Alargar el momento de jubilarse más del necesario pone en peligro la salud de las personas de 60 a los 69 años e, incluso, puede provocar la muerte directa. Esta es la conclusión que ha sacado la fundación Fedea, dedicada a los estudios de economía aplicada, en un informe a nivel europeo.
Así pues, constatan cómo muchos países han reformado el sistema público de pensiones para hacer frente al envejecimiento de la población y mantener la solvencia financiera. Uno de los principales instrumentos de política es la restricción del acceso a los planes de jubilación anticipada mediante el aumento de la edad mínima de acceso a la pensión.
Unas consecuencias mortales
Y avisan: "Si bien existe una amplia literatura que estudia las respuestas de la oferta de trabajo a estas reformas de las pensiones, hay relativamente pocos estudios sobre el impacto de la jubilación a la mortalidad. Dado que los efectos sobre la mortalidad de anticipar y posponer la edad de jubilación no son necesariamente simétricos, estas estimaciones podrían no ser demasiado relevantes actualmente, en las que la mayoría de los responsables políticos pretenden incentivar la prolongación de la vida laboral. Por lo tanto, es importante para las políticas, entender el impacto del retraso de la jubilación a la mortalidad".
En el estudio de Fedea, encuentran que retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años en 5 puntos porcentuales (equivalente a un aumento relativo del 50%). Las respuestas de la mortalidad entre las edades en que no se puede acceder a las pensiones públicas (60 y 64 años) son las más fuertes.
Los riesgos laborales
En esta analítica también está la tipología de trabajo. En primer lugar, utilizando los accidentes laborales registrados a nivel de industria como indicador de la carga física, muestran "que el aumento de la mortalidad es mayor para aquellos que trabajaban en sectores con un alta intensidad de accidentes laborales. Eso confirma la literatura previa que ya ha establecido que los empleos físicamente exigentes conducen a efectos adversos para la salud".
Pero también ponen el acento en la salud mental, en concreto el estrés particular y social que experimentan los individuos antes de la jubilación también influye. "Retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años en 5,3 puntos porcentuales para las personas con trabajos de alta carga psicosocial, mientras que esta cifra es de 3,6 puntos porcentuales para las personas con trabajos de baja carga psicosocial".
Con este estudio, Fedea avisa a países como España donde este tipo de políticas sociales se están perdiendo a favor de una jubilación responsable con la salud de las personas.