La imagen de este sábado en València será muy potente. Al menos si se tiene en cuenta el historial sísmico del partido bajo las riendas de Pedro Sánchez durante los últimos cinco años. Este viernes se abre el 40.º Congreso del PSOE, que se alargará todo el fin de semana. Y compartirán escena dos expresidentes socialistas que se encuentran en las antípodas y que han ejercido de forma muy diferente su rol. A un lado, Felipe González, que ha intentado desestabilizar al Gobierno con declaraciones contra Unidas Podemos o los socios independentistas. En el otro, José Luis Rodríguez Zapatero, que ha acompañado a La Moncloa en decisiones no siempre entendidas por las bases y algunos barones, como el mismo gobierno de coalición o la concesión de los indultos a los presos políticos catalanes. Pero ahí estarán los dos este sábado, juntos, con sus matices pero dando una imagen de unidad, de pacificación.
Será un congreso del PSOE a la búlgara, por aclamación, sin disensos. Paradójicamente, quien ha conseguido la pacificación del partido ha sido el valenciano José Luis Ábalos, hasta hace nada secretario de organización, que fue defenestrado del partido y del gobierno el pasado 10 de julio una vez cumplida su misión. El jaque mate en esta partida contra los críticos del partido llegó el pasado junio, cuando Pedro Sánchez consiguió cargarse a la reina: Susana Díaz. De pugnar por el control de Ferraz a salir derrotada en unas primarias andaluzas orquestadas por la misma secretaría general del PSOE. Ahora la expresidenta de la Junta descansa en el Senado, el cementerio de elefantes por excelencia. El cónclave de València servirá para cerrar filas con un líder consolidado. Ya nadie se imagina a otro secretario general.
En el ámbito programático, la propuesta del PSOE también ha cambiado sustancialmente. Sobre todo en el ámbito territorial. El último congreso tuvo lugar en junio del 2017, cuando el partido estaba en la oposición y no imaginaba llegar a La Moncloa. Entonces, los socialistas proponían en el documento una "reforma constitucional federal, que mantenga la unidad del Estado, perfeccionando el carácter plurinacional del mismo". El texto final aseguraba que "se trata de dar respuestas viables a las necesidades, retos y problemas actuales y a las aspiraciones ciudadanas de mejora profunda de la vida política de todo el país (...) con especial mención a aquellos territorios que vienen expresando su identidad propia y su voluntad de autogobierno con más intensidad, como es el caso de Catalunya". Justamente la cuestión catalana se abordaba de forma amplia, para contraponerse con la actitud del Gobierno de Mariano Rajoy. Hasta seis veces aparecía la palabra Catalunya en las resoluciones aprobadas.
De la oposición al Gobierno: Pedro Sánchez hace desaparecer la "plurinacionalidad" y la reforma federal en el 40.º congreso del partido
Ahora, cuatro años después, el PSOE está en el Gobierno, Sánchez tiene muchas más canas y la oferta está mucho más diluida. La palabra Catalunya sólo aparece una vez en 304 páginas de ponencia. Los términos plurinacional y reforma constitucional federal directamente han desaparecido. Se han reducido sustancialmente los párrafos que se dedican a Catalunya y no hay ninguna propuesta concreta. Ante la "amenaza del neocentralismo", reivindican que "la España multinivel moderna es la que ofrece vías democráticas de diálogo y pacto en el marco de la ley para dar salidas a situaciones como la de Catalunya, en clave de mayor profundización del Estado de las autonomías". Y añade en términos abstractos: "La mejora de la convivencia en el seno de la sociedad catalana y el mejor encaje del autogobierno catalán con el resto de España constituyen objetivos de primer orden para los socialistas. El Gobierno de España ha impulsado de forma decidida y valiente la agenda del reencuentro para fomentar el diálogo, el acuerdo y el pacto dentro de la ley, como el único camino viable para avanzar con esperanza de éxito en estos propósitos". La declaración de Granada queda demasiado lejos.
Habrá otros debates, como el de la competencia fiscal entre comunidades autónomas, que se debatirá con una iniciativa del PSC, o el de la descentralización de instituciones fuera de Madrid. Al debate de València, como siempre, también llegan enmiendas de las bases mucho más ambiciosas. Como es tradición, las Juventudes Socialistas han puesto encima de la mesa la cuestión de la monarquía. Reclaman la comisión de investigación que el mismo PSOE ha vetado en la Mesa del Congreso. Como es tradición también, tiene muy pocos números de prosperar. En total se han presentado 10.500 enmiendas, que debatirán los 1.082 delegados.
Agenda 2023
El 40.º Congreso del PSOE busca lo mismo que la crisis de gobierno del 10 de julio: fortalecer el partido y engrasar la maquinaria de cara al 2023. Un rearme como el intentado por Pablo Casado ahora hace dos semanas, también en València. Gobierno nuevo y dirección nueva. Ayer mismo Pedro Sánchez garantizó que agotaría los dos años que quedan de legislatura, y las elecciones generales probablemente se solaparán con las elecciones autonómicas —incluyendo Madrid– y las municipales. Algunas figuras ganarán peso dentro del partido, como Adriana Lastra o Santos Cerdán, y otros directamente serán apartados, como ya ha pasado con José Luis Ábalos. En clave de PSC, se prevé la salida de la ejecutiva federal de Núria Marín, alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat. Voces socialistas la ven tocada, con un caso de presunta corrupción que no tiene buena pinta. Su lugar podría ocuparlo la ministra Raquel Sánchez, uno de los nuevos activos del socialismo catalán y español, o Eva Granados, recién aterrizada en Madrid para ser la portavoz del PSOE en el Senado.
Redondo y el CIS
Todo esto, la misma semana que el también defenestrado Iván Redondo ha decidido dar el paso definitivo de la sombra a la luz. Ha salido su biografía, a cargo del periodista y militante socialista Toni Bolaño, donde da su versión de los hechos por personas interpuestas. Y también ha concedido una entrevista donde pronostica que Yolanda Díaz puede ser la próxima presidenta de España. Menos mal que el PSOE cuenta con el CIS, que ha hecho coincidir su barómetro de octubre con el inicio del cónclave socialista. Hoy mismo también ha salido el barómetro del CIS, que nuevamente otorga mejor nota a la vicepresidenta segunda (4,8 sobre 10) que al presidente Pedro Sánchez (4,4).