Hasta hace casi dos meses en nombre de NSO Group no se había pronunciado casi nunca ni en Catalunya ni en el estado español y ahora ya se han convertido en unas siglas que pronunciamos a menudo. NSO Group es una compañía de Israel que vende programas de ciberespionaje y que es la creadora de Pegasus; la herramienta que se utilizó para espiar a más de sesenta dirigentes independentistas según un estudio de Citizen Lab. Detrás de esta empresa que ha diseñado el software Pegasus hay tres antiguos agentes de la inteligencia israelí de la unidad especializada en ciberarmamento. Desde la empresa siempre han insistido en que su programa sólo se puede vender a gobiernos pero siempre ha existido la incógnita de si otros organismos, como por ejemplo un cuerpo policial, también tenían la opción de comprar Pegasus. A estas alturas no se sabe a ciencia cierta si el software está al abasto de otros organismos, pero este miércoles, el diario Financial Times asegura que NSO Group se planteó vender Pegasus a "clientes peligrosos".
El rotativo británico explica que ante una inminente crisis económica grave, el CEO de NSO Group, Shalev Hulio, sugirió a un equipo de propietarios mayoritarios de la empresa que podrían empezar a vender, de nuevo, el programa a clientes de riesgo. Antiguamente vender este programa les había proporcionado ventas anuales que superaban los 250 millones de dólares. Estas buenas cifras, sin embargo, se vieron interrumpidas cuando varios grupos de derechos humanos denunciaron el abuso de Pegasus por parte de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, México, y muchos otros países para espiar periodistas, disidentes y académicos. En este momento, explica el Financial Times, NSO Group vio, por primera vez, cómo pasaban meses sin una nueva venta.
Una propuesta "alarmante"
Ante esta crisis, Hulio hizo una propuesta a los directivos de la empresa para poder aportar dinero en efectivo con más rapidez y así poder seguir pagando a los trabajadores y la deuda del servicio: "volver a reunir a un comité interno desaparecido y aprobar las ventas a los clientes marcados como 'riesgo elevado'". Según fuentes consultadas por el rotativo británico, los directivos encontraron la propuesta "alarmante". Hulio tuvo esta idea y la presentó a los gestores del Berkeley Research Group, que tenían una participación mayoritaria en NSO, pero estos no se quisieron implicar en la decisión sobre si Pegasus se tenía que vender o no a países que incluso el propio NSO Group consideraba "peligrosos".
Las entrevistas que ha hecho el Financial Times para conseguir esta información revelan que la empresa está atrapada en una crisis, que sus propietarios están enfrentados los unos con los otros y que su futuro requiere una delicada diplomacia entre los Estados Unidos e Israel, que ha utilizado el atractivo de la tecnología de NSO para abrir relaciones con los clientes, especialmente de las naciones del Golfo y árabes, el abuso del arma de los cuales ahora eclipsa la reputación de NSO.
Quién no ha tardado a reaccionar a la noticia y a la posibilidad que se planteó la empresa israelí para salir de la ruina, ha sido el abogado Gonzalo Boye que no ha dudado en utilizar la ironía: "Quizás es por eso que Pegasus llegó a manos de 'la madre de todas las cloacas'".
La demanda de las entidades de derechos humanos
El uso de Pegasus está siendo muy cuestionado y hace menos de una semana Amnistía Internacional (AI) publicó un informe con diez recomendaciones sobre la gestión del caso Pegasus para "llegar a la verdad de los hechos, establecer medidas de reparación a las víctimas de violaciones de derechos humanos y evitar que se repitan los episodios de vigilancia arbitraria y masiva y vulneración de derechos humanos". AI dio la bienvenida a la promesa del presidente español, Pedro Sánchez, de cambiar la Ley de Secretos Oficiales (LSO) aunque recordó que "después de años de debate e inmovilidad, se necesita, de forma inmediata pasar de las palabras a los hechos". En todo caso, pidió que el CNI y los cuerpos policiales no usen Pegasus hasta que no se establezca un mayor control de su uso.