Fabian Mohedano i Morales (Barcelona, 1975) fue el número 33 de la lista de Junts pel Sí en Barcelona. El 27S se quedó en las puertas de ser diputado en el Parlament pero, después de que Artur Mas diera un paso al lado, entró a sustituirlo. Fundó el movimiento Avancem, que nació del entorno del PSC. Es el impulsor de la Reforma Horaria y quien ha conseguido que los plenos y las comisiones se adelanten una hora en la Cámara catalana. Pero un día llegó tarde a una comparecencia por una comida de trabajo y se le tiraron todos encima. Le dijeron: “¿Tú eres el que nos haces venir a las 15 h y vienes tarde”?.

 

 

 

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¿Por qué decidió impulsar la Reforma? Mi preocupación es la democracia. En otros países, la franja de tarde para hacer actividad cívica comunitaria es mucho más amplia y participa uno de cada dos, mientras que en el nuestro es muy estrecha y participamos dos de cada diez. Si queremos hacer actividad cívica tenemos que renunciar a muchas cosas porque el trabajo no nos lo permite. Y eso baja los niveles de participación. Los horarios, en buena parte, debilitan la democracia.

Lo coge desde la vertiente política y no de conciliación. Nuestra iniciativa ha cambiado un poco el relato. Durante los últimos 20 o 25 años se ha hablado de la conciliación y nosotros le hemos dado la vuelta. Esta es una iniciativa en favor de la salud pública. Tenemos personas que no comen, que no cenan y que no duermen a la hora que toca. Hemos retrasado nuestro ritmo circadiano dos horas.

¿Y esto afecta a la salud? Sí. Los primeros sapiens desayunaban cuando se levantaban, comían cuando el sol estaba arriba de todo, cenaban cuando se hacía oscuro y dormían cuando era de noche. Esto lo hemos roto y tiene unas consecuencias brutales sobre la salud. Ahora somos el país con la esperanza de vida más alta de Europa y el segundo del mundo, pero al mismo tiempo tenemos un 15% de obesidad infantil.

Los horarios, en buena parte, debilitan la democracia

¿No ir a la hora perjudica los más pequeños? Nuestros abuelos hicieron unos horarios anteriores y una vida alimenticia más saludable pero, en cambio, los niños actuales ya tienen el mismo porcentaje de obesidad infantil que los norteamericanos. Tenemos un problema a medio plazo y es probable que dejemos de tener la esperanza de vida más larga de Europa.

¿Cómo ha modificado la historia nuestros horarios? La cuestión de los horarios tiene tres momentos históricos para llegar al desbarajuste en que estamos ahora. Primero tenemos un huso horario que no nos corresponde, tendríamos que tener el británico. Segundo somos un país presencialista que no evalúa a la gente por el trabajo que hace, sino por las horas que se pasa en el trabajo. Eso hace que no tengamos unos horarios flexibles. En Holanda, la rigidez es de un 40% y los trabajadores pueden entrar y salir porque se les evalúa por el trabajo que hacen, pero en nuestro país la rigidez es de un 80%, la más alta de Europa. Eso comporta una baja productividad y, por eso, no tenemos tejido productivo competitivo.

¿Qué incidencia tuvo el franquismo en estos cambios? El tercer bloque es el del desarrollismo franquista, en los años 60. Las familias, mucho más numerosas que las actuales, estaban cuidadas por la madre, y el padre, buscaba un segundo sueldo o hacer horas extras en la fábrica. Si era funcionario, hacía un horario de jornada intensiva de 8 h a 15 h y, después, comía y hacía un segundo trabajo. Por eso se dejó de comer a la una. Llegaban a las 9 h a casa, la madre esperaba con los hijos que el padre llegara y pasaban de cenar a las 8 h a hacerlo a las 9 h. Este desbarajuste nos lleva a consolidar un horario que no sólo afecta a las cuestiones de salud, sino también de éxito escolar, de equilibrio demográfico, de cohesión y de democracia.

Esto, con trabajos como el nuestro o sanitarios, en los que no hay horarios, ¿cómo se soluciona? Hay trabajos que son de 24 horas. Recibimos muchas demandas de personas que son enfermeros o periodistas que trabajan en digital que tienen esta preocupación. Sí que puede llegar a afectar porque si compactamos las horas de trabajo de 9 h a 17 h y toda la actividad económica y de servicios se hace en este horario, podremos mejorar. Esta oferta de 24 horas casi no tiene mucho sentido. Pero quien haga de policía o médico tendrá que atender las 24 horas.

¿Cómo se compagina esto con la tendencia de las tiendas a abrir hasta más tarde? Es paradójico que en un momento de crisis en que hay menos ventas, el sector del comercio haya ampliado horarios y, por lo tanto, se aumenten costes. No tiene sentido. Al final, todos compramos los mismos pantalones, independientemente de si está abierto 24 horas. El sector del pequeño comercio, que son unas 300.000 personas en Catalunya, tienen derecho a tener vida privada y por eso hay que compactar los horarios. Si te vas fuera, las tiendas cierran a las 19.30h.

Tampoco hace falta que los barceloneses seamos turistas en nuestra propia ciudad

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¿Y con el turismo, que quiere tener al alcance servicios a todas horas? Esta es otra cuestión, que son las ciudades abiertas 24 horas. Somos receptores de turismo y no podemos dar la espalda a esta oferta pero tampoco hace falta que los barceloneses seamos turistas en nuestra propia ciudad. Queremos que la gente se levante por la mañana y desayune porque ahora sólo lo hacen tres de cada diez. Esto no tiene por qué ser un problema para abrir las ciudades 24 horas porque alguien de fuera hace un horario arreglado dentro de esta locura.

