El relato de la supuesta violencia en las calles de Catalunya se tenía que construir a partir de un sujeto. Y los escogidos han sido los CDR. De la noche a la mañana, se han convertido en el principal objetivo del Estado. Primero, los partidos unionistas han hecho los paralelismos necesarios con lo que pasó en el País Vasco, con la kale borroka y los "comandos violentos". Y la Fiscalía ha actuado de oficio y ha abierto diligencias por un presunto delito de rebelión. ¿Pero qué son exactamente los CDR, más allá de un chivo expiatorio?
Populares, autónomos y sin caras visibles. Estos son los principales adjetivos que definen a los Comités de Defensa de la República (CDR). Se trata de organizaciones a nivel de barrios, pueblos o comarcas, que se gobiernan de manera asamblearia y tienen como objetivo implementar la declaración de independencia de Catalunya del 27 de octubre. No tienen ni siquiera un NIF.
Este, sin embargo, no fue el motivo de su nacimiento. Los primeros CDR se crearon para defender el referéndum en la víspera el 1-O y hacer posible su celebración. Se organizaron especialmente a través de aplicaciones de mensajería y redes sociales para mantener los colegios electorales abiertos y los protegieron ante la represión policial por parte de los cuerpos españoles.
Su mensaje es claro: se tiene que implementar la República proclamada el 27 de octubre en el Parlament. Los medios que proponen son la desobediencia civil y la resistencia pacífica.
De Referéndum a República
Después de la celebración del 1-O, la erre pasó de Referéndum a República. Siguieron creciendo en número y en personas adheridas y cogieron protagonismo durante los paros generales del 3 de octubre y del 8 de noviembre. En estas ocasiones, aprovecharon su implantación por todo el territorio para organizar cortes de carreteras y vías de comunicación. Sus acciones se han ido sucediendo y cada vez más habituales, hasta convertirse en un elemento clave en el proceso independentista catalán.
El encarcelamiento de los líderes políticos ha propiciado que organizaciones de este perfil tomen el relevo, ya que se hace más difícil señalar unas a unas cabezas. Aún así, se ha hecho en algunos infomres de la Guardia Civil, que apuntan hacia los excabezas de lista de la CUP Antonio Baños y David Fernàndez o el diputado de ERC Ruben Wagensberg. Están formados por miembros de entidades o de partidos independentistas, pero también de muchas personas sin otros vínculos políticos más allá de la participación en el CDR. No tienen vínculos directos con ningún partido político, ni cargos destacados.
Aparición repentina
La aparición de los CDR, sin embargo, también ha sorprendido a entidades como la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, que los han visto nacer y crecer de la nada. En parte, su nacimiento y crecimiento tiene que ver con una percepción de que estas entidades están más subordinadas a las lógicas partidistas e institucionales.
Se organizan a través de asambleas semanales abiertas donde se deciden las próximas actuaciones a nivel local y se coordina la participación en las acciones nacionales. Aparte de las reuniones, los CDR han hecho de redes como Twitter o Telegram sus principales canales para difundir comunicados oficiales o informaciones de última hora.
Existen CDR a nivel de barrios, de municipios y de comarcas, pero también hay vinculados al mundo del deporte -como el CDR Barça- o a las universidades, entre otros.
Persecución mediática, política y judicial
Sus principales acciones durante estos últimos días han sido cortes de carreteras y vías de tren, levantamiento de barreras de peajes o marchas lentas. También concentraciones como las delante la Delegación del Gobierno español, donde se ha producido algún pequeño incidente y donde los Mossos d'Esquadra han actuado con contundencia. Aunque su tono es menos "festivo" que las grandes manifestaciones soberanistas, los llamamientos a la resistencia pacífica han sido los que han reinado. Pero no ha impedido que se conviertan en el chivo expiatorio del Estado.
Los principales medios españoles los han señalado, con reportajes como el de El Español: "Así son los CDR, el monstruo incontrolable de 300 cabezas que vandaliza Catalunya". O el que publicaba ABC en su edición en papel: "De las 'sonrisas' a la 'kale borroka': el 'proceso' entra en una nueva fase de violencia". En este último se decían cosas como que "la violencia ha dejado de ser puntual y anecdótica para convertirse en regular (a diario) y organizada". Las principales cabeceras de Madrid han ido llenas estos últimos días.
A continuación han sido los partidos del 155 quienes los han puesto en el punto de mira. El vicesecretario del PP, Javier Maroto, aseguraba este lunes en una entrevista en Europa Press que los CDR le "recuerdan a lo peor que vivimos en la política vasca". El secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, dijo que eran el "germen de la kale borroka". Y el líder de Ciutadans, Albert Rivera, ha utilizado el término "comandos violentos" y ha denunciado que "es la cara oculta del nacionalismo, un señalamiento a quien piensa distinto".
Y este mismo lunes el Ministerio Público ha disparado. La fiscalía de la Audiencia Nacional ha emitido un comunicado en el que anuncia que se han impulsado y se estudiarán acciones penales contra los CDR, ante la posibilidad de que estén cometiendo delitos de rebelión, malversación y otros agravios contra el orden público