La pretendida "violencia independentista" es el relato que sincroniza a gobierno, justicia, fuerzas de seguridad, partidos del 155 y diarios españoles en feliz confusión ("en alegre biribilketa", deberíamos decir). Y si no hay, se inventa. Este martes, en La Razón, se han visto en la necesidad de ilustrar su editorial "Hay que parar la violencia de los CDR" y una, digamos, información que la justificaba. Para hacerlo han utilizado la misma foto:

El editorial es de tipo imaginativo. Explica cómo "el pujolismo y la Convergència del 3%" se han aliado con "la extrema izquierda independentista, batasuna, antisistema y chavista" de las CUP y han tenido un hijo que son los Comités de Defensa de República (CDR), una "fuerza de choque [...] que practica abiertamente la violencia y la coacción", etcétera.

La, digamos, información es un ejercicio de periodismo de fantasía basado en "fuentes policiales", que le descubrirán "ataques que hasta ahora no han tenido relevancia mediática" (y sería por alguna buena razón). A modo de ejemplo, uno de los más graves es este: "un grupo de personas enganchando carteles pro referéndum en la puerta y fachada de la oficina de expedición del DNI" en Reus. Qué noche de terror. Qué miedo.

Todo eso te lo puedes creer o no. Pero la fotografía es otra cosa. Para criminalizar a los CDR, La Razón manipula una imagen del día 9 de octubre de 2017, Dia del País Valencià, en la Plaza Sant Agustí de la ciudad de Valencia. Se trata de un militante ultra a quien retiene un agente de la policía española para evitar que agreda a un grupo de manifestantes valencianistas. El autor de la foto es el fotoperiodista Biel Aliño, de la agencia Efe. Puedes comprobarlo en la web de la SER.

Mira que era fácil ver que la foto no cuadraba. Por pereza, por ignorancia o todo al mismo tiempo, en La Razón ni se han dado cuenta de que el chico que hay a la derecha de la imagen lleva la camiseta de la segunda equipación del Valencia Club de Futbol, por ejemplo. Se conoce que la foto se ha elegido con el mismo rigor, cuidado y exigencia con que se ha escrito la editorial y se ha comprobado la información. Ninguno.

Puedes decir que qué exagerado, que todo el mundo se equivoca alguna vez, que... Quizás sí. Pero cuando hasta escribes el editorial más bien parece un comportamiento consistente, sólido y general. Un patrón de conducta. Hace una semana, en el matinal Espejo Público, que dirige Susanna Griso en Antena 3 pasó esto:

Este mismo martes, otro digital titula "Atentado de la 'kale borroka' en Barcelona". Este digital es uno de los más activos en asociar a los CDR con la "kale borroka" ("lucha en la calle", en euskera), de manera que el titular es código para "violencia indepe".

Lo que ocurrió en realidad es que han reventado la puerta de un concesionario de coches, nada más. El mismo concesionario lo ha explicado tras hablar con los Mossos, pero el digital hace un dríbling y dice que "según la policía, guarda todas las semejanzas con los actos de la "kale borroka".

Ninguna policía ha dicho eso, porque cualquier agente sabe que la "kale borroka" no era reventar puertas de concesionarios, pero se conoce que no se trataba de informar, porque la versión del concesionario ni aparece en la, digamos, información:

Un diputado en el Congreso, que suele ver violencia y "kale borroka" casi cada día en casi cualquier presencia indepe, había retuiteado la cosa pero ha tenido que borrar el tuit, como si certificara que esa "violencia terrorista", etcétera, es más falsa que un duro de plástico. Al menos ha quedado una captura de pantalla:

Todo esto sería cómico pero estos días no es el caso. Al menos por dos motivos. Uno es que mientras aquí en Catalunya todo el mundo ha visto que las Diadas y otros eventos han sido manifestaciones masivas, festivas y pacíficas, más allá del Ebro la información de la que muchos disponen acerca de la Diada es la ocasional quema de alguna bandera española, de manera que la trola de la violencia les encaja perfectamente.

El otro motivo es más serio. Todas estas fabricaciones acaban alimentando los informes de las fuerzas de seguridad españolas, que las hacen llegar juez que encarcela (provisionalmente) por rebelión. Debe ser la idea de la sincronización de todos aquellos poderes en un solo relato del indepe violento: 30 años de prisión. Eso. Que no tiene gracia.