Tras cinco días reflexionando sobre si seguir o no seguir al frente del Gobierno, Pedro Sánchez ha despejado la incógnita y ha anunciado que seguirá siendo presidente del Gobierno. Después de su declaración desde el Palacio de la Moncloa, en una comparecencia sin preguntas, las reacciones no se han hecho esperar. Las de sus compañeros de partido han sido eufóricas, no así las de sus rivales. Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana en Madrid, un partido que le había reclamado que no le temblaran las piernas ante la extrema derecha, lo ha hecho publicando, como no podía ser de otra forma, un mensaje en X: "Mal ejemplo si se iba porque no era una dimisión, era una rendición. Y mal ejemplo aún todavía si se queda sin hacer nada porque habrá sido un acto de frivolidad y no algo de verdad", ha escrito el portavoz de los republicanos en un tuit.
Minutos más tarde de que se publicara la carta de Pedro Sánchez, Rufián ya escribió un tuit en el que denunció que el PSOE "muchas veces miró hacia otro lado" cuando los que ahora van a por el PSOE iban contra Irene Montero o "mataron políticamente" a Mónica Oltra. Pero también añadió que "a pesar de todo eso hoy solo cabe apoyar y aguantar. Antes rotos que doblegados", escribió el miércoles. En el primer mitin de campaña de su partido —ha ido participando en varios mítines—, también se refirió a este tema: "Le decimos a aquel que hoy flaquea y que quizás se marche ante el fascismo, que aparte de enviar cartas, le invitaría a cambiar el poder judicial y mediático en España".
Pedro Sánchez ha anunciado este lunes su decisión de mantenerse en el cargo de presidente del Gobierno. Lo ha comunicado a la ciudadanía, a la que el miércoles se dirigió por carta, tras habérselo trasladado a Felipe VI en una reunión a primera hora de la mañana en el palacio de la Zarzuela y también a miembros de su núcleo duro: María Jesús Montero —vicepresidenta, y la persona que le habría sustituido en caso de dimisión—, Félix Bolaños y Santos Cerdán. Ha decidido continuar y ya está; no ha anunciado en su comparecencia la intención de celebrar una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados, que era un elemento que se daba prácticamente por sentado en caso de que decidiera mantenerse en el cargo, ni tampoco ningún anuncio para reformar el poder judicial español, después de que un juzgado abriera diligencias contra Begoña Gómez.