Ramiro Grau Morancho (Laguarres, Huesca, 1957) es un abogado de Zaragoza. Desconocido para el gran público hasta hace nada, ha tenido presencia mediática en los últimos días a raíz del caso Koldo, después de que se supiera que mandó seis cartas a la Moncloa alertando de las posibles irregularidades en la compra de mascarillas a Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas, la empresa que está en el epicentro de la supuesta trama. Fiscal durante doce años en Zaragoza, Huesca y Teruel, como particular denunció estas presuntas irregularidades en múltiples instancias: en la Fiscalía Provincial de Zaragoza, en el Tribunal de Cuentas, en el Tribunal Supremo, en la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, en la Fiscalía Europea y en la Oficina Europea de Lucha Contra el Fraude (OLAF). Además, también contactó con el Gobierno de las Islas Canarias, con el Govern de les llles Balears, con Isabel Díaz Ayuso (presidenta de la Comunidad de Madrid), con Macarena Olona (exsecretaria general de Vox en el Congreso) y con Monika Hohlmeier (presidenta de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo).
Su alerta se remonta a finales de abril de 2020, cuando publicó un artículo en Internet advertiendo de que Soluciones de Gestión era una empresa sospechosa: nadie la conocía, no se dedicaba al material sanitario y no había tenido ingresos en los últimos años. Posteriormente, publicó dos libros sobre el tema: El virus socialista de Ábalos, chanchullos del dinero público (2020) y Ábalos, jaque mate (2021). Además, recibió tres demandas por derecho al honor y a la intimidad: de Soluciones de Gestión por 60.000 euros, de José Ángel Escorial (el administrador de la empresa) por 150.000 euros y de José Luis Ábalos por 70.000 euros. Las dos primeras las ha ganado y están recurridas en las audiencias provinciales y la tercera está pendiente de resolverse. A todo esto, en agosto de 2021, le dio un ictus, que los médicos atribuyeron al exceso de estrés. Se le paralizó la mitad izquierda del cuerpo y tuvo que estar cinco meses en el hospital. Ahora mismo, vive en Zaragoza y su agenda se ha multiplicado recientemente a causa de la multitud de llamadas de periodistas que quieren hablar con él.
¿Cómo llegaste a detectar que había algo presuntamente irregular en ciertas compras de mascarillas?
Yo leí varios diarios digitales de ámbito estatal que estaban extrañados porque había contratos de mascarillas que se adjudicaban a una extraña empresa de Zaragoza a la que nadie no conocía y de la que nadie sabía absolutamente nada. Entonces escribí un artículo titulado “Chanchullos del dinero público. Ábalos y José Ángel Escorial, la extraña pareja” diciendo que era muy extraño que un ministerio comprara millones de mascarillas a una empresa a la que no conoce nadie, que no se dedica al tema de material sanitario y a la que no se le conoce ninguna actividad. Y no le di ninguna importancia, porque escribo quince o veinte artículos al mes, y me olvidé del asunto.
Para mí es una satisfacción que en la querella de la Fiscalía Anticorrupción figuren cinco documentos que yo envié
Más tarde, recibiste las demandas de Soluciones de Gestión y de José Ángel Escorial. ¿Qué hiciste?
Tuve que constestarlas, recabé información y vi que es una sociedad que se ramifica sucesivamente. Vamos, que me he gastado un dineral pidiendo certificaciones en los registros mercantiles. Como más investigaba, peor me olía todo esto y más problemas veía. Lo que parecía una cosa pequeña cada vez se hacía más grande. Y llegué a la conclusión, es posible que equivocada, que la X de toda esta trama es el señor Ábalos. Entonces puse una denuncia ante la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo contra Ábalos, que en aquel momento era ministro. Ahora bien, el Supremo la inadmitió argumentando que había una legislación especial para el covid que permitía al Gobierno contratar a dedo. Respecto a los demás denunciados, la resolución decía que se les podía investigar por si había algún tipo de delito, pero que la competencia era de un juzgado ordinario. Envié otro escrito al Supremo pidiendo que enviaran la denuncia al juzgado que considerasen competente. Yo creía que era la Audiencia Nacional porque esto era una trama organizada. Me lo denegaron.
