En la puerta del despacho de Quim Torra en el Parlament hay una imagen de Winston Churchill con el Never Surrender, el no nos rendiremos nunca, que el primer ministro británico pronunció en junio de 1940 en la Cámara de los Comunes, y que se ha convertido en una de las máximas de los independentistas. Entre los diputados de JxCat este despacho, que Torra comparte con Laura Borràs y Francesc Dalmases, se conoce como el war room [sala de guerra]. En la puerta, un aviso: "Estáis a punto de entrar en el espacio libre de la República catalana".
Torra, nacido hace 55 años en Blanes, es abogado, escritor y editor. Discreto, de trato afable, perenne sonrisa y buen conversador, se estrenó durante el mes de enero en el mundo de la negociación parlamentaria conduciendo con sus compañeros del war room las conversaciones para acordar el plan de gobierno con ERC y la CUP. Era la previa al primer debate de investidura de Carles Puigdemont, previsto para el 30 de enero.
Durante aquellos días los tres diputados se sumergieron en jornadas de negociación intensa que no se cerraron hasta la misma víspera del pleno, con un último maratón de cinco horas de reunión con las que rubricaron las conversaciones convencidos de que al día siguiente investirían a Puigdemont.
Aquella misma noche, mientras en los despachos de los grupos continuaban las negociaciones, los servicios de la Cámara preparaban la sala de audiencias para una comparecencia del presidente del Parlament. Al día siguiente, a media mañana, desde el atril de aquella sala, Roger Torrent anunció el aplazamiento del pleno para no desobedecer al TC. La noticia estalló en el war room como un obús inesperado que dejó suspendida en el ambiente una bruma de desconfianza que no se ha acabado de despejar. Los tres diputados acababan de descubrir el auténtico bautizo en la vida parlamentaria después de tropezar en una de las muchas cicatrices que tapizan la compleja unidad del independentismo.
Desde aquel mismo momento, Torra no ha dejado de defender la investidura de Puigdemont por todas las vías posibles, incluso cuando en la reunión del grupo parlamentario se empezaban a escuchar voces señalando la necesidad de una investidura efectiva para evitar nuevas elecciones. "Los irreductibles", es la etiqueta con que su compañera de despacho, Laura Borràs, describía este núcleo duro de apoyo al president, dentro del cual han cerrado filas los miembros del war room junto con otros nombres destacados del grupo parlamentario como el vicepresidente Josep Costa o la misma Elsa Artadi.
Torra no milita en ningún partido. Fue uno de los independientes emblemáticos que se sumó a la candidatura del president. No obstante, con Manuel Carrasco i Formiguera como referente, deambuló entre los críticos de El Matí en Unió hasta que en el 2009 apoyó al Reagrupament del exconseller de ERC Joan Carretero. "Cuando la patria vive un momento de urgencia nacional, cuando se corre el riesgo de que la nación se deshaga como un azucarillo en un vaso de leche, cuando están sonando todas las alarmas al mismo tiempo por nuestra supervivencia como pueblo, la discusión ideológica no puede ser en ningún caso el eje que nos separe, por encima está el destino de Catalunya", aseguraba entonces en un artículo en El Matí. Era el año 2009. El procés todavía no había empezado.
El ademán de profesor despistado de este diputado, no evita la contundencia de sus posicionamientos. Son testimonio desde los artículos hasta sus intervenciones en Twitter, que han sido analizadas quirúrgicamente tan pronto su nombre apareció en las quinielas a la presidencia. Con todo, la política no es el medio habitual del que será el 131 president de la Generalitat. Según su currículum de la página web del Parlament, trabajó veinte años, hasta el 2007, como abogado y directivo de Winterthur Seguros. Dos años en su carrera como ejecutivo de esta multinacional los vivió en Suiza.
Al volver a Barcelona se dedicó a escribir —artículos y una decena de libros— y fundó el año 2008 la editorial A Contra Vent, con especial atención para la recuperación de obra de periodistas catalanes de los años treinta. Aquí aparece el interés por Eugeni Xammar, a la vida y artículos del cual dedicó uno de sus libros. En el 2009 ganó el premio Carles Rahola de ensayo con Viatge involuntari a la Catalunya impossible.
En el 2011 asumió la dirección de la empresa municipal Fomento de Ciutat Vella S. A., y a partir de aquí llegó su proyección pública cuando al año siguiente fue nombrado director del Born Centre Cultural, donde se pueden visitar los restos de las calles de la ciudad que resistieron el sitio de las tropas borbónicas. Su descripción del Born como la "zona cero de los catalanes" se convirtió en toda una declaración de principios que acabó levantando una intensa polvareda política. En una entrevista con Manuel Cuyàs en El Punt-Avui argumentaba: "Este camino por la independencia, que es imparable y que a mí me ha situado en un estado de gran ilusión, no arranca del fracaso del pacto fiscal o de los esfuerzos frustrados de entendernos con España de los últimos treinta años. Arranca de aquí, de la ciudad destruida aquel día 11 de septiembre de hace trescientos años y posteriores. Esta es nuestra zona cero".
Con la llegada de Ada Colau al gobierno municipal, en el 2015, fue destituido del cargo y aquel mismo año fue nombrado director de la Revista de Catalunya, que todavía hoy dirige, y al año siguiente director del Centre d’Estudis de Temes Contemporanis de la Generalitat dependiendo del departamento de Raül Romeva.
Sin duda, sin embargo, lo que acabó situando a Torra en la primera línea política ha sido su intenso compromiso y activismo en el mundo soberanista. Fue miembro del consejo permanente de la ANC y vicepresidente de Òmnium. Precisamente, fue el responsable de sustituir a Muriel Casals al frente de la entidad cuando la hasta entonces presidenta se incorporó en la lista conjunta de Junts pel Sí.
Ocupó la presidencia de Òmnium de manera interina hasta que las elecciones internas de la entidad situaron al frente a Jordi Cuixart, hoy en la prisión de Soto del Real.
De hecho, si alguien sabe que en Catalunya la política se ha convertido en un deporte de alto riesgo, es Quim Torra. Su sucesor en Òmnium está en la prisión, su predecesor en la presidencia de la Generalitat está en el exilio y el último diputado que intentó la investidura en el Parlament fue a parar a Estremera a medio debate.
"Nadie nos hará callar, ni abdicar de los principios y las ideas que defendimos ayer, que defendemos hoy y que defenderemos mañana", advirtió Torra en su primera intervención como diputado desde la tribuna del Parlament el pasado 1 de marzo: "Eso es: que la causa de la libertad de Catalunya es una causa justa, que la causa de la independencia de Catalunya es una causa legítima y que la causa de la república catalana es una causa honorable. Ni por un instante no pensemos renunciar ni un milímetro a defender la justicia, la legitimidad y la honorabilidad de esta causa. Al contrario".
En los próximos días, Torra tendrá oportunidad de volver a la tribuna del Parlament, esta vez para pronunciar su discurso de investidura.