Ningún representante del gobierno español, ni ningún líder destacado del Partido Popular, ni del PSOE, Podemos o Ciudadanos, asistía al desayuno del president Carles Puigdemont en Madrid. Y por ese motivo, Puigdemont sonreía ante la pregunta de un periodista sobre por qué no se había reunido con su homólogo en funciones, Mariano Rajoy. "Cuando tengamos un presidente que lo quiera, por nosotros no será no hablar", respondía. Así, acostumbrado a interlocutores ausentes, el president de la Generalitat no se ha privado de pedir, una vez más, pactar fecha y pregunta del referéndum, incluso, incluyendo la propuesta del Estado.
"¿Quiere usted que Catalunya sea un Estado independiente, sí o no?" era la pregunta "no imbricada" que Puigdemont le proponía al moderador para que "todo el mundo tuviera claro" qué estaba votando. Ahora bien, sí se abría a dialogarla. El periodista –ya lo avisaba– tenía muchas dudas "como madrileño" que es. Estas pasaban por las garantías del referéndum, el porcentaje de validez, el reconocimiento internacional o la permisividad de Moncloa. Al respecto de esto último, el moderador ya avisaba de que "era evidente" que el Estado nunca lo autorizaría. Pero el gerundense, habituado a que lo interpelen sobre el tema, ha empezado a rebatir.
"Dice la convención de Venecia que no se tiene que pedir un porcentaje", era la respuesta que daba, después de explicar que existía al menos un 80% de consenso a favor del derecho a decidir en Catalunya. "Mire, la Unión Europea se basa en la Realpolitik [política de hechos], y el Brexit ha abierto la puerta al reconocimiento de Escocia", decía sobre la aceptación internacional. El moderador le rebatía sobre la posibilidad de no reconocer escisiones de estados miembros de la UE, pero el president, de golpe, le intercambió los papeles. "¿Pero hay alguna resolución donde diga eso? Ninguna", sentenciaba.
El representante de la Generalitat quería hacer constar que esta visita a Madrid era diferente que la de otras veces. Primero, porque había superado la moción de confianza y segundo, porque se habían aprobado dos resoluciones en el Parlament de Catalunya sobre la idoneidad de hacer la consulta antes de septiembre del 2017. Puigdemont defendía que sería así, y avisaba de que ahora venía a pedir el derecho a decidir, pero que si no se lo daban, seguiría su curso y más adelante invitaría al Estado español a implementar los resultados del referéndum y la moratoria legal.
"El espacio sideral"
Un auditorio lleno de diplomáticos le ha dado impulso a Puigdemont para exponer sus argumentos económicos. Primero ha citado las declaraciones del Premio Nobel, Joseph Stiglitz, sobre la viabilidad de países pequeños, como Catalunya: "Ningún premio Nobel ha avalado la teoría según la cual Catalunya vagaría por el espacio por los siglos de los siglos", ha dicho medio irónico. Segundo, ha recordado que tanto Moody's como el Ministerio de Hacienda han desmentido un empeoramiento de la economía catalana; tercero, ha relatado la voluntad del presidente de los liberales europeos, Guy Verhofstadt, de abrirle los brazos de la UE a una Escocia que no quiere el Brexit.
Y todo eso lo escuchaba –entre otros– el embajador británico en el Reino Unido, mientras el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación en funciones, José Manuel García-Margallo, hacía días venía pidiendo un "Gibraltar español".
Judicialización de la política
La semana después de que el Tribunal Constitucional pidiera abrir la vía penal contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y tres semanas más tarde de la declaración del líder del PDC, Francesc Homs, en el Tribunal Supremo por el 9-N, el president de la Generalitat ha reivindicado el hecho como un "error". La "judicialización" del proceso, ha asegurado, que nunca "ni se debe, ni se tendría que haber producido", sino que hace falta una "solución política". De hecho, ya en la entrevista publicada este domingo por El Nacional, avisó de que nunca aceptaría la inhabilitación de nadie por defender el proceso.
Es en ese punto donde la tensión se ha podido palpar en el ambiente, cuando el interlocutor del gerundense le ha recordado que España posee el mecanismo de suspensión de la autonomía, el artículo 155 de la Constitución. El número uno de la Generalitat no se ha encogido ante la atenta mirada de la consellera de la Presidència, Neus Munté; el de Exteriors, Raül Romeva; el vicepresidente primero de la mesa del Parlament, Lluís Coromines, y otros diputados del Partit Demòcrata Europeu Català, su coordinadora general, Marta Pascal, o Marcelo Expósito, de En Comú Podem. "No retrocederemos por eso", ha respondido tajante.
Gobernabilidad del Estado
El president también ha opinado sobre la gobernabilidad española, y de forma contundente, ha avisado de que habría terceras elecciones. "Quizás en diferido", es decir, de aquí a un tiempo o de forma inmediata. Puigdemont ve voluntad de supervivencia política por parte de PP y C's y cree que la política española estaría ilustrando su debilidad. "Su pacto puede renovarse fácilmente, pero nadie duda de que la confianza entre ambos es muy baja", ha denunciado, después de recordar las palabras de Albert Rivera sobre que no creía en Rajoy. Así las cosas, "Catalunya tiene un proyecto y España, no", ha zanjado.