Sin lluvias consistentes en tres años, la situación de sequía en Catalunya hace tiempo que ha sobrepasado la preocupación hasta convertirse en un auténtico quebradero de cabeza sin ninguna solución a la vista. Samuel Reyes, director de la Agencia Catalana del Agua (ACA) desde julio del 2021, ha vivido de primera mano esta crítica realidad, siendo uno de los máximos responsables de garantizar que el país no se quede sin su bien más preciado. Acoge un equipo de ElNacional.cat en su oficina, desde la cual se puede ver cómo un cielo gris y nublado cubre Barcelona. Una vez acabada la entrevista, y como si estuviera minuciosamente calculado, empieza a llover sobre la capital. Pero son solo cuatro gotas, un remedio insuficiente. Toca dejar de confiar en que llueva.
El Gobierno activó la preemergencia por sequía la semana pasada. Es una fase que no estaba prevista en el Plan Especial de Sequía. ¿Por qué se introduce?
Es un punto intermedio entre la excepcionalidad y la emergencia, una especie de excepcionalidad agravada. Bajamos la dotación por habitante y día de 230 litros a 210, y reducimos la dotación para el regadío de zonas verdes de 450 metros cúbicos por hectárea a 200, que es menos de la mitad. Es un paso intermedio que también sirve para dar un grito de alarma, que entienda la ciudadanía y los sectores económicos que estamos en una situación realmente grave. Y por eso usamos la palabra 'emergencia'.
¿Por qué no se ha avanzado la emergencia por sequía en vez de crear esta nueva categoría?
El Plan Especial de Sequía nos permite avanzar la emergencia si vemos una situación crítica. Pero cómo más intensa es la fase —de alerta, excepcionalidad o emergencia— más restricciones hay sobre las actividades económicas para garantizar el abastecimiento. Con el objetivo de no impactar tanto en la economía, pero de dar este grito de alarma, creamos la preemergencia. Al final, el 50% del consumo en las cuencas internas es urbano, y aquí es donde ahora queremos actuar. También queda el sector industrial, porque el agrícola ya ha sufrido todas las restricciones. Entonces, entraremos en emergencia cuando los indicadores lo marquen.
Para reducir el consumo urbano, se reduce la dotación por habitante y día de 230 litros a 210. ¿Es una reducción suficiente?
Estamos hablando de un límite de 210 litros por habitante y día. Los ciudadanos dicen "Yo consumo 90", "Yo consumo 70", "Yo consumo 115". Pero eso es lo que consumimos en casa. Después salimos a la calle y vamos a bares, restaurantes, gimnasios, bibliotecas, universidades, escuelas, oficinas... Todo eso consume y esta suma da 210 litros. ¿Qué hacemos con esta preemergencia? Es un llamamiento a los ciudadanos y a las ciudadanas para prestar la atención a todo aquello que hacemos cuando salimos de nuestra casa.
¿Con respecto al sector industrial, no son necesarias más restricciones?
Ya tiene restricciones, pero son progresivas, porque al final todos nosotros trabajamos en algún lugar. El uso industrial tiene unas restricciones del 5% en alerta, 15% en excepcionalidad, y 25% en emergencia, pues aquellos usos que vienen delimitados en la ley son los que hemos utilizado para hacer las restricciones.
Pronto se aplicará la fase de emergencia. ¿Qué implicará para los ciudadanos?
Esta fase implica bajar a 200 litros por habitante y día, por eso ahora hemos creado este punto intermedio que tira más hacia la emergencia que hacia la excepcionalidad. Tenemos también 37 municipios de cuatro unidades diferentes en emergencia. ¿Entonces, qué supondría? Más restricciones con respecto a la dotación diaria; lo que hemos explicado a las actividades industriales, agrícolas y ganaderas; la prohibición del uso de agua por la acequia; y otras restricciones con respecto a piscinas, arbolado y campos deportivos.
