Es la primera vez en la historia de la realeza europea que un monarca admite y pide disculpas por el colonialismo de sus antepasados. El Rey Felipe de Bélgica se ha dirigido por carta al presidente de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi, y le ha pedido disculpas por el genocidio que Leopoldo II cometió en este país donde introdujo la esclavitud y asesinó a veinte millones de personas de forma directa o indirecta desde el año 1885.
Las torturas y los crímenes se sucedieron y, coincidiendo con el 60 aniversario de la independencia del Congo, el Rey belga no ha perdido la oportunidad de disculparse por lo que él mismo ha reconocido que fueron "actos de violencia y crueldad". Y ha añadido: "Quiero expresar mi más profundo lamento por estas heridas del pasado, el dolor que hoy se revive por una discriminación demasiado presente en nuestras sociedades, mi compromiso a seguir luchando contra todas las formas de racismo". Aunque en la carta, en ningún momento explicita el nombre de Leopoldo II.
A menudo, las casualidades no existen. Esta carta coincide con el movimiento Black Lives Matter nacido en los Estados Unidos después de dar la vuelta al mundo las imágenes de un policía matando un ciudadano negro, George Floyd, el pasado 25 de mayo en Minneapolis.
Polémica con el hermano del Rey de Bélgica
Pero en Bélgica, el movimiento también ha tenido una doble lectura. El hermano del Rey, Laurent de Bélgica, ha denunciado las pintadas y los destrozos que han sufrido algunas esculturas públicas de su antepasado Leopoldo II. En una entrevista para la agencia belga Sudpresse, ha salido a defender la figura de este colonizador: "Él nunca fue al Congo, así que no entiendo cómo puede haber hecho sufrir a alguien. Tendríais que ver lo que Leopoldo II ha llegado a hacer por Bélgica". Y como ejemplo cita "la construcción de parques en Bruselas".
El alud de críticas que ha recibido en Bélgica han sido numerosas. Manifestaciones, estatuas pintadas o rotas y la demanda principal de retirar la estatua mayor de Leopoldo II que hay en pleno centro de Bruselas. Muchos belgas no están orgullosos de su pasado como país y la capital se ha comprometido a someter a debate la retirada de cualquier homenaje a esta figura.
Crímenes macabras
Leopoldo II gobernó el Congo desde 1885 hasta 1908. Después, el país pasó a manos del mismo estado belga hasta el año 1960. Sólo en el primer periodo, durante 23 años, el rey belga acumuló una fortuna de más de 1.000 millones de dólares. Los genocidios y las torturas más macabras las protagonizó su régimen. Leopoldo II ordenaba cortar muñecas y tobillos a los congoleños si consideraba que no extraía suficiente cantidad de marfil o caucho diarios.
Tshisekedi, el actual presidente del Congo que dirige un gobierno de coalición, ha pedido un día de "meditación" en lugar de celebración y se dirigirá este martes a la nación. Por su parte, la primera ministra de Bélgica, Sophie Wilmès, pidió el reconocimiento del sufrimiento pasado, sin hacer ninguna disculpa oficial: "Como pasa en otros países europeos, ha llegado el momento que Bélgica emprenda el camino de la búsqueda, la verdad y la memoria".