Josep Rull se presenta en el locutorio de la prisión de Lledoners con una botella de agua bajo el brazo. Es miércoles, tercer día de la huelga de hambre. Saluda con la mano y una sonrisa antes de coger el teléfono con que se comunica con el otro lado del cristal. Le envuelve un aire de fatiga. Viste un polar azul eléctrico y una chaqueta. Ha perdido unos cinco kilos, a un ritmo de medio kilo por día. Pero tiene buen color. Los médicos les han aconsejado que tomen el sol y tan pronto como algún rayo desafía en frío invierno del Bages intentan absorber toda la vitamina D que pueden.
Rull habla con voz firme pero admite que los efectos de la huelga de hambre van haciendo mella. Sin embargo, conserva la ironía y el humor. Incluso bromea sobre la situación que se crea cuando recoge los platos en el comedor, lo cual forma parte de las tareas que tiene asignadas. Explica que se le van los ojos tras un sencillo bocadillo. Admite que lo más duro fueron los primeros días porque la sensación de hambre no desaparece. "Tienes un hambre brutal", confiesa remarcando cada una de las sílabas y las letras.
El conseller sigue haciendo estos trabajos -"el destino", le llaman- porque le permiten conseguir dos llamadas telefónicas y un vis a vis añadido a los que le corresponden mensualmente. Además, los médicos le han aconsejado que mantenga alguna actividad física. Y los compañeros les ayudan allí donde no pueden llegar.
En el TC se empieza a abrir el cajón
Rull lo explica sin dramatismo. Porque continúa convencido de que ha sido un acierto adoptar una medida tan extrema como la huelga de hambre. Este miércoles, el TC ha rechazado recursos de amparo de Carme Forcadell, Anna Simó, Anna Gabriel y Mireia Boya, y los presos piensan que su presión no es ajena a esta decisión; que su protesta ha influido porque la tendencia en el Constitucional era a alargar el máximo posible las resoluciones. "La percepción que tenemos es que se empieza a abrir el cajón", afirma.
Cuando habla del Constitucional las protestas brotan en cascada, contra la "politización severísima del TC" y contra la acción sin control de los poderes del Estado para preservar "a cualquier precio" la unidad de España. Alerta que la situación es muy grave, y que hoy está perjudicando al independentismo pero que pasará lo mismo a cualquiera que se atreva a cuestionar el deep state. "El Estado español da miedo y los españoles todavía no son conscientes", avisa en una frase con que los presos sintetizan esta situación.
Rull, como el resto de presos en huelga de hambre, sólo beben agua. Un suero que tienen prescrito. Alguna manzanilla caliente de la cual habla con deleite y que infusiona con una tetera que le ha dejado un compañero.
Nota cómo va perdiendo masa muscular, pero sobre todo nota una sensación de frío muy intensa. Es uno de los efectos de ir perdiendo grasa en el cuerpo. El frío afecta especialmente a las extremidades mientras las reservas de energía, cada vez más reducidas, se concentran en los órganos vitales.
Experimenta también una indignación profunda mezclada de incredulidad, pero eso no es efecto de la huelga sino de escuchar las acusaciones de PP y Cs sobre supuestos batidos energéticos que se les suministran. Oír eso por parte de líderes como el popular Pablo Casado es, para Rull, "la amoralidad más absoluta".
Pero siguen. Valoran positivamente el efecto de su protesta en Catalunya, aunque lo que los ha sorprendido es la resonancia internacional, por encima del que se habrían esperado. Un 25% de las cartas que les llegan tienen remitentes de Bélgica, Irlanda, Francia, Alemania, Reino Unido... En cambio, en el resto del Estado se mantiene "el apagón informativo".
El tema del día este miércoles en Lledoners, igual que fuera de estas gruesas paredes, es la intervención de Pedro Sánchez en el Congreso de los diputados. No ha gustado nada.
Sánchez está cayendo en la trampa de Vox y no ganará nunca en el terreno de juego de la extrema derecha
"Es inaudito. Está cayendo en la trampa de Vox. Si juega el partido en el terreno de juego de la derecha o la extrema derecha es imposible que gane nunca. Renuncia a hacer política en mayúscula", lamenta. Rull se indigna recordando que Sánchez reclama al independentismo una propuesta que sume el 75% de la sociedad catalana para sentarse a hablar: "cuando él tiene poco más del 20% del Congreso!". "Es una severa falta de con respeto a los ciudadanos de Catalunya con una actitud de desprecio impropia", afirma escandalizado.
No obstante, una de las cuestiones que ahora mismo más preocupan a los presos es la reunión del Consejo de Ministros del día 21 de diciembre en Barcelona, el día que se cumple el primer aniversario de las elecciones en el Parlament que convocó Mariano Rajoy. Describe el gesto como "poco afortunado" –"y me estoy conteniendo", ironiza.
Recuerda que la persecución al independentismo ha hecho que casi el 15% de los diputados que fueron escogidos en aquellos comicios del 21-D hayan tenido que renunciar al escaño o no puedan acudir al pleno porque están en la prisión o en el exilio. "Es un escándalo de dimensiones estratosféricas", subraya.
Todas las protestas tienen que ser pacíficas, cívicas, con la cara destapada
A partir de aquí, no obstante, Rull advierte que si el Consejo de Ministros se quiere reunir en Barcelona, tiene derecho a reunirse, al igual que los ciudadanos tienen derecho a discrepar "pacíficamente, cívicamente y democráticamente, como siempre". Y lo repite una vez y otra. Como una obsesión. Un mantra. Una preocupación extrema ahora mismo en Lledoners.
Rull recuerda que los presos han escogido una de las fórmulas "más potentes y rotundas" de la protesta no violenta y querrían "empapar a la sociedad catalana de este espíritu". "Cuando vamos juntos y de una manera cívica y pacífica somos imparables. Cuando hemos hecho eso ganamos siempre", remacha.
No podemos caer en provocaciones
El conseller agarra el teléfono del locutorio como si lo quisiera convertir en un altavoz para explicar-se al exterior. "No nos pueden desviar. No podemos caer en provocaciones. Este movimiento tiene que seguir expresándose pacíficamente", reclama.
¿Qué piensa de la vía eslovena que defiende el president, Quim Torra? "Prefiero el Quim Torra de hoy que ha dicho que nosotros siempre nos movemos por la vía pacífica y democrática. Este es el énfasis que se tiene que poner".
Mientras habla, la mano de Rull se queda a menudo encima del cristal. Como buscando un contacto imposible. Como la rémora de un gesto habitual del conseller de poner la mano encima del hombro o el brazo del interlocutor para añadir más énfasis a sus palabras.
A partir de hoy Rull reducirá las visitas. La huelga de hambre va disminuyéndolas las fuerzas. Son perfectamente conscientes. Pero este fin de semana podrá ver a los hijos y quiere reservar la energía.