Los resultados de Unidos Podemos en las elecciones generales del 26-J han hecho estallar la crisis interna del independentismo vinculado a la confluencia de En Comú Podem. La constatación de la imposibilidad real de un cambio a nivel estatal, al menos durante los próximos cuatro años, ha generado una división en facciones sobre cuál debe ser la estrategia a seguir a partir de ahora.
De entrada, los dos actores fundamentalmente implicados son Procés Constituent, el movimiento de izquierdas fundado por Arcadi Oliveres y Teresa Forcades, y los firmantes del manifiesto "Guanyem Sobirania", un listado de personas independentistas que se implicaron directamente en la candidatura liderada por Xavier Domènech, defendiendo que era la mejor manera de acceder a la independencia. Razonaban juntos entonces, confiados del sorpasso y una eventual posición de fuerza en las negociaciones con el PSOE, que la vía más rápida y eficaz para ejercer el derecho a decidir pasaba por un gobierno que convocara un referéndum vía decreto, apelando a la ley de referéndums de 1980.
Procés Constituent
Los primeros movimientos ya se han dado. La coordinadora actual de Procés Constituent analizó el escenario el uno de julio para acabar determinando que el Referéndum Unilateral de Independencia (RUI) "parece, hoy por hoy, lo único capaz de articular los deseos de cambio real que ha demostrado el pueblo catalán". La idea la vincula con el punto 2.2 de la asamblea celebrada en marzo, que el referéndum, que "incluye el proceso constituyente unilateral no subordinado", puede ser "convocado unilateralmente si hace falta".
Pero eso choca con los postulados de Oliveres - que decidió dejar de participar en PC hace unas semanas-, y que en conversación con este diario explica que "eso (del RUI), nada", evidenciando la crisis iniciada en la organización con motivo de las desavenencias por el 27-S, al que no acabaron yendo. "No podemos precipitar la independencia", justifica, en un contexto de división ideológica en dos frentes (a pesar de la sintonía personal) donde curiosamente cada miembro del tándem fundador se adscribe, y es que Teresa Forcades es partidaria de la unilateralidad.
Si bien fuentes de la organización explican a El Nacional que la posición, Oliveres nunca la expresó "oficialmente", entienden que haya podido sufrir un viraje. En cualquier caso, reiteran que la apuesta de ellos por el RUI es "rotunda", "programática", incluso reivindicando que "no es obligación ser independentista para estar afiliado, pero sí estar a favor del RUI". En este sentido aseguran que, a pesar de tener 4 de 19 militantes reconocidos de En Comú en la coordinadora, todos lo "defienden", porque "está pactado en asamblea".
Una de las personas, precisamente, que se mueve en la línea de Oliveres, es el cabeza de lista de En Comú, Xavier Domènech, que formó parte de la vieja coordinadora de la organización. Aunque Domènech ha defendido públicamente que los comunes no eran un proyecto "en transición hacia el independentismo", es uno de los "hijitos". Y es que el peso que ha ido teniendo PC en las confluencias avaladas por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, es notorio. Actualmente, de PC, han participado al primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, el de derechos de ciudadanía, Jaume Asens, o los nuevos diputados en el Congreso Xavier Domènech (número uno de En Comú) y Marta Sibina (1 por Girona) y Sònia Farré (4 por Barcelona), entre otros.
Sin embargo, el alejamiento entre el mundo Colau – aquellos que participan- y el Procés Constituent actual es conocido. La distancia tomó forma en las negociaciones por la confluencia del 20-D, cuando "se chocó de lleno con un principio que es el de la democracia interna". Los comunes escogieron a Domènech, sin primarias, y eso generó mucha incomodidad, porque en el sí de la organización se había escogido a Teresa Forcades como figura a incorporar a la lista. De hecho, incluso Forcades había acudido al Vaticano para pedir permiso – que obtuvo- para formar parte de la candidatura.
"Argumentaban que acababan de nacer", lamentan en PC, remarcando que nada les servía como excusa para empezar con "mal pie". "Nos ignoraron olímpicamente", critican, a pesar de matizar que el historiador sabadellense no fue el "culpable", porque entienden que podría haber sido una decisión del líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Pero esta fue la última de las tensiones en el sí de Procés. El momento más difícil ya lo habían superado, con el preocupante goteo de bajas el verano de 2015, con los movimientos para formar parte de de Sí Que es Pot, que finalmente descartaron. "Fue horroroso, perdimos mucha militancia", señalan, añadiendo que "no hay un esquema fácil del perfil que se marchó". Ahora, todavía con 40.000 afiliados detrás, ya reina la calma, porque los que "generaron la crisis", ya no están.
