"Tenemos que hablar de otros temas, en otros países los debates son diferentes" lamentaba un dirigente del Partido Popular sobre que la prensa estuviera copada, día sí y día también, con el conflicto soberanista y la corrupción. Y es que en Génova son conscientes de que ambas cuestiones lastran las perspectivas electorales de Mariano Rajoy, ahora que las encuestas redoblan la pujanza de Ciudadanos en España. El horizonte apremia, con la mirada puesta en los comicios autonómicos y locales de 2019, una coyuntura donde el PSOE ve oportunidad de torcerle también el brazo a Podemos, abriéndose a una serie de acuerdos de estado con Rajoy.
Según reconocían sendas formaciones este lunes, los primeros pactos pasarían por la financiación autonómica y la política del agua, como se habrían emplazado el secretario general Pedro Sánchez y el presidente en una conversación la semana anterior. El hecho es que los dos ámbitos favorecen a PP y PSOE, ya que están vinculados a la política de las comunidades, niveles donde Cs y Podemos no gobiernan –a excepción de Castilla la Mancha en el segundo caso– en un momento en que el PP necesita acreditar su capacidad de gestión, y el PSOE quiere sacar pecho como partido de Estado.
Por el lado de Rajoy, este lanzó el sábado el grito de guerra a la formación de Albert Rivera, a quien tachó "de aficionados". El dirigente ve necesidad en salir de la "inacción" que le increpan los socialistas, en un intento de salvar lo que queda de legislatura y calmar las aguas entre quienes le cuestionan en el seno de su partido. Eso pasa por sacar adelante la financiación de las comunidades, después de que algunos barones del PP se quejaran por el retraso del proyecto –que tenía que estar a finales de 2017– y en paralelo a los recelos de que Rivera levantó con el cupo vasco entre el electorado de derechas.
El hecho es que el PSOE lucha en el cuerpo en cuerpo contra Unidos Podemos y por primera vez, Sánchez ve más incentivos en tender la mano al PP, que a la formación morada. Este cambio de "socio preferente" fue reconocido por Ferraz en diciembre y es un giro de volante que acerca al "nuevo PSOE" al viejo PSOE de Estado –que perdió las primarias. Y pasa precisamente ahora que las encuestas no le son favorables a Pablo Iglesias, próximo a las tesis soberanistas. Por ese motivo, los socialistas se oponen ya de pleno a una nueva moción de censura contra Rajoy con apoyo de ERC y PDeCAT –aunque estos no pidan nada relativo a la independencia.
Ahora bien, la estrategia de Ferraz pasa por mantener intacto su talante de izquierdas. Primero, propusieron un impuesto a la banca para pagar el déficit de la seguridad social y las pensiones –que no cubre ni el 13% de las necesidades del sistema. Y este lunes lanzaron condiciones al PP a cambio de pactar la financiación: aumentar la inversión en educación hasta el 5 por ciento del PIB (hasta el momento está en el 3,67%), hasta el 7 por ciento en sanidad (está en el 5,57%), y hasta el 2 por ciento en dependencia y servicios sociales –competencias todas ellas que están en manos de las comunidades.
En último lugar, la política de agua también es un tema que afecta a las autonomías de ambos partidos y donde Rivera quiere adentrarse para ganar votos. "No entendemos qué hacen metiéndose en esto" se quejaban fuentes de la dirección del PP. Todo encurre en medio del temor de que se produzca una nueva sequía en España, que agrave la coyuntura para Rajoy, –con la habitual confrontación entre comunidades. Y ante esa tesitura, en el ministerio de Medio Ambiente defienden un Pacto Nacional –tal que la formación naranja no se lleve los réditos, y socialistas y populares no pierdan votos.