El invierno ha llegado a Ferraz. Lejos parecen estar las brisas primaverales de las filas socialistas. El bipartidismo se ha desvanecido en dos segundos. Las abejas y los abejorros han decidido migrar a otras flores más nuevas, más frescas. En este contexto, la resistencia de la “experiencia de gobierno” ante las “fuerzas efervescentes”, las últimas cenizas de poder del socialismo español, buscan resurgir al estilo ave Fénix.
En este objetivo, el extraño y curioso acto de hoy en La Farga de l’Hospitalet – con un Miquel Iceta relegado al cargo de presentador – encajaba a la perfección. Los últimos batallones primaverales, proyectos autonómicos o locales de éxito, como es el caso de Núria Parlon (Sta Coloma), Núria Marín (Hospitalet), Susana Díaz (Andalucía) y Ximo Puig (País Valenciano), se han juntado en una mesa.
“Tenemos el riesgo de caminar hacia la irrelevancia”, ha sido el primer input en este sentido que ha lanzado Marín. Este grito a renacer, desde el área metropolitana, antiguo feudo importantísimo para el partido, no es gratuito. Al final, volver a las mayorías parlamentarias, también pasa por ser los héroes del encaje entre Catalunya y España. Sin embargo, cómo afrontar el debate ha generado unas afirmaciones contradictorias y modelos de Estado distintos.
Modelos contradictorios
La demostración de fuerza que ha parecido buscar la convocatoria, ante la tormenta en el PSC por la consideración de dejar por escrito la vía canadiense, ha quedado minimizada por una Parlon light – que ha defendido el debate interno del PSC para el encaje- y una Susana Díaz más conciliadora que en otras ocasiones, llamando a la “mirada comprensiva” hacia Catalunya.
“Mientras nosotros debatimos y no escondemos la necesidad de encontrar soluciones, hay otros que ofrecen 7 votos en blanco a un gobierno del PP que no cree en el potencial que tiene nuestro país”, ha soltado Parlon para amenizar sus primeras palabras, reivindicando un nuevo “contrato”. A su vez, Díaz, ha hablado de “fortalecer una España plural y diversa, respetando las singularidades que nos aportan y enriquecen”, criticando la “falsa suma cero” que para que a España le vaya bien le tiene que ir mal a Catalunya y viceversa.
La llamada a la concordia, muy lejos de ciertos discursos electorales, ha ido más allá, hasta incluso alabar a Catalunya por haber sido un motor económico y de proyección internacional. “Con la misma contundencia que defiendo el no a la separación, defiendo que es necesaria una mirada comprensiva hacia Catalunya, para encontrar un acuerdo”, ha concluido.
Puig y la simetría
Ante este panorama, que dejaba sólo algunas fricciones conocidas, el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, ha sido quién ha interrumpido para dejar varias cosas claras. “Existen profundas asimetrías, profunda desigualdad”, ha afirmado, añadiendo que la reforma constitucional pretende “que se acaben con los agravios y privilegios”. “Yo soy un federalista convencido. Federalismo es unir dos elementos fundamentales: singularidad e igualdad entre ciudadanos”, ha remarcado.
No le ha bastado con eso que, además, como ejemplo de autogobierno ha puesto Andalucía. El valenciano ha dicho que su “potencialidad” se ve allí, con una “transformación de la sociedad”. Y se ha lamentado de una cosa: que “¿ahora que el gobierno valenciano quiere hablar con el catalán quieren poner una frontera?”. El público se ha reído.