Manuel García Castellón, titular del juzgado número 6 de la Audiencia Nacional, ha decidido procesar al comisario Marcelino Martín Blas. Él fue el encargado de seguir en la cúpula policial investigada en la trama Kitchen desde el momento en que fue nombrado jefe de Asuntos internos, entre 2012 y 2015.
Según explica el diario Público, después de que lo cesaran fulminantemente en marzo de 2015, Martín Blas es recuperado por el juez Arturo Zamarriego, conocido para ser el primer instructor del caso Nicolás, para que lidere una comisión judicial para llevar la investigación, sustituyendo la unidad de Asuntos Internos bajo su nuevo jefe, Francisco Migueláñez, a quien aparta.
Este fue un movimiento muy inusual dentro de la historia procesal española con el cual el juez Zamarriego quería dejar claro que ni la cúpula policial ni el ministerio de Interior eran de fiar. Aunque el tiempo le ha acabado dando la razón, posiblemente, apuntan desde el medio, sin el trabajo de Martín Blas y su equipo no se habría conocido nunca el entramado del caso Villarejo.
Conocer el hecho delictivo
Ahora, el juez García Castellón procesa en buena parte de aquella cúpula policial (también a Martín Blas) por participar o conocer el hecho delictivo investigado en la Pieza 7 Kitchen: los hechos sucedidos entre julio y octubre de 2013 para sustraer documentación sensible que pudiera tener el extesorero del PP, Luis Barcenas, en su poder, utilizando recursos públicos.
De esta manera el juez estaría procesando a Martín Blas sin indicios. Así, el magistrado utiliza una "conversación" sobre la Kitchen entre él y Villarejo que no existe para imputarlo, una declaración de una jefe de vigilancias de Asuntos internos sobre una gestión que le ordena Martín Blas sobre un vehículo que nunca se llegó a atribuir, y una única vigilancia de Asuntos Internos sobre la que no hay ninguna prueba documental. Este es el mismo cuadro que utilizó para citarlo como investigado.
Sin base
Así, según fuentes policiales y jurídicas, al fin y al cabo son indicios sin ninguna base para una imputación y mucho menos para un procesamiento. De este modo, por ejemplo, el supuesto primer encargo de Eugenio Pino (Director Adjunto Operativo) a Martín Blas para ejecutar el plan Kitchen solo se refleja a las declaraciones de Villarejo y el mismo Pino, pero los datos demuestran que es falso.
Tampoco hay constancia documental de la supuesta orden de Martín Blas al cabo de la sección de vigilancias, para indagar en un coche cerca de donde vivía el extesorero, y con respecto a la vigilancia hecha a los Bárcenas bajo sus órdenes, esta no se habría producido, ya que al sumario consta que todas las vigilancias acreditadas las hizo la unidad de Enrique García Castaño.
Falsa enemistad
Por otra parte, García Catellón compra la versión de Villarejo que refiere una relación de "notoria enemistad" entre él y Martín Blas, haciendo suya una de las grandes estrategias de defensa del comisario jubilado: recrear a los medios una enemistad con los que lo investigan para poder solicitar que sean retirados de las investigaciones por "falta de parcialidad". De hecho, los medios habían incluido esta supuesta enemistad en una "guerra de comisarios".
En el 2016, los abogados de Villarejo utilizaron esta estrategia en el 2016 contra Martín Blas, para intentar que lo apartaran del caso Nicolas. Tanto el juez como la Audiencia Provincial desestimaron esta petición, ya que entendían que esta enemistad solo existía en la imaginación del comisario.
El principal beneficiado
De todo, apuntan desde Público, quien resulta el principal beneficiado es el inspector ningún Jesús Vicente Galán, quien ve archivada su imputación al asumirse que Martín Blas es el responsable, y por lo tanto, solo cumplía sus órdenes y el juez descarta que pudiera actuar por libre.