Intentaremos que en la zona metropolitana no lleguemos al punto de abrir el grifo y que no salga agua
Si la situación continúa en esta línea, ¿la gente podría llegar al punto de abrir el grifo y que no salga agua?
Eso ya está pasando en una treintena de municipios de Catalunya. Algunos lo están cubriendo con camiones cisterna; en otros simplemente hay cortes de agua a ciertas horas. Intentaremos que no pase en el ámbito metropolitano, es decir en todo este sistema Ter-Llobregat donde viven 6 millones de personas, porque no se pueden llevar cisternas a la ciudad de Barcelona. Por lo tanto, ¿qué estamos haciendo? Obras de emergencia. Acelerar la potabilización del río Besòs, que lo teníamos planificado para dentro de unos años. Con respecto a las desaladoras, una se tenía que hacer antes de 2027 e intentaremos acabarla antes; la otra se tenía que hacer antes de 2032 y la intentaremos acabar en 2027. Trabajamos para reducir consumos, ser más eficientes, hacer muchas obras, sacar más agua de los pozos, regenerar agua... Ponemos más recursos y ahorramos, y con eso estiramos los embalses en el tiempo y volvemos a entrar en una ventana de probabilidad de lluvia, como podría ser la próxima primavera. Los inviernos son secos, de manera que la primavera será clave.
Ahora hablaremos de las obras, pero lo cierto es que mientras hay pueblos donde no sale agua del grifo, en ciudades como Barcelona esta situación no se nota. ¿Aquí somos conscientes de como de crítica es la situación?
Este es el reto comunicativo. Por más entrevistas, campañas y espacio a los medios de comunicación que tengamos, se hace difícil llegar a toda la ciudadanía porque hay una mayor diversidad de fuentes mediáticas. Pero hay un aspecto positivo: aunque llevamos tres años sin lluvias y dos años activados contra la sequía, sigue saliendo agua del grifo. Eso quiere decir que alguna cosa estamos haciendo bien entre todos —ciudadanos, actividades económicas, ayuntamientos y Govern—. Sin embargo, tenemos un reto comunicativo para alertar de que las cosas se están poniendo muy mal, que tenemos que hacer un esfuerzo entre todos y ser solidarios.
¿Y cómo se hace eso?
Por suerte, tenemos una gran conciencia medioambiental. Se ha demostrado que estamos muy involucrados en todas estas cuestiones, como por ejemplo con el reciclaje, y con el uso del agua también. Además, cada vez son más eficientes los electrodomésticos, y las duchas en el uso del agua... Durante la sequía de 2008 estábamos repartiendo aireadores para que no saliera agua directamente de los grifos. También entonces se cambió el Código Técnico de Edificación para exigir el doble pulsador en las cisternas. Una de las cosas que hemos trabajado, y que algunos grupos políticos piden, es que se cambie de nuevo el Código Técnico de Edificación para que el agua del lavamanos y de la ducha se trate dentro del edificio y vaya al inodoro, cosa que podría suponer un ahorro del 20%. Es decir que todavía podemos ir mucho más allá.
¿Cuáles otras medidas y obras se están poniendo en marcha para limitar los efectos de la sequía?
Por una parte, potenciamos con subvenciones los ayuntamientos para que hagan pozos en acuíferos que todavía no están sobreexplotados, o financiemos la mejora de redes y la digitalización del sistema. Las industrias también están haciendo sus procesos de ahorro y eficiencia. Más allá de dinero, desde la Generalitat estamos impulsando obras nuevas, como potabilizar todo el río Besòs: si ahora mismo se producen 300 litros por segundo, queremos llegar en un año y medio a unos 2.500. Si también activamos en seis o siete meses la reutilización en Sant Feliu de Llobregat, tendremos mucha más agua. Y las desaladoras las podríamos tener a finales de 2026 o principios de 2027. Sin embargo, claro, llevamos tres años de sequía, y esperar tres años más se hace difícil. Entonces, tenemos que jugar con eso —obras de más recurso y de eficiencia, y ahorro— para entrar en ventanas de lluvia.
