitir de su cargo, otra pandemia se ha extendido por todo el estado español: la de los políticos que se vacunan de espaldas a las normas sanitarias que establecen la prohibición para|por todos aquellos colectivos, de momento, que no sean personal sanitario o personas de residencias. La lista de los partidos que forman parte es extensa: PSOE, PP, Junts per Catalunya, el PNV o el CDeI, partido que gobierna en El Guijo, Córdoba.

El último caso, ha sido la misma consejera de Sanidad del Cabildo de la Palma, la socialista Susanna Machín. A pesar de la irregularidad conocida para cualquier ciudadano mínimamente informado, el Gobierno de las Canarias ha defendido a la consejera y ha cargado contra el director médico del Centro Sociosanitario Hospital Nuestra Señora de los Dolores, donde se le suministró la primera dosis de Pfizer.

En el centro de la fotografía, Susanna Machin / Foto: @susannamachinro

Las excusas, también las que dan a los militares, siempre son similares: o sobraban vacunas o culpan a los responsables de hospitales y centros de salud porque ellos marcan a quién se vacuna y a quién no. A veces, incluso hablan de llamadas sin especificar al remitente de esta, que los informaba que vinieran "corrientes" para no perder la vacuna. En el caso de Machín, el informe del director médico la justifica: "Se incluyó ya que diariamente acude a un despacho, interactuando con pacientes, familiares y con el resto de los trabajadores de forma continua".

Si miramos en el mapa territorial, los escándalos salen de Catalunya pero también Asturias, Andalucía, Murcia, Ceuta, Aragón, Castella-i-Lleó, Extremadura, el País Valencià o las Islas Canarias. Hay dimisiones pero no en todos los casos, sobre todo se han dado en los flagrantes donde los cargos estaban ligados al ámbito de la sanidad.

En otros, se les ha intentado excusar, también favorecidos en parte, porque eran los primeros que rompían la norma y se les ha excusado con la falta de coordinación. Además, el perfil es diverso: desde alcaldes a cargos dentro de las consejerías o máximos representantes en el ámbito de la salud.

¿Y en el resto del mundo?

Algunos países han decidido vacunar a sus representantes políticos para dar ejemplo. Nadie se salta ninguna norma pero se ha abierto el debate sobre la ética de priorizar caras visibles delante de los vulnerables tan sólo por una cuestión de generar confianza. El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, también se vacunó, igual que el vicepresidente Mike Pence. Los dos se levantaron la manga en directo por televisión.

Para algunos de los líderes políticos norteamericanos, hay imperativos prácticos para vacunarse pronto: sus propios factores de riesgo, asegurar la continuidad en los límites más altos del gobierno y ayudar a generar confianza pública en la vacuna. Pero también hay ópticas complicadas, sobre todo con el suministro de vacunas todavía extremadamente limitado y millones de ancianos norteamericanos y trabajadores esenciales a semanas de inoculársela.