¿El sector de la restauración está de acuerdo? Se trabaja por turnos. Se trata de que el ritmo general de los ciudadanos sea este que proponemos porque es el más saludable, el de toda la vida. La organización de la ciudad va por otra vía. Nosotros hablamos de un doble ritmo. El de los vecinos y el del turismo. Los turistas cuando vienen aquí comen a las 12 h y cenan a las 17 h. Somos nosotros los que aprovechamos la franja para comer a las 15 h y cenar a las 23 h.

¿Cómo consigues, sin imponerlo, que la gente coma a las 13 h? Si lo cambiamos una vez, lo tenemos que poder cambiar otra. Antes de los años 60 hacíamos estos horarios. Tenemos que hacer mucha pedagogía. A la gente le tenemos que explicar que estos horarios que hemos instalado en los últimos años, tienen unas consecuencias brutales para su salud o para el acompañamiento de las personas mayores. No somos Corea del Norte y no podemos decir a la gente: a partir de ahora se harán estos horarios.

¿Y cómo lo harán? Tenemos un ejemplo con la ley del tabaco, que lo cogemos como referente de lo que queremos hacer. Al principio, nadie se creía que dejaría de fumar en las discotecas. Pero después de una década de impulsarla, la gente ya no fuma dentro de casa ni en el coche. Hemos conseguido un cambio de hábitos a través de una cadena de valores.

¿Cuál es el punto en común con la ley del tabaco? Tenemos que explicar que determinados horarios matan, tocar algunos elementos de ley para hacer palancas de aceleración e incentivar aquellas empresas y organizaciones que hagan unos horarios más saludables. Lo haremos desde el Parlament con una ley, con un gran pacto de todos los actores y con una gran campaña para que los incrédulos e ignorantes vean que eso es una necesidad para todo el mundo.

¿Tienen previsto firmar el acuerdo para la Reforma Horaria este año? Yo soy nuevo en el Parlament y tengo que empezar a entender muchas cosas. Ahora estamos dialogando con la comisión de Asuntos Institucionales para empezar a articular el primer texto para poder impulsar la ley. Nos ponemos manos a la obra.

¿Qué apoyos tiene? Todos los grupos están de acuerdo y eso es una gran ventaja. Se supera la idea de la ideología porque es un proyecto integral para mejorar los horarios de todo el país.

La globalización es una oportunidad para la reforma horaria

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¿Después de que el Tribunal Constitucional suspendiera el año pasado la ley catalana de horarios comerciales, se prevé aplicarla al margen del proceso o cuando salga adelante? Tenemos algunas dificultades. No tenemos competencias en materia laboral, la ley catalana de horarios comerciales está suspendida, los horarios de la televisión no los podemos regular exclusivamente desde aquí... No me queda ninguna duda que si en Catalunya hacemos esta estrategia y se consolida, en Madrid también correrán aires de cambio porque si lo enfocamos como un elemento de salud de las personas, las organizaciones y la sociedad en general, caerá por su propio peso. La globalización es una oportunidad para la reforma horaria.

A veces, se relacionan los horarios que hacemos con el clima. No tiene nada que ver. Es una cuestión del franquismo. Y ahora tenemos la oportunidad de corregirlo y ponernos en hora.

La mentalidad horaria está muy asentada. Una persona que trabaja en Bruselas tiene más flexibilidad para entrar y salir. Cuando tú trabajas, el comercio trabaja, y cuando tú descansas, ellos también lo hacen. Tenemos que encontrar un equilibrio entre una oferta 24 horas y unas personas que también tienen un derecho de poder vivir de una manera digno y con calidad. Esta iniciativa también es un combate a favor de la equidad. Se habla de dos grandes ejes de distribución: el del poder y el de la renta. Nosotros añadimos un tercero: la redistribución del tiempo, que también es una fuente de riqueza y ahora es un bien escaso.

En el Parlament están impulsando la Reforma Horaria pero en la Generalitat no. ¿Cómo se concilia? Fruto de la comisión de estudio, una de las conclusiones fue que el Parlament tenía que ser piloto con los horarios. Por la mañana empezamos a las 10 h porque hay gente que viene de fuera, pero la sesión de tarde, en vez de empezar a las 16.30 h, empieza a las 15 h. Hay situaciones en que te han convocado para una comida a las 14 h y una hora más tarde tienes que estar al pleno.

¿Y pues? Tendremos que hacer mucha pedagogía, tendremos que suprimir las comidas de trabajo o hacer comidas ejecutivas de 45 minutos. Nos pensamos que a las seis de la tarde lo podemos resolver todo pero los estudios dicen que una persona rinde más de 9 a 12 de la mañana. Para que los periodistas podáis hacer vuestro trabajo mejor, tenemos que intentar dejar de generar actividad política a partir de las siete de la tarde. Tenemos que adelantar los premios Gaudí y Planeta y el fútbol.

¿En Palau, lo implementaréis? Yo confío mucho en la consellera Munté, que aporta un aire femenino y hace falta mucho en esta reforma.

¿Qué aportaría un toque femenino? Cuando hablas de conciliación, todo el mundo sale corriendo y no va con ellos, pero cuando hablas de salud pública y los dices que por mucho que te cuides y no tengas colesterol, si duermes cuatro horas te cogerá un ictus, la cosa cambia. Si conseguimos también que las mujeres asuman cuotas de responsabilidad también cambiarían las cosas.

¿Por qué? Porque las mujeres de este país son las más estresadas de Europa y las más medicadas del mundo. Y en buena parte los horarios tienen mucho que ver. Son las mujeres que más tarde tienen los hijos y sólo tienen 1,16. Esto tiene un coste brutal para nuestra sociedad porque, al final, ¿quién pagará las pensiones del futuro si no tenemos futuros trabajadores?

Fotos: Sergi Alcàzar