Claro y contundente. Así es el apartado dedicado a España del informe anual de la ONG Human Right Watch, que denuncia (en la página 228), en primera instancia, que el "excesivo uso de la fuerza" durante la jornada del referéndum del 1-O "estropeó" la votación.
Precisamente por eso, destacan que el comisionado de la ONU Human Rights ya exigió a las autoridades españolas una investigación "independiente" e "imparcial" sobre estas actuaciones violentas, mientras que el gobierno español aprovechó la ocasión para cesar a todo el Govern y, más tarde, para iniciar procedimientos criminales contra 14 representantes del ejecutivo catalán.
De hecho, el informe trata antes la actuación de la policía española durante el referéndum que los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017, del incremento de refugiados que llegan por mar a España en unas "condiciones de las instalaciones policiales insuficientes", incluidos los del colectivo LGTBI, entre otros.
Once días más tarde de la votación, la misma ONG ya denunció en un informe la violencia policial del 1-O y quiso hacer saber que "la policía española utilizó una fuerza excesiva cuando se enfrentó a manifestantes en Catalunya utilizando porras para atacar personas que no representaban ninguna amenaza".
En aquel momento, un investigador de Human Right Watch quiso hacer saber que "la policía quizás tenía la ley de su lado para aplicar una orden judicial, pero eso no les daba el derecho a utilizar la violencia contra manifestantes pacíficos" y cargó contra el gobierno español porque, según apuntan, "una de las órdenes judiciales que tenían era respetar la coexistencia entre ciudadanos, pero se enfrentaron a protestantes pacíficos".
Por otro lado, el referéndum del Kurdistán tampoco ha pasado desapercibido para la ONG, que señala que lo celebraron a pesar de la oposición del gobierno iraquí, aunque después hicieron que las autoridades kurdas anularan los resultados de la votación. Días más tarde, las fuerzas iraquíes reanudaron el conflicto saqueando y quemando casas en la ciudad de Tuz Khurmatu y miles de familias kurdas tuvieron que huir de su casa.