Cuando Susana Díaz llegó a secretaria de organización de las Juventudes Socialistas de Andalucía en 1997, Miquel Iceta dejó el gabinete de la Presidencia de Felipe González. Pasados veinte años, la crisis en el PSOE ha devuelto al felipismo su papel dominante en la persona de Díaz; unas formas de poder que Iceta conoce bien y le han servido para taponar la más grave crisis vivida entre socialistas españoles y catalanes desde que se conjugaron en 1978. De la amenaza de expulsión de los órganos federales del PSOE, el PSC ha logrado mantener el voto en las primarias, a cambio de dejarse atar corto por la cúpula de Ferraz.
Así constará en el nuevo protocolo de unidad que se ratificará este lunes y que regula la relación entre PSOE y PSC. El texto no supondrá más de tres páginas, donde se mantienen la mayoría de elementos que ya había. Los afiliados catalanes no se tendrán que volver a inscribirse en un censo específico, como se había dicho. La medida apuntaba hacia la delación de los inscritos, y podría haber desincentivado la voluntad de votar. En adelante, Ferraz podrá tener acceso a él, pero no controlarlo. Hasta ahora sólo se gestionaba desde Catalunya.
En paralelo, ambas partes acordarán informarse de los pactos postelectorales. El hecho permitirá al felipismo evitar acuerdos con los partidos independentistas, en caso de que una nueva convocatoria electoral sitúe al PSC como espada de Damocles entre el bloque unionista y el soberanista. También se reitera la necesidad de cumplimiento de los acuerdos del comité federal, exigencia que llega después del incumplimiento del PSC en la investidura de Mariano Rajoy al votar "no", junto con 15 diputados del PSOE.
El AVE Barcelona - Sevilla
El éxito relativo del primer secretario no parte tanto de los meses de diálogo, sino de una estrategia de Realpolitik, propia de su larga experiencia organizativa en la sala de máquinas del socialismo.
El punto de inflexión llegó con el AVE que tomó con dirección a Sevilla para reunirse con Díaz. A altas horas de la noche, él le prometió "neutralidad" en el proceso de primarias al "mando a distancia" de Ferraz, como llama a Díaz el crítico Odón Elorza. El temor de la oficiosa candidata era que el PSC se posicionara del lado de otro, y eso le restara apoyos, pues Catalunya es la segunda comunidad en número de afiliados.
Más sutil ha sido el alejamiento respecto del exsecretario general, Pedro Sánchez. Del "sálvanos, Pedro", los bailes electorales o las tesis compartidas con Sánchez sobre el "no es no" a Rajoy, Miquel Iceta ha pasado a afirmar que el PSC "no tiene vocación de hacer nada diferente a lo que haga el PSOE en el resto de España", que no quiere ser "la moneda de cambio" del partido grande, y que él "aplaudirá, besará y acompañará" a todos los candidatos cuando vayan a Catalunya.
Los gestos de distanciamiento con el 'sanchismo' pasan también por no asistir a la presentación de su candidatura a las primarias para la secretaría general, aunque Sánchez ahora se haya posicionado a favor de la reforma plurinacional de la Constitución. Tampoco estuvo la diputada Meritxell Batet, antes perteneciente a su camarilla, y sí, en cambio, la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, más próxima a las tesis de un PSC que rivalice con los Comuns.
Se resuelve el problema orgánico y se sepulta el político. El término "nación" también había estado al inicio de las negociaciones entre el presidente de la gestora, Javier Fernández, e Iceta. Fernández creía que los catalanes habían ido más allá de Granada en la defensa de la 'vía canadiense' del derecho a decidir, la cual no prosperó más tarde. Incluso propusieron en el Parlament una proposición similar a la de Sánchez sobre el Estado plurinacional. La gestora sólo se abrió a la "nación" en el significado cultural, no jurídico.
La batalla de Ferraz
La reconciliación con el PSC también pasa esta semana por el retorno de Batet a la dirección del grupo parlamentario en el Congreso, tras su expulsión en noviembre. Esto llega una vez la histórica socialista Teresa Cunillera se incorporara a la dirección de la gestora a finales de enero de este año. Este órgano había actuado de forma cruda y unilateral con el PSC, según denunció uno de sus miembros, Francisco Ocón, quien dijo que no compartía "el tono y el fondo" de un comunicado enviado a los catalanes.
El arte de la política de Iceta, sin embargo, no se habría entendido sin el contexto de batalla por el liderazgo de Ferraz. Los dos candidatos oficiales a secretario general –Patxi López y Sánchez– habían presentado dos propuestas muy críticas con el divorcio con los socialistas catalanes, primero, y con la necesidad de inscripción en el censo, después. Y ahora que el conflicto con el PSOE se ha sofocado, Díaz podría dar el paso adelante para ganar la secretaría general. Así, con alianzas ya tejidas para cumplir aquel viejo mantra felipista de que el PSOE necesita entenderse con el PSOE-A y el PSC para arrasar en España.