Todo el mundo empieza a tener claro que tras la crisis sanitaria del covid-19 llegará una de las crisis económicas más duras de la historia contemporánea. El Banco de España prevé una caída de entre el 6,6% y el 13,6% del PIB español en 2020, mientras el Fondo Monetario Internacional sitúa la cifra en un 8%.
Todavía es pronto para saber si esas predicciones son esmeradas pero, para ponernos en contexto, la economía española cayó en torno a un 8%, precisamente, entre 2008 y 2013. Dicho de otra manera, tanto el Banco de España como el FMI prevén una hundimiento igual al de la última gran crisis, pero concentrado en un solo año. Viviremos una emergencia social como la mayoría no hemos visto nunca.
La medida que suscita un consenso mayor es la renta mínima garantizada. Desgraciadamente, la música que llega es preocupante para Catalunya
De comunistas a liberales, nadie discute que será necesaria una intervención pública de dimensiones galácticas para superar la emergencia social que ya empieza a intuirse. Los más débiles necesitarán un apoyo que tendremos que pagar entre todos, y eso supondrá sacrificios para todo el mundo. Por eso es crucial que el dinero que le dediquemos se gaste lo mejor posible.
La medida que parece suscitar un consenso más amplio, tanto dentro del gobierno español como fuera, es la instauración de una renta mínima garantizada, ya veremos si permanente o temporal. Esta medida suele gustar a izquierda y derecha, porque une el componente social del subsidio con el incentivo al consumo que permitirá salvar muchas empresas. Otro día hablaremos de si España se lo puede permitir, pero el gobierno español asegura que a finales de mayo tendrá una propuesta sobre la mesa. Desgraciadamente, la música que nos llega es muy preocupante para Catalunya. ¿Por qué?
Todo el mundo entiende que no es el mismo ser pobre en Italia que en Bangladés. Por esta razón, en las estadísticas se emplea un concepto relativo denominado "riesgo de pobreza". Se calcula a partir de un umbral, que es el 60% por ciento de la mediana de ingresos por unidad familiar del país. Es decir, si en tal país la mayoría de las familias gana 20.000 euros al año, el umbral de pobreza es de 12.000 euros y todas las familias que ganen menos se consideran en riesgo de pobreza.
El informe de 2019 de la Red Europea contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) sitúa el umbral de pobreza en España en unos ingresos de 8.871 euros anuales por familia. Con eso podemos calcular qué porcentaje de familias quedan por debajo en cada comunidad autónoma:
El gráfico pinta una situación dantesca en las comunidades menos dinámicas, donde más de uno de cada tres hogares estaría en riesgo de pobreza. Todavía es más exagerado en Extremadura y Ceuta, donde el riesgo de pobreza se acerca peligrosamente a la mitad de la población. Eso supondría bolsas enormes de familias pasando hambre por las calles de esas comunidades, una situación que quizás era verdad en los años 60, pero que hoy no tiene nada que ver con la realidad. ¿Cómo es posible?
La gran trampa de la estadística es qué referencia territorial se toma para calcular el umbral. Como habrás comprobado con tus amigos o familiares que viven en otras comunidades autónomas, es mucho más caro vivir en Catalunya que en Extremadura. Por ejemplo, el precio de la vivienda es tres veces más caro en Catalunya que en Extremadura, llenar un depósito de gasolina cuesta medio euro más, también son más caros los supermercados, los restaurantes e, incluso, los menús escolares. Dicho de otra manera, con los mismos ingresos, una familia puede vivir en Cáceres, pero se moriría de hambre en Barcelona.
EAPN nos proporciona un cálculo del umbral de pobreza para cada comunidad autónoma: en Catalunya son 10.981 € anuales, en Madrid 10.135, en Andalucía 6.975 y en Extremadura 6.158. Por eso, al mirar el gráfico del riesgo de pobreza utilizando el umbral autonómico en lugar del español, la foto es completamente diferente: Extremadura pasa a ser la comunidad con menos población en riesgo de pobreza y de otras teóricamente ricas, como el País Valencià, se cuelan entre las primeras posiciones.
Es decir, hay muchas más familias valencianas, catalanas o madrileñas que tienen problemas serios para llegar a final de mes que en Andalucía, Extremadura o Asturias.
¿Y eso qué tiene que ver con la renta mínima? Muy sencillo: el gobierno de PSOE y Podemos diseñan la renta mínima en función de un umbral único español. Eso quiere decir que casi todas las familias beneficiarias serán de Extremadura y Andalucía y, según el alcance de la medida, puede ocurrir de que alguien que pasa hambre en Barcelona o Madrid no tenga derecho a renta, mientras familias que pueden ir al restaurante el domingo cobren en Extremadura o Ceuta. Todo, por la sacrosanta "igualdad entre españoles".
Que Podemos se haya vuelto tan nacionalista español que promueva una medida que beneficia a las clases medias-bajas de Extremadura y Andalucía por delante de los pobres de Madrid y Barcelona se puede entender, sobre todo tras su repentino amor por la monarquía y el ejército. Lo que sería imperdonable es que ERC, JxCat y la CUP dieran apoyo a una medida que condena a los catalanes pobres, hablen la lengua que hablen, a soportar la peor crisis de su vida sin ningún apoyo público.