La defensa de Carles Puigdemont ha ampliado en el estado español la demanda contra Pablo Llarena en Bélgica. Así lo ha explicado en declaraciones a los medios desde Waterloo el mismo Puigdemont, después de que el miércoles los abogados formalizaran la demanda civil anunciada a los tribunales belgas.
"Arran del papel activo del reino de España en esta demanda, que tenía que ser particular, hemos creído conveniente que ya es un asunto europeo y había que ampliarla", ha dicho al expresidente, indicando que "se están poniendo en juego derechos fundamentales".
"Se nos ha abierto un horizonte que antes no estaba previsto", han indicado fuentes de la defensa, que aseguran que gracias al hecho de que España se personó en el caso, ahora pueden ampliar el objeto de la demanda civil.
En el texto presentado no sólo se incluye Llarena sino también el Estado. Además, también se extiende el objeto de la demanda a las actuaciones de Llarena como juez, y no sólo por sus comentarios a título personal fuera de su actividad.
Por otra parte, la defensa de Puigdemont y del resto de exconsellers también aprovecha la demanda para solicitar al juez belga que presente una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la UE, con sede en Luxemburgo.
Concretamente, la demanda recoge la petición para que el juez belga solicite al tribunal de la UE si la inmunidad del Estado, "invocada para rechazar en el tribunal [belga] su poder de jurisdicción en el marco de una acción de responsabilidad civil contra un estado miembro es compatible con los principios fundamentales del derecho de la UE".
Fondo de la demanda
La defensa de Puigdemont y los exconsellers alegan que Llarena "violó la ley de la UE" en relación a "la libertad de expresión, los procedimientos judiciales y la presunción de inocencia" por su instrucción del caso del 1-O y que los afectó durante su estancia en Bélgica. Sin embargo, a diferencia de la primera citación que hicieron en junio del 2018 en Bruselas, la demanda formal incluye tanto acciones privadas cómo judiciales para sostener estas acusaciones.
El equipo jurídico asegura que, en el momento en que el Gobierno se personó en la causa para defender en Llarena, en tanto que juez del Estado, "se disparó al pie" porque les hay "abierto un horizonte jurídico" nuevo: ampliar el objeto de la demanda. Según argumentan, el hecho de que entren al caso para defender a un juez, los permite incluir también sus actos dentro del espacio judicial y no sólo aquellos que hizo personalmente. Por ejemplo, a la demanda mencionan las órdenes europeas de detención que hizo Llarena.
Calendario judicial
El equipo jurídico afirma que ahora el Estado español tiene dos meses para responder a sus acusaciones, si bien prevén que a lo largo de todo en el 2019 haya un cruce de contestaciones de las dos partes.
Una vez acabado este intercambio de argumentos se los convocará a una vista judicial "a principios del 2020". Entonces el tribunal belga tendría que pronunciarse sobre el caso, inhibirse o, antes, preguntar al TJUE si puede juzgar sobre la acción de un magistrado de otro estado miembro de la UE. Según el equipo jurídico, estaría obligado a preguntar en Luxemburgo porque sería "la última instancia judicial" a la que pueden recórre los demandantes. Sin embargo, han admitido que está la posibilidad de que el tribunal belga considere que el caso no está vinculado al derecho de la UE o que España "se rinda antes" y que, por lo tanto, el caso no acabe pasando por Luxemburgo.
Impacto esperado
La defensa del exgobierno en el extranjero no espera que una resolución favorable de Luxemburgo y después de Bélgica pueda tener efectos en el caso de rebelión y sedición en manos del Tribunal Supremo. "No aceptarán nada", dicen. Ahora bien, sí que confían en que tenga "impacto en Estrasburgo". Es decir, que en un posterior recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos puedan adjuntar la jurisprudencia sobre el caso Llarena como prueba de las presuntas violaciones de los derechos fundamentales que reclamarán.