Como si se tratara del minuto 17:14 al Camp Nou, los balcones del Liceo Renouvier de Prada se visten de esteladas durante la tercera semana de agosto. Desde hace 48 años, este pueblo de la comarca del Conflent acoge a políticos, profesores, activistas y alumnos procedentes de los Països Catalans. La Universitat Catalana d'Estiu (UCE) es un espacio de debate donde se organizan conferencias, cursos y talleres que abarcan temáticas variadas como el medio ambiente, la literatura o la economía bajo el denominador común de la catalanidad.

La identidad del paraje es ambivalente, propia de la Catalunya Nord. Mientras el Liberté, Egalité y Fraternité preside la entrada del Liceo Renouvier como lema de la República, el parking es una infinidad de "matrículas para la independencia" y adhesivos del asno catalán. En el comedor también coexiste esta dualidad cultural, ya que aunque los productos son de origen francés, las tradiciones alimenticias de los alumnos permanecen irreductibles fuera de las fronteras. A la hora del desayuno, los más madrugadores ya hacen cola en el santuario gastronómico catalán por excelencia: la mesa donde se unta el tomate y se tira el aceite de oliva sobre el pan tostado.

Uno de los objetivos de la UCE es revertir la tendencia generacional, y es que por momentos el Liceo Renouvieur da el aspecto de uno geriátrico. Si bien la nieve no es perpetua en la cima del Canigó, el blanco es vitalicio en las cotas de los asistentes. La juventud es un tipo de fauna que se deja ver esporádicamente por las clases en horario diurno. Para preservar esta especie en peligro de extinción, constan los esfuerzos de algunos alumnos que se llevan a sus "niños" a tierras pradencas para que pronto se impregnen de la mística que rodea el UCE.

Las camisetas reivindicativas o la fluctuante conexión inalámbrica son otras de las señas de identidad del ecosistema de la UCE, pero si por algo se caracteriza Prada es para ser un lugar de reflexiones. El turno de preguntas es sagrado, pero entre los asistentes hay quien aprovecha la calma estival para desinhibirse con un monólogo interior que a menudo va acompañado de un "seré breve". El ritual comporta una puesta en escena que anima a más de uno, ya que exponen su argumentario de pie y micrófono en mano. Y cuidado, porque si dicen "ya acabo", es que tienen para rato. A buen seguro que ahora que tienen un año por delante, algunos de ellos ya empiezan a preparar sus "reflexiones" para la 49ª edición de la UCE.