Uno de los diputados más aplaudidos esta mañana en el Parlament por la oposición ha sido el presidente de CSQP, Lluís Rabell. Su réplica a la denuncia del president, Carles Puigdemont, contra el juicio del 9-N, ha provocado el aplauso entusiasta de los escaños del PP y Ciudadanos. Por el contrario, ha recogido también los reproches de la CUP por los "garrotazos" que recibieron cuando ICV ocupaba la conselleria d'Interior.

Tan pronto como ha tomado la palabra para asegurar que la intervención de Puigdemont parecía el inicio de una campaña electoral, Rabell ha recibido el calor de los aplausos de la oposición y las entusiastas carcajadas de los escaños de Cs y PP, que parecían espolear el discurso del líder de CSQP.

Este apoyo no ha hecho más que crecer con las críticas a la estrategia de defensa de los inculpados del 9-N y los reproches irónicos en el sentido de que "lo que no se puede decir es desobedecemos para animar a la parroquia de cara a unas elecciones y ante un tribunal decir: pues, no lo sabíamos demasiado bien".

No obstante, esta mañana el debate sobre el juicio del 9-N ha hecho extraños compañeros de viaje, y la intervención de Rabell ha tenido una acogida mucho menos cálida por parte de la CUP. La diputada Anna Gabriel ha replicado a CSQP que "con esta llamada relativa a la desobediencia" tendrán "oportunidad de desobedecer en breve". "Mandatos y garrotazos, seguramente, como los garrotazos que sufrimos cuando Iniciativa por Catalunya ostentaba la conselleria d'Interior, ha reprochado. También esta intervención ha levantado aplausos, pero desde el otro lado del hemiciclo.