Un president provisional y un Govern provisional. Esta será la respuesta de JxCat si el Estado consigue impedir la investidura de Carles Puigdemont, y ante el rechazo a las candidaturas de Jordi Sànchez y Jordi Turull. Puigdemont y la cúpula del grupo parlamentario trabajan ya en este escenario que pasa por investir a un president que ocupe el cargo hasta que pueda ser asumido por el político gerundense, con la condición de que durante este tiempo el liderazgo político seguirá ejerciéndose desde Bruselas. Todo ello, sin embargo, con la puntualización de que JxCat no está dispuesto a pasar a esta pantalla hasta que la vía de la ley de Presidència quede del todo descartada.
La portavoz del grupo, Elsa Artadi, el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, y el portavoz adjunto de JxCat, Albert Batet, viajaron el miércoles a Berlín para diseñar con Puigdemont la estrategia a seguir los próximos días antes de que se agote, el 22 de mayo, el plazo para conseguir la investidura o desencadenar la disolución automática del Parlament. Artadi ha viajado este viernes a Soto del Real para abordar la situación con el presidente del grupo, Jordi Sànchez.
Precisamente este jueves, mientras la cúpula del grupo estaba en Berlín, se supo que el Tribunal Constitucional había decidido suspender cualquier investidura de Puigdemont. Horas después fue el Consell de Garanties Estatutàries el que salió a cargar contra la reforma de la ley de Presidència que tendría que hacer posible la investidura a distancia.
Aunque en un primer momento, JxCat replicó a la suspensión del TC advirtiendo que no renunciaba a investir a Puigdemont, este viernes el portavoz, Eduard Pujol, ha asegurado en declaraciones a Efe que el grupo parlamentario descarta obligar a la Mesa a desobedecer y "no forzará ninguna situación de desobediencia, porque sería alimentar todavía más el conflicto en la mala dirección". Las palabras del portavoz se han convertido en la llave que abría la puerta al famoso plan D, dado que el grupo ha dejado claro repetidamente que no tiene intención de forzar elecciones —aunque no lo ha descartado en ningún momento—.
La intervención de Pujol ha inquietado a una parte del grupo que no está dispuesta a escuchar la posibilidad de renunciar a investir a Puigdemont, pero ha servido para empezar a revelar cuál será la respuesta de JxCat si los constantes impedimentos que el Estado plantea a investir a Puigdemont consiguen su objetivo.
"No renunciaremos a él nunca, pero si no podemos investirlo iremos a un cuarto candidato", asegura un miembro del núcleo duro del grupo que destaca que quien asuma el papel de president tendrá que ser consciente de que lo hace de manera provisional hasta que sea posible la investidura de Puigdemont.
Según este planteamiento, el president que salga del pleno no será "una figura decorativa", pero tendrá que tener muy claro que ocupa aquella silla "por accidente" y que lo será "durante unos meses o años, de manera provisional", es decir, hasta que se puedan superar los impedimentos políticos y judiciales que cierran el paso a Puigdemont y al resto de miembros del Govern hoy en la prisión o en el exilio.
Esta condición aparece como uno de los elementos definitorios de la estrategia, acabar con la imagen de un president efectivo, que se impuso cuando se aplazó el 30 de enero la primera investidura de Puigdemont, y sustituirla por la de un president provisional. Con este objetivo, se ha llegado a plantear la posibilidad de que se mantenga vacío el despacho oficial del president de la Generalitat situado en la Galeria Gòtica del Palau de la plaça Sant Jaume, y que el nuevo responsable del ejecutivo ocupe otro espacio del edificio.
Igualmente la cúpula del grupo tiene claro que la persona que tendrá que ocupar esta responsabilidad será designada por Puigdemont. Por más que desde el PDeCAT se ha hecho llegar al president el mensaje de que tiene que ser un nombre consensuado y se le haya recordado que él mismo había asegurado que no se tenía que escoger a un nuevo candidato a dedo, como fue su caso, Puigdemont será quien decidirá. "Cuando la gente se manifiesta en la calle lo que reclaman es Puigdemont president, y por lo tanto él es la única persona que lo puede decidir y lo puede explicar", se argumenta.
De momento, la única certeza es que será uno de los 30 diputados de JxCat que no está en la prisión o en el exilio. Puigdemont no ha dicho ningún nombre, según los miembros de la dirección consultados, y el único efecto que se ha conseguido haciendo correr hipotéticos candidatos ha sido, a opinión de estas fuentes, que alguno de estos nombres que habría podido tener posibilidades haya quedado definitivamente quemado.
Tampoco se ha acabado de definir el estatus que asumirá el president desde la capital belga, aunque el acuerdo de JxCat es que en manos del Espai Lliure de Brussel·les quede "la estrategia y dirección política, la coordinación y relación efectiva con las estructuras organizadas en el interior, la internacionalización y denuncia de la represión y el proceso constituyente".
Todo ello, sin embargo, no se activará hasta que se haya aprobado en el pleno del Parlament la reforma de la ley de Presidencia y se haya constatado con certeza que la posibilidad de la investidura a distancia no existe. Hay tiempo. La consigna de paso a paso continúa vigente. De hecho, JxCat no tenía ninguna intención de mover pieza públicamente antes de que la pantalla de la ley de Presidencia quedara superada.