La reforma de la ley mordaza vuelve este martes al Congreso de los Diputados a través de la comisión de Interior. Es el trámite posterior a la ponencia y previo a su entrada en el Pleno de la cámara baja, pero un paso muy frágil porque, si no recibe los votos suficientes, la reforma puede tumbarse y acabar enterrada; al menos para esta legislatura. Así, la comisión se reunirá para emitir dictamen sobre el informe que se elaboró durante la ponencia. Pero la situación es que PSOE y Podemos hacen pinza para presionar a Esquerra Republicana y a Bildu para que den luz verde al texto, mientras que los independentistas catalanes y vascos exigen una reforma más ambiciosa.
Bildu y ERC han reiterado en los últimos días que su intención es, de momento, mantener la posición y votar que 'no' al texto pactado en la ponencia. De esta manera se expresó este lunes la portavoz republicana, Marta Vilalta, que, para añadir presión a PSOE y Podemos, aseguró que "Esquerra Republicana no puede asumir la reforma de una ley que se queda muy corta". "No avalaremos aquello que en Catalunya prohibimos hace diez años", aseveró la también secretaria general adjunta del partido en referencia a las pelotas de goma de los antidisturbios. "Nos sorprende que una formación como Podemos no lo haga", apuntaba.
Pero fuentes del grupo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados apuntan a este periódico que, al fin y al cabo, en Catalunya las pelotas de goma no están prohibidas. Ya que el Parlament aprobó en 2013 —y está en vigor desde el 2014— que los Mossos d'Esquadra no podían hacer uso de este material antidisturbios. Ahora bien, la norma no es aplicable a la policía española y a la Guardia Civil instalada en el territorio catalán. Sea como sea, desde este grupo parlamentario se insiste en que el texto que ya ha salido de la comisión no es el más deseable, pero que supone un gran avance en comparación con la ley represiva que aprobó el gobierno de Mariano Rajoy.
En Esquerra Republicana también admiten que el texto pactado hasta ahora es un avance importante, pero consideran que no es suficiente. Es por eso que, por ejemplo, Junts per Catalunya se indignó cuando los republicanos salvaron la reforma y en la ponencia dieron luz verde a la continuidad de su trayecto parlamentario.
Los motivos de la discordia
La razón por la cual la reforma de la ley mordaza cuelga de un hilo es porque hay una fractura entre los socios de investidura. Entre PSOE, Podemos, ERC, Bildu y Junts per Catalunya hay puntos de vista diversos en elementos como la desobediencia y las faltas de respeto a la policía y las devoluciones en caliente de inmigrantes en la frontera, y el uso de pelotas de goma por parte de los antidisturbios.
El gesto de Esquerra Republicana de votar a favor de los textos alternativos que presentaron PSOE, Podemos y PNV no fue fortuito. El partido invitó a los dos socios del Gobierno a "moverse" y llegar a un pacto más adelante. Bildu, sin embargo, abanderaba el mismo argumentario que los republicanos, con la diferencia que optó por defender mantener el debate en la ponencia, y no jugársela a enviar la reforma a la comisión y que acabe muriendo si no se llega a un acuerdo.
Los independentistas vascos, así como Junts per Catalunya, consideran que si no se modifican los artículos relativos a las pelotas de goma, la desobediencia, resistencia y devoluciones en caliente, el "corazón" de la ley mordaza mantiene su latido. Es decir, que se mantiene la actitud represiva del estado español. Ambas formaciones consideran que es insuficiente mejorarla solo un poco.
PSOE y Podemos: mejor eso que nada
El PSOE, por su parte, pide encontrar un "equilibrio" entre los derechos y libertades de las personas y la "seguridad jurídica" de los policías. De hecho, los socialistas han repetido a diestro y siniestro que el texto que se ha elaborado hasta ahora ya supone un claro avance respecto de la ley que aprobó el PP. Y este es el punto en el que se agarra Podemos.
El socio de gobierno sostiene que la propuesta actual "no tiene nada que ver con la de Rajoy". Aunque admiten que sería deseable hacer una propuesta todavía menos represiva, insisten en que es mejor eso que nada. A estas alturas, el pacto es inexistente; y este martes los grupos tendrán en frente sus últimos minutos para llegar a un acuerdo de mínimos y dirigirse al Pleno del Congreso con la posibilidad de presentar las enmiendas que consideren.