Las hojas de rutas de una banda y la otra son, pues, diversas. Arcadi Oliveres entiende que es necesario "tener una mayoría que no tenemos (favorable a la independencia) e irnos a explicar por las Españas", porque "falta pedagogía". En este marco también entra la necesidad de definir "el país que queremos". "A mí una independencia para que gobierne según quien no la quiero", señala, añadiendo que "hace 50 años que me cuestiono España y precisamente por eso no quiero que esta Catalunya independiente sea así".
Seguramente esta tesis sea la compartida por buena parte del sector 'indepe' colauista, si bien es cierto que con el actual Procés Constituent coincidan en una cosa, y es en señalar que sólo con una definición concreta, y que les guste, de país, votarán sí a la independencia. "No cualquier cosa nos está bien", reivindican, añadiendo que "una independencia con CDC no es independencia".
Al final, el sector Oliveres no avista todavía una fecha de caducidad. Cuando aquí se detecte la mayoría (aunque admite que sólo se puede saber con un referéndum), y si en el Estado se sigue sin querer pactar, habrá que plantearse vías alternativas. Por ahora, "todavía no ha llegado el momento de hacer el referéndum", pero en el mientras tanto asegura una cosa, y es que el Parlament tendrá que hacer actos de desobediencia que sean "de progreso de la humanidad", "de ética".
Guanyem Sobirania
Las reuniones internas de los firmantes del manifiesto independentista por las generales no han llegado todavía a ningún veredicto sobre cuál es la hoja de ruta que hay que seguir a partir de ahora. La falta de organización, explican, y la diversidad de puntos de vista, no ayuda.
El nacimiento del manifiesto se gestó de un día para el otro, sin ninguna estructuración concreta, y ahora su articulación no es una tarea fácil. "Faltan órganos internos, no sabemos a quién pedirlo", admiten sobre En Comú, reivindicando que tiene que haber un proceso para crear estructuras a nivel nacional y territorial para coordinar la toma de decisiones en Madrid. Hasta ahora, lamentan, "teníamos que adivinar" lo que harían los diputados.
"Nuestra voluntad es organizarnos tarde o temprano y expresar un posicionamiento conjunto", aseguran, reiterando, en cualquier caso, que "no hay una postura oficial de apoyo al Referéndum Unilateral de Independencia (RUI)", y lamentando que haya personas como David Companyon que se hayan erigido como interlocutores.
Con todo, a estas alturas no se avista una solución compartida al proceso soberanista. Hay dos posiciones marcadas, entre los que creen que la opción recientemente adoptada por ERC y CUP hace falta "estudiarla" (la intención es buscar los mecanismos y los consensos que la hagan vinculante) y aquellos que la rechazan por ser un nuevo 9-N y no ver nada más que "una confrontación con el Estado", pero no la vía para que sea una decisión "reconocida" internacionalmente.
En el primer sector se encontrarían las personas próximas o simpatizantes de las tesis del actual Procés Constituent, mientras que en el segundo estarían principalmente los independentistas ecosocialistas de ICV ("Compromís per la Independència"). Además, estos últimos contarían con personas próximas a Xavier Domènech - como la cabeza de lista por Girona, Marta Sibina- que en un artículo en su bloc aseguraba que "el debate sobre la unilateralidad, que ha sido hasta ahora un debate que ha girado sobre sí mismo en un contexto internacional que no le es favorable y sin unas mayorías lo suficiente amplías para convertirse en operativo, probablemente tampoco es una salida".
Así, la idea de "persistir hasta la saciedad", tiene de entrada más quórum. El optimismo radica, también, en la creencia de que las mayorías actuales pueden permitir (con el PSOE) ir dando más cuotas de soberanía en Catalunya, "de estirar todo el que se pueda". Además, optan por la estrategia de hacer visualizar con votaciones en la cámara baja el incremento de apoyos (más de 90 diputados).
"Si en Catalunya continúa el inmovilismo y el empate permanente, evidentemente se tiene que subir el tono con acciones unilaterales y movilizaciones", remarcan fuentes del sector ecosocialista, lamentando que "el procés constituent parece una comisión bastante atascada". Es en este sentido que en lo que sí que emplazan es a un deshielo en las relaciones en el Parlament entre CSQP, CUP, CDC y ERC, para "sentarse todos juntos" y fijar "una estrategia conjunta".