En todo caso, es esencial que estas medidas sean permanentes, y no temporales, especialmente en un horizonte en que las sequías serán mucho más habituales.
Sí, esta es la idea: planificar con infraestructuras estructurales, de larga duración. Y que, aunque no estuviéramos en sequía, las haríamos. La anterior consellera, Teresa Jordà, me pidió "Si llueve, continúa con las obras". Por eso, traer agua en barcos, que es la pregunta del millón, es la última opción. Si podemos conseguir el agua a través del Besòs, a través de la reutilización, a través de Sant Feliu de Llobregat, a través de más pozos, y podemos evitar los barcos, lo haremos. Ahora bien, si los necesitamos tenemos que estar listos, y por eso estamos hablando con las navieras y el puerto.
En todo caso, ¿no veremos pronto barcos con agua llegando a Catalunya?
Es de las opciones que están a la cola, porque es meter agua en el sistema. Haré la comparativa con los municipios pequeños. Nosotros tenemos líneas de subvención para el transporte de camiones cisterna. Ahora bien, si un municipio nos dice que por el mismo dinero puede construir un pozo o poner una cañería y solucionar el problema sin cisternas, también lo pagamos porque es una infraestructura permanente y no un parche. Si conseguimos alcanzar este periodo de preemergencia, si retrasamos la emergencia, si podemos mantenernos en el primer nivel de emergencia, podemos acabar las obras y no necesitamos los barcos, perfecto. Ahora, si vemos que la situación es muy crítica y la primavera es muy dura, no dudaremos a traerlos.
Traer agua en barcos es la última opción: si lo podemos evitar, lo haremos
Entre las obras que se están impulsando, hay desaladoras. A menudo, voces expertas han señalado que estas infraestructuras no son sostenibles y no se adaptan a la situación de Catalunya. ¿Es una opción viable?
Siempre se dice que la desalación tiene un alto coste energético. No tenemos que hablar de un coste alto económico, porque depende de lo que cueste la energía, te costará el agua. Y la energía cada vez será más económica gracias a la transición energética. Ahora bien, es cierto que la desalación es más cara y necesita más energía que la regeneración, y estos dos sistemas lo son más que la potabilización. Por otra parte, con respecto a las desaladoras, se habla mucho de la contaminación marina. Pero al final tenemos un mar que tiene un agua con una sal diluida. Lo que hace una desaladora es coger el agua del mar que tiene una concentración concreta, separa el agua de la sal, y devuelve la sal, que se acaba diluyendo en el mar, es decir que tampoco hay un impacto. Hay muchos estudios hechos que indican que no hay una contaminación. La preocupación es de dónde proviene la energía.
En el pasado se ha hablado de trasvases, principalmente del Ebro, pero también se ha hecho puesto sobre la mesa el del Segre y el del Ródano. ¿Alguna de estas opciones es posible?
El trasvase es otro modelo de país de interconexión de redes y de ayuda entre unos y otros. Sin embargo, si hubiéramos tenido el trasvase del Segre hecho, yo creo que no se habría trasvasado ni una gota porque el Segre estaba bien seco. De hecho, es la primera vez que el canal de Urgell no puede regar al 100%, es decir que no sería de ninguna utilidad. El Ródano me recuerdo que lo hablé cuando fuimos a visitar la Eurorregión en Occitania, y también sería una situación extremadamente crítica teniendo en cuenta la sequera que ha sufrido Occitania. Además, cuidado con el coste que sería. Y justamente el trasvase del Ebro respecto de Tarragona fue el que se estuvo a punto de hacer, porque es mucho más próximo y económico, y son dos ámbitos diferentes. Ahora ya no está sobre la mesa. Estamos buscando esta autosuficiencia de la región metropolitana con la desalación, la regeneración, los nuevos pozos y un poco de los ríos, para poder retener el agua en los embalses. Si la climatología nos da un poco de margen, podremos acabar todas las obras y seremos autosuficientes, y además derivado el mínimo histórico del Ter hacia Barcelona, haciendo que la cuenca del Ter también sea autosuficiente.