Además, meses más tarde, lo denunciaste ante la Oficina Europea de Lucha Contra el Fraude y a la Fiscalía Europea.
Facilité toda la documentación a la Fiscalía Europea y le informé de todas estas contradicciones en varias ocasiones. Me fueron acusando recibo con el típico oficio administrativo y no dieron más explicaciones. Ahora que la Fiscalía Europea ha denunciado este asunto, dicen que ha sido a partir de una denuncia de un particular: quiero pensar que es mi denuncia. Al mismo tiempo, puse la denuncia ante la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, que también me acusó recibo y me dijo que lo iba a investigar. Finalmente, se ha querellado en relación con este asunto. Yo he tenido acceso a esta querella porque me la ha facilitado un periodista y para mí es una satisfacción que cinco de los documentos que figuran en esa querella como documentos de prueba, por lo menos de una forma indiciaria, sean documentos que yo envié. Se está diciendo que el PP de Madrid denunció. Por supuesto. Pero yo creo que la primera denuncia en todo este asunto es mía, yo llevaba denunciando estos hechos desde el año 2020.
Ábalos quería que me pusieran una mordaza y un bozal para que ellos pudieran seguir con sus chanchullos
De hecho, con toda la documentación, llegaste a publicar un libro titulado El virus socialista de Ábalos: Chanchullos del dinero público.
Sí, y recibí una demanda de Ábalos en la que me pedía 70.000 euros por derecho al honor y a la intimidad. Aquí tienen un honor muy sensible. Poco menos que quería que me pusieran una mordaza porque pedía que me abstuviera de hablar de él. Algunos periodistas me dijeron que ellos también habían sido agraciados con demandas y que pensaban que eran para ponernos bozales para que ellos pudieran seguir tranquilamente con sus chanchullos.
Y en todo este tiempo, hubo un momento que tú enviaste seis cartas a la Moncloa contando todos estos hechos.
Sí, envié varias cartas, yo calculo que sobre la media docena. Esas cartas no recibieron el más mínimo acuso de recibo o contestación. En otras ocasiones, he escrito a presidentes del Gobierno anteriores y siempre acusaban recibo. A mí me resultó muy significativo que, en este caso, no me hicieran caso. Entonces pensé que estaban todos en la trama. ¿Cómo me van a hacer caso si esto es una trama del PSOE presuntamente para recaudar dinero?
Estoy convencido de que el equipo de Pedro Sánchez vio mis cartas, no me devoliveron ninguna
¿Cuándo mandaste la primera carta?
Yo creo que en 2020. Estábamos confinados, pero podía cruzar al otro lado de la calle, donde está el buzón. Cuando me empecé a enterar de este asunto, imprimí el primer artículo que escribí y algún otro que se había publicado, los metí en un sobre y los envié al presidente del Gobierno. Yo utilizo unos sobres con membrete con mi nombre, apellido y profesión de tamaño cartilla: cualquier carta que envío, si no llega a su destinatario, Correos la devuelve siempre. Pero no me devolvió ninguna. Además, la Moncloa tiene su propia estafeta de Correos y una carta que envías a la Presidencia del Gobierno yo creo que va a llegar perfectamente y no hace falta certificarla.
¿Qué decías en estas cartas?
Era una carta manuscrita diciendo “hagan el favor de investigar esto, que huele muy mal y hay indicios de que se puedan cometer delitos”. Dando una alerta porque pensaba que el presidente del Gobierno no lo sabía. Soy consciente de que el presidente del Gobierno seguramente ni ha visto estas cartas porque tiene muchos asesores y alguien abrirá toda la correspondencia que llega allí y luego se la pasará a algún jefe superior.
Sin embargo, ¿tú estás convencido de que el equipo de Pedro Sánchez sí vio estas cartas?
Hombre, claro. No creo que las tiraran directamente a la papelera. Supongo que las abrirían, digo yo. Y cuando vieron esa información se la pasarían a alguien. Yo no tengo que demostrar nada, creo que ya hecho suficiente. El que se lo quiera creer bien y el que no, es igual.
