Por medio de un trato de favor preferencial, el presidente Mariano Rajoy ha encontrado en un PSOE decapitado y fracturado el ariete para acabar con sus adversarios políticos, garantizando la estabilidad a su Gobierno y resucitando el rodillo del viejo bipartidismo. En el plano político, la estrategia hace semanas que se insinúa mediante intentos de dejar en un segundo plano a Ciudadanos y despersonalizar a Podemos, y, en el territorial, exhibe que puede prescindir del independentismo, a través del entendimiento con las comunidades socialistas, que más tarde le permitirá cerrar acuerdos en el Congreso.
La piedra de toque de esta trama llegó al tablero español después de que el Partido Popular dejara al PSOE afectado de muerte con la abstención en la investidura de Rajoy, ante la imposibilidad de ninguno de los dos grandes partidos de contar con los independentistas catalanes de ERC y el PDeCAT para gobernar. "Todo dependerá de si hacemos las cosas bien" decía Rajoy sobre si la formación morada acabaría destronando al PSOE entre el electorado de izquierdas. El presidente asumía una deuda con su rival histórico, quien le dejó pasar, fiando la única esperanza de remontada al PP.
Precisamente, "hacer las cosas bien" se ha traducido a lo largo de todo este tiempo en ceder ante al PSOE, a cambio de conseguir la aprobación de políticas estructurales del ejecutivo. Primero vino el techo de gasto y el déficit autonómico, donde los populares aceptaron pasar del 0,5% al 0,6%, retrocediendo ante las autonomías socialistas. "Solo se podrán hacer las políticas que sumen mayoría", se excusaba el ministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Montoro. La siguiente acción –más silenciosa– fue dar a la contabilidad un cariz social: Montoro subió el impuesto de sociedades, y no el IRPF, que afecta a trabajadores y familias, en vez de recortar en estado del bienestar. Era la manera light de satisfacer los 5.000 millones menos que le pedía la Unión Europea de ajuste a España. Después llegó el pactar con Ferraz la ley de pobreza energética, a cambio de la reforma del bono social que el Tribunal Supremo exigía al ejecutivo. Y este miércoles mismo se cerró un pacto con los socialistas para proteger a los consumidores aquejados por las cláusulas suelo.
"Hacer las cosas bien" se ha traducido para Rajoy en hacer cesiones de cariz social al PSOE que eran ítems del programa de Podemos
De rebote, el tándem pilotado por Rajoy se ha blindado contra la formación morada –que en opinión de Rajoy es "populista y radical"–, haciendo suyas todas las ideas que esta solía defender, y atribuyendo al PSOE los méritos. Son ejemplo la legislación emprendida entre ambos contra la pobreza energética, una de las ramas de la famosa ley 25 de Podemos de emergencia social. Esta amalgama de pactos entre PP y PSOE se habría gestado, según Podemos, desde el secretismo absoluto. "Nos hemos enterado por la prensa del acuerdo sobre las cláusulas suelo", decía el viernes el podemita Rafael Mayoral, mientras el ministro de economía, Luis de Guindos, les criticaba que "le hubiera gustado" contar con ellos. La misma escena se generó antes con la ley para evitar los cortes de luz, cuando el ministro de Energía, Álvaro Nadal, declaró que no había recibido comunicación de los podemitas, y estos respondieron que el Gobierno tampoco les avisó.
La estrategia no ha caído bien entre las filas de Albert Rivera, escollo de Rajoy entre el electorado joven y liberal de derechas, que se debilita a cada nuevo acuerdo. Rivera se ha sentido ninguneado hasta el punto que Rajoy tuvo que celebrar una cena en la Moncloa hace unos días invitando a los equipos negociadores del pacto de investidura para exhibir normalidad en las relaciones. La formación naranja ha intentado negarlo, como cuando la presidenta del partido en Catalunya, Inés Arrimadas, indicó que ellos no venían a ser "queridos" en política. Ahora bien, una muestra que Rivera siente que Rajoy solo le usó para forzar al PSOE a la abstención es que C's quiere plantear en la asamblea del partido de entrar en el Gobierno en el 2019.
Estos manejos permiten garantizar a Moncloa que la legislatura le será larga, y al PSOE, que deja a Podemos sin programa. La corriente de la gestora de Javier Fernández hacía semanas decía que su partido necesitaba tiempo para reconstruirse, por lo que alargó la fecha del congreso federal. El resto de la formación en viviría ajena, porque miembros del propio partido aseguraron que un pequeño grupo conformado por Fernández y el portavoz Antonio Hernando eran quienes cerraban los pactos en secreto.
En la Conferencia de Presidentes Rajoy pactó con las 15 comunidades epígrafes que eran demandas de la Generalitat
El lío político –palabra que usa habitualmente el gallego– también ha servido como carro de combate en cuanto al lío territorial. Rajoy utilizó la Conferencia de Presidentes Autonómicos como arma dentro de la Operación Diálogo para exhibir una imagen intransigente del president Carles Puigdemont. Pero esta táctica quedó tocada con la negativa también de su homólogo vasco, Íñigo Urkullu, de asistir. Así y todo, la propietaria de la carpeta catalana, Soraya Sáenz de Santamaría, consiguió exhibir entendimiento total con las otras 15 comunidades autónomas, como con el proyecto de emprender un nuevo sistema de financiación.
Curiosamente, se ha pasado por alto que en este foro el PP y el PSOE se emplazaron a negociar una serie de epígrafes que parecen extraídos de los 46 puntos que reclama Puigdemont. Son ejemplos la financiación del sistema sanitario (2); financiación de la ley de dependencia (5); pobreza energética (7); políticas de paro juvenil (8); personas refugiadas (10); asilo, inmigración (11), o modelo de financiación (15) y ley de garantía de unidad de mercado (33). Incluso se han anunciado como próximas políticas del ejecutivo la ley de racionalización de la administración (38), revisar el sector eléctrico (34) y tasas judiciales y gratuidad de la asistencia jurídica (24). (Consultad los 46 de Puigdemont aquí).
Ahora bien, en ningún caso es una respuesta a las demandas de la Generalitat, como se ve en el caso de la negación a ceder Rodalies –o la oposición a pactar una financiación diferente para Catalunya– sino más bien es la forma de apropiarse de una serie de epígrafes para acallar las quejas del independentismo más tarde y darles sustancia de acuerdo con las necesidades de las comunidades gobernadas por el PP y el PSOE.
Así las cosas, el congreso federal socialista en junio puede poner en peligro la estrategia de retorno al bipartidismo. Si se presentara y triunfaran las tesis del PSOE de Susana Díaz –con "sentido de Estado"– el camino de Rajoy podrá continuar fácil hacia la gobernabilidad. Incluso hacia la aprobación de los presupuestos, como buscaba con la Conferencia de Presidentes –un apoyo que años atrás habría tenido de ERC o PDeCAT cualquier Gobierno central–. Más difícil lo pondría Ferraz si el exsecretario general Pedro Sánchez volviera a la arena política, con "el no es no". Por ello, fuentes del Ejecutivo central aseguraron a este diario que temían el riesgo de bloqueo de Sánchez, "porque es tóxico", se quejaban.