El Gobierno teme sufrir daños colaterales de la rivalidad, en auge esta pasada semana, entre Junts per Catalunya y Esquerra Republicana. Los dos principales partidos independentistas se han peleado y mucho en Madrid en los últimos días; el jueves fue cuando hubo más lanzamientos de cuchillos: María Jesús Montero comparecía en el Congreso de los Diputados con motivo de la financiación singular pactada con ERC, y el debate se convirtió en un festival de reproches entre republicanos y juntaires sobre quién negocia mejor con el PSOE. Los socialistas, con la aritmética tan delicada del Congreso de los Diputados que les obliga a conseguir siempre los apoyos de todos sus socios, temen ahora que la tensión entre las dos formaciones catalanas encarezca la compra de votos.

Fuentes de la capitanía del ejecutivo español opinan que Junts y ERC están irritados el uno con el otro por haber conseguido buenas contraprestaciones a cambio de entregar votos a los socialistas: la financiación singular por haber investido a Salvador Illa president de la Generalitat o la delegación de competencias en inmigración, entre otros; aparte de una ley de amnistía reclamada por los dos pero que Junts siempre ha sido más exigente en su redactado. Y ahora han entrado en una dinámica de "tú has tenido más que yo y, por lo tanto, yo ahora quiero un poco más que tú", opina un ministro de máxima confianza de Pedro Sánchez. La consecuencia de todo es, sencillamente, que ahora "aumentarán el precio" de sus apoyos al PSOE. "Hacía mucho que no los veíamos tan enfrentados como ahora; no nos va nada bien que rivalicen entre ellos", sentencian.

Los reproches entre ERC y Junts de este jueves fueron especialmente crudos. El enfrentamiento fue entre Gabriel Rufián y Josep Maria Cruset. El primero a tener el turno de palabra fue el republicano y, antes de que le tocara intervenir a su adversario político, ya se avanzó a cualquier dardo lanzado desde Junts: "Tengo la sospecha de que no les gusta el acuerdo de una financiación más justa porque lo consigue ERC", señaló su líder en la capital española, aparte de lamentar que una "enorme potencia mediática" haya conseguido inocular en el imaginario de los catalanes que los republicanos son unos "pagafantas": "Nos trinchan con el eslogan miserable del 'a cambio de nada'". Defendía también que, en cambio, el porcentaje de votaciones en que ERC y Junts han dado apoyo a las iniciativas de Pedro Sánchez es prácticamente idéntico. Por último, recriminaba a los diputados de Míriam Nogueras que se comporten como los "amos de la finca" y que traten a los republicanos como "masoveros". Cruset, en su respuesta, recriminaba a ERC por "hacer ver cosas que no han acordado" con los socialistas y permitirles también un incumplimiento "sistemático" de los acuerdos. Ante los "nervios" que, según su opinión, exhibía Rufián, el diputado de Junts per Catalunya se quejó de que en aquel Pleno hubiera "intervenciones chuletas de barra de bar".

 

Esquerra Republicana, molesta por el trato preferente del PSOE a Junts

La irritación en Esquerra Republicana ha aumentado esta semana, cuando ha visto cómo es de evidente el trato preferencial del Gobierno con Junts per Catalunya. Después de que los diputados de Míriam Nogueras tumbaran la regulación de los alquileres de temporada y hubiera una nueva reunión con el PSOE en Suiza, Pedro Sánchez hizo un radical cambio de estrategia e hizo caer una lluvia de gestos con los juntaires: retiró la votación sobre el techo de déficit, aceptó sentarse a negociarla, envió una carta a Europa para reclamar la oficialidad del catalán, se comprometió a desclasificar los informes del CNI sobre los atentados del 2017, y volvió a poner en marcha las comisiones de investigación sobre la Operación Catalunya y el 17-A. En cambio, no reactivó la comisión sobre Pegasus, que es la exigida por Esquerra Republicana. Y eso ha molestado al grupo parlamentario de Gabriel Rufián; incluso también al de Podemos.

 

ERC refunfuñó de lo lindo. Rufián salió a condenar el "error" cometido por el PSOE de ceder a los "chantajes" de Junts. "Que entienda el PSOE que si abre las negociaciones para unos, las abre para todos, empezamos de cero", sostenía en declaraciones en el Congreso. "Seguramente no tendremos los mismos intereses que la derecha catalana, pero lo intentaremos", añadió. Fuentes de Esquerra Republicana en la cámara baja aseguran también que en la negociación con el PSOE pedirán cosas que están pendientes de cumplimiento y no descartan poner nuevas exigencias sobre la mesa. Es decir, tal como prevé la Moncloa, los republicanos amenazan con encarecer su apoyo. Fuentes del Gobierno admiten que este escenario era "inevitable", y atribuyen el estado de nervios a la proximidad de los congresos de octubre y noviembre que tienen los dos partidos independentistas.

Los congresos de ERC y Junts marcan el 'tempo' madrileño

Y son precisamente estos congresos lo que marcarán los futuros e inmediatos plazos de la política española. Pedro Sánchez reconoció el miércoles en rueda de prensa desde Nueva York que su ejecutivo fijará el calendario de los presupuestos del 2025 en función de las citas congresuales de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana.

 

"No hacemos políticas sobre el vacío; habrá que esperar a los socios parlamentarios", manifestó el líder socialista desde los Estados Unidos. En preguntas de los periodistas, también reiteró su compromiso de llegar a un acuerdo con los socios con el fin de tener cuentas para el próximo año: "No renunciaremos a nuestros deberes". Así, defendió ir "paso a paso" y reivindicó que hay que ir primero a la senda de déficit".

La senda de déficit, que es el primer paso que tiene que dar el Gobierno para tener nuevas cuentas, no esperará a la celebración de los congresos de octubre y noviembre. Así lo trasladan las mismas fuentes de la Moncloa, que insisten en que dar este paso es urgente. Dicho esto, antes y después de los congresos los socialistas tendrán que negociar con republicanos y juntaires. Junts per Catalunya, por su parte, admite que ha percibido los gestos de Pedro Sánchez para desinflamar la relación entre los dos. Pero advierte que "vibrar no es moverse".