¿Cuándo se cumplirá esta autosuficiencia del ámbito metropolitano?
Llegaremos seguramente en 2027, porque es cuando finaliza la ejecución del plan. Habremos hecho mucha más regeneración, estarán acabadas seguramente las dos desaladoras. Es decir, en total, en 2027 podríamos decir que el ámbito metropolitano podrá ser autosuficiente. Necesitará alguna cosa de los ríos, pero poquito, menos que nunca. Entre los pozos, la regeneración y la desalación, seremos bastante autosuficientes.
En caso de conseguir esta autosuficiencia, y teniendo en cuenta que Catalunya dependerá cada vez menos de nuevas obras e infraestructuras, ¿hasta qué punto sería posible desmantelar algún embalse?
No, porque los embalses son muy importantes: también dan agua allí donde están, en las zonas internas de Catalunya, y sirven para regular las inundaciones. Y después hay que tener en cuenta que, si los embalses están al 95% o al 100%, no estaremos produciendo agua desalada. Pero quizás una gran diferencia será que, si ahora teníamos las desaladoras el máximo cuando los embalses estaban al 60%, en el futuro ahora las meteremos cuando estén al 70%. ¿Por qué? Porque cambiarán las normas de explotación para ser más resilientes. En todo caso, el objetivo sería llegar al punto en que, si no hubiera agua en los embalses, igualmente la región metropolitana pudiera continuar igual o con unas mínimas restricciones.
Ahora es el momento de despolitizar el agua y garantizar que todos vamos codo con codo contra la sequía
Entramos en el campo político. La última gran sequía fue en 2008, y hace años que se sabía que podría repetirse una situación complicada. ¿La Generalitat ha hecho suficiente trabajo, o bien ha estado esperando que lloviera sin hacer las inversiones necesarias?
Aquí hay diferentes aspectos a tratar. En primer lugar, hablamos de las infraestructuras. Después de la sequía de 2008, se puso en funcionamiento la planta desaladora de El Prat de Llobregat en 2009. La planta de regeneración de Tarragona, que utiliza la petroquímica, se puso en marcha en 2012. Las pruebas de agua regenerada prepotable que hacemos en El Prat del Llobregat empezaron en 2018 y 2019. Aparte, se han repartido 200 millones de euros en los municipios en los últimos cinco años para hacer inversiones y ser más resilientes, y se mejoró la conexión entre Trinitat y Fontsanta d'ATL. Es decir, durante todos estos años se han hecho obras para que con una sequía el doble de intensa que en 2008 estemos en una situación idéntica que en 2008. Dicho esto, ¿se podrían haber hecho las obras antes? Sí. ¿Qué problema hubo? Que en el año 2011, la ACA tenía una deuda de 1.300 millones de euros, y ATL [el Ente de Abastecimiento Aigües Ter-Llobregat] tenía una deuda de 900 millones de euros. Las dos entidades más importantes de Catalunya respecto del ciclo del agua debían 2.000 millones de euros, con unos ingresos que estarían rondando los 300 o 400 mil millones, y descontando todos los costes. Eso provocó que la ACA tuviera que cerrar el grifo y rescindir todos los contratos, y ATL se privatizó. Eso hizo que hasta 2019 no se pudiera hacer absolutamente nada, y estar ocho años paralizados ha hecho que la sequía sea tan difícil, porque si no ya se hubiera ampliado la desaladora de la Tordera, ya se habría hecho la de Foix, y se habrían hecho muchas otras cosas. Cuando un político dice que no se ha hecho nada desde entonces hasta ahora, hay que decir que sí que se han hecho cosas, y las que no se han podido hacer es por falta de dinero, por haber dejado un Govern endeudado.
¿El problema, pues, han sido los problemas económicos? ¿Si no fuera por el endeudamiento, estaríamos en una situación muy diferente?
