Mariano Rajoy habría evitado la escalada del conflicto catalán si hubiera considerado mejor el pacto fiscal que le propuso Artur Mas en 2012 para sustituir una financiación autonómica arbitraria, opaca y desequilibrada. Es la conclusión de Thomas Urban, corresponsal en Madrid del Süddeutsche Zeitung, diario liberal editado en Múnich, de referencia en Europa.
"La lucha de Catalunya por la independencia lo es también contra la opacidad del sistema de financiación autonómica. Con un poco de voluntad de diálogo se habría prevenido", escribe en una larga crónica este domingo.
"¿Es Barcelona demasiado tacaña o Madrid demasiado codiciosa?", se titula la primera parte de la crónica, en el sentido de si Catalunya da poco o es España que quiere demasiado. Urban responde, inequívocamente, en el título de la segunda parte: "Ordeñar la vaca catalana". El análisis ofrece una versión muy diferente, donde la terquedad miope de Rajoy es el hilo conductor de la crisis política.
"Todo arranca el 20 de septiembre de 2012", explica. Mas visita a Rajoy y se ponen de acuerdo en que "son inevitables medidas drásticas" para combatir la crisis. Pero Mas también quería "hablar de la reforma del sistema de financiación, que carga a Catalunya más allá del nivel de lealtad requerido entre regiones. Rajoy contestó que eso no era tema de debate, que había que abordar la crisis".
Opacidad y favoritismo
Urban muestra que la demanda de Mas no era extraña. Las cuentas del entonces conseller de Economía, Andreu Mas-Colell ("que no es uno de esos pomposos políticos regionales, sino una autoridad científica") indicaban desde 2010 que se "drenaba" de Catalunya "una media del 8% de su PIB hacia otras regiones, cosa que la sitúa, con mucho, al frente de la lista de los contribuyentes netos" respecto al resto de autonomías.
Este es un factor decisivo en el conflicto, según Urban: "la extrema opacidad" y el favoritismo del sistema de financiación. De entrada, "depende del ministro de Hacienda [y no] de una ley decidida conjuntamente entre Madrid y las regiones (...). El gobierno central toma todas las decisiones [y] las inversiones en muchos ámbitos, desde las infraestructuras hasta la educación o la promoción cultural, se negocian individualmente" entre Madrid y cada autonomía.
"Barcelona se queja de que los ministros de Hacienda favorecen a los gobiernos regionales de sus partidos [PP y PSOE]", que se alternan en el gobierno español, pero los partidos catalanes que generalmente [gobiernan Catalunya] no tienen esa influencia "entre la burocracia ministerial de Madrid", explica.
Urban hace una larga lista de agravios, centrada en infraestructuras, que considera "evidentes más allá de las cifras en discusión".
Política de bloqueo
Además, "el gobierno de Rajoy intentó desacreditar a Mas-Colell", recurriendo "a los tópicos sobre la avaricia de los catalanes ricos e insolidarios con las regiones más pobres". El periodista alemán, sin embargo, insiste: a pesar de las diferencias entre economistas sobre la magnitud del déficit fiscal catalán, "es indudable" que el sistema de financiación "es arbitrario y extremadamente opaco".
A partir de la oposición de Rajoy al pacto fiscal del 2012 y su "política de bloqueo" se desencadena el procés. Urban explica con detalle cómo "Catalunya consideró el rechazo ridículo de Rajoy como una doble derrota: no había más autonomía y sí más ordeñar la vaca catalana". Mas, inicialmente refractario a la independencia, acepta encabezar un frente secesionista.
"A ojos de los catalanes, Rajoy solo busca recentralizar el Estado. En Barcelona (...) sienten que gestionarían mejor la región y la mantendrían competitiva internacionalmente", añade. Urban encuentra lógico y razonable que, por su peso económico, Catalunya obtenga "relaciones bilaterales" con Madrid. Igualmente explica que Puigdemont no asistió a la conferencia de presidentes autonómicos porque Catalunya siempre será anulada si es una más entre el resto de autonomías.
Puigdemont, dice el periodista alemán, sabe que "la abrumadora mayoría de los catalanes" querría un mejor arreglo autonómico y que "menos del 40% apoya su política de rápida secesión". A pesar de todo, acaba, "según muchos economistas, Rajoy podía haber evitado fácilmente la escalada de estos días si hubiera demostrado voluntad de dialogar cuando se le propuso el pacto fiscal".