¿Escribiste a alguna otra persona?
También escribí a otras dos autoridades que me inspiraban confianza. Macarena Olona porque me parecía una brillante parlamentaria y pensé que este era un asunto para hablar en el Parlamento. Al principio no me contestó, pero, en honor a la verdad, hace unos días me llamó y me dijo que recordaba mis envíos y que ellos habían hecho preguntas parlamentarias con respuesta escrita sobre este asunto y que habían pedido la creación de una comisión de investigación. Y a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, le facilité toda esta información y un ejemplar del libro. A los quince o veinte días, me contestó muy amablemente diciéndome que lo iban a investigar y, en su caso, iban a poner las denuncias que hicieran falta.
El PP de Madrid puso una denuncia ante la Fiscalía Especial contra la Corrupción. ¿Tú crees que el PP de Madrid la presentó a raíz de tu escrito?
Cada persona puede creer lo que quiera. Yo no lo sé con exactitud, pero creo que algo influiría porque se lo di en bandeja. Les facilité una documentación que posiblemente no tenían con una serie de indicios sobre el asunto, con mis denuncias anteriores y la denuncia ante el Tribunal Supremo. De alguna forma, les podía facilitar el trabajo.
Koldo era un sargento, Ábalos, un comandante y Sánchez, un general
¿En cierto modo, esta investigación del caso Koldo ha sido un poco tu forma de hacer oposición al Gobierno?
No, yo no tengo ningún interés por la política ni pertenezco a ningún partido político. Además, yo no creo que sea el caso Koldo. Yo creo que Koldo era un machacante, un asistente, un guardaespaldas, un chófer y una persona de mucha confianza. No sé si tú has hecho el servicio militar, pero Koldo entiendo que es un cabo primero o un sargento. Luego hay un comandante, que es Ábalos. Pero en todo ejército siempre hay un general, que es la cabeza, el que realmente manda. Y por encima de Ábalos solo había una persona. Compraron mascarillas tres ministerios y dos comunidades autónomas, y Ábalos no tenían ningún poder por encima suyo.
¿El general es Pedro Sánchez?
Desde un punto de vista lógico o normal, pienso que sí, pero tampoco tengo pruebas. O alguna vicepresidenta del Gobierno. Por encima de Ábalos, solo estaban las vicepresidentas y el presidente.
La Justicia es como una apisonadora: es muy lenta, pero no hay quien la pare cuando se pone en marcha
¿En todo este caso, qué es lo que más te ha sorprendido?
Lo que más me ha sorprendido es que España no funciona y que las instituciones no funcionan. Y la gente cobra unos sueldos que la mayoría no se los merece porque no hace su trabajo en condiciones. La Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía Europea son las dos únicas instituciones que han funcionado.
¿Qué crees que tendría que acabar pasando en este caso?
Que siguiera adelante y que estos hechos llegaran a juicio. Y allí, con las pruebas correspondientes, se tomará la resolución ajustada a derecho, pero con un problema: han pasado cuatro años y, en este tiempo, habrán hecho desaparecer el 99% de las pruebas en su contra. Al tardarse tantísimo tiempo en reaccionar y en poner en marcha la máquina del Estado, por mucho trabajo que haya hecho la Guardia Civil, está claro que muchísimos datos han desaparecido ya o los han hecho desaparecer. Yo soy jurista y creo en el Estado de derecho. Yo no soy adivino y no puedo prejuzgar, no soy ni el juez ni el fiscal del caso. Pero por supuesto que formularía un escrito de acusación, lo tengo clarísimo.
¿Y tú, como particular, te planteas hacer algo más?
No, creo que ya he hecho suficiente y estoy bastante afectado por el ictus. Y creo que ya he movido el asunto y he puesto en marcha la maquinaria judicial. Que sea lo que Dios quiera. Si alguien me llama a declarar, iré porque es mi deber como ciudadano, pero nada más. La Justicia es como una apisonadora: es muy lenta, pero no hay quien la pare una vez se pone en marcha. Y creo que estamos en este proceso.