Sí, seguramente. Tener que devolver 200 o 250 millones de euros el año significa que no podíamos ni comprar un bolígrafo. Era una situación horrible, la de la ACA, con un personal desmotivado porque no se hicieron los deberes cuando tocó. Tuvo que entrar un nuevo Govern y hacer recortes para arreglarlo a pesar de intentar solucionarlo. Fue una época oscura porque a nadie le gusta hacer recortes. Entonces, seguramente estaríamos mejor, pero nosotros seguiremos trabajando intensamente, haremos inversiones y trabajaremos al lado de los ayuntamientos.
¿Es por eso que ahora, con una situación económica favorable, la Generalitat ya puede volver a emprender estas obras?
Sí, porque muchas de las obras ya estaban planificadas en el plan de gestión a hacer entre 2022 y 2027. De hecho, los proyectos para potabilizar el Besòs y la desaladora del pantano de Foix estaban programados para partir de en 2028. Ahora, la sequía está siendo tan intensa que hemos dicho acelerarlo y hacerlo ya. Y eso es lo que estamos haciendo.
Algunos partidos, como el PSC, han asegurado que durante el Govern de José Montilla PSC se planificaron muchas obras que no se llegaron a hacer.
Por culpa de esta deuda de 1.300 millones de euros. Era imposible, no daban créditos en ningún sitio, y tuvimos que devolverlo hasta 2019. De hecho, se tenía que retornar hasta 2021, pero lo aceleramos y gracias a este retorno anticipado nos ahorramos 25 millones de euros de intereses, que estaban altísimos. Entonces, eso lo ha ralentizado todo. El Govern nos dejó con una situación muy crítica, y no hablo del Govern anterior al de ahora, porque la situación económica de la ACA es muy buena desde el año 2019. Pero claro, estuvimos siete años sin hacer absolutamente nada.
Entonces, cuando el PSC critica la falta de inversiones en estos últimos años, ¿cómo se entiende?
La memoria puede ser de corto plazo o de largo plazo. A mí me sabe mal por todo el equipo de la ACA, que está muy implicado en trabajar. Es una gente muy comprometida con el ciclo del agua, que se desvive por su trabajo. Yo llevo dos años de director, pero se está haciendo muy buen trabajo. Que antiguos políticos ataquen una organización tan importante me sabe mal, porque yo la defenderé. Entonces, prefiero no hacer mucho caso, no decir nada y trabajar. Ahora es el momento de despolitizar el agua y garantizar que todos vamos codo con codo, trabajando conjuntamente todos los partidos para hacer frente a esta sequía. Por ejemplo, cuando nosotros damos ayudas, no miremos los colores de los partidos. Aquí, la política no importa, sino que tenemos que ayudar a los ciudadanos y las empresas.
En el marco de esta voluntad de trabajar conjuntamente con los grupos políticos, ¿la Generalitat y la ACA están escuchando las propuestas de los partidos e incorporándolas a su estrategia?
Sí. De la cumbre de la sequía que el president organizó en marzo salió un documento final, el cual no se firmó por una pequeña diferencia sobre el régimen sancionador en los ayuntamientos, y que podríamos decir que ya ha quedado superada. Aquel documento, que estábamos preparando entre todos, yo me lo he cogido como director de la ACA para incorporar algunos de sus puntos, y espero no abandonarlo. Había muchas obras que se metieron a la ley, pero después había otros aspectos, como intentar modificar el Código Técnico de Edificación, o preparar unas ordenanzas y unas guías de la ACA para dar apoyo al mundo local. Para mí es muy interesante escuchar todos los grupos políticos, buscar el común denominador y trabajar para hacer frente a lo que sea. Porque, al final, los grupos del Parlament de Catalunya son los representantes de los ciudadanos.
Y, por otra parte, ¿el Gobierno ha cumplido y ha ayudado en la lucha contra la sequía? ¿O habéis