El reformismo catalán como revulsivo respecto del inmovilismo del Estado no es un invento del líder de Ciutadans, Albert Rivera. Ya el año 1986 Miquel Roca i Junyent se presentó con el Partido Reformista Democrático (PRD) a las elecciones generales, bajo la consigna "una propuesta catalana para la modernización del Estado". La operación Roca fue un fracaso que obtuvo tan sólo el 0,9% de voto en España y ningún escaño, y es el precedente con que cuenta Rivera para evitar usar fuera de Catalunya el lema "un presidente catalán para gobernar España".
A diferencia de la consigna que utiliza en la campaña catalana, "Tiempo de acuerdo. Tiempo de cambio" es el lema diferencial de la formación naranja para la campaña estatal. En un momento que la conformación de pactos será clave después del 26-J, C's se mantiene fiel a sus orígenes. El objetivo del partido liberal siempre ha basculado entre la lucha contra la corrupción, la voluntad de reformar la economía y las infraestructuras en España y la centralidad política.
Sin embargo, Rivera parece resignarse a su condición de partido bisagra capaz a regenerar las instituciones, más que de partido que aspira a gobernar con mayoría. "Si no somos decisivos, PP y PSOE no cambiarán ni una coma", decía en el mitin central de campaña en Barcelona, este sábado. En este escenario, y en un momento que las encuestas le garantizan los 40 diputados del pasado 20-D, Rivera no quiere arriesgarse a entrar en debates que pueden molestar al electorado español.
Preguntados por la hipótesis que la "catalanidad" les pudiera robar voto en el resto del territorio, fuentes de la formación naranja lo niegan. Por su parte, explican que potencian el rasgo para ilustrar a muchos catalanes en el sentido que pueden seguir teniendo un papel en el Estado, ahora que según su opinión "el procés está en vía muerta". Al mismo tiempo, afirman que el mensaje se enmarca en la idea de proyecto común para España sin incurrir en contradicciones que podrían ser penalizadas por los electores, afirman.
El Partido Reformista Democrático
Corría el año 1984 y Miquel Roca i Junyent puso en marcha el PRD, junto con personalidades de la banca, la patronal y el periodismo. La formación integraba otros preexistentes, como el Partido Demócrata Liberal de Antonio Garrigues Walker, el Partido Riojano Progressista (PRP) y Unió Mallorquina (UM), y surgió de la idea de antiguos miembros de la desaparecida Unión de Centro Democrático (UCD) y CiU, que buscaban abrirse un lugar entre el PSOE del expresidente Felipe González y la Alianza Popular de Manuel Fraga.
Creyendo que ambos habían tocado techo y había nicho suficiente para una tercera fuerza en el Estado, el PRD desplegó una ofensiva orientada a maximizar la utilidad de su voto. En Catalunya, el PRD no se presentó, sino que lo hizo CiU como referente de éste, el mismo caso que en Galicia, donde lo hizo bajo el paraguas de la Coalición Gallega.
El lema que Roca utilizó entonces no escondió en ningún momento su catalanidad, es más, la potenció como activo de la candidatura. Ya entonces algunas voces señalaron que el proyecto estaba demasiado vinculado a la política catalana, motivo por el cual se podrían haber desmovilizado los votos de algunos centristas liberales españoles. La derrota electoral fue acusada, pero el fracaso en el Estado no lo fue para CiU, que obtuvo un porcentaje de apoyo muy elevado en Barcelona y Girona. El PRD se desarticuló la misma noche electoral, con el éxito de González y el mantenimiento de Fraga.
Así las cosas, Rivera ha preferido ser cauteloso en el resto del Estado. No sea que el partido se desmonte y no tenga la suerte de Josep Maria Àlvarez. El líder de UGT afirmó, el día que fue elegido, que su sindicato era la única organización del Estado donde no había funcionado la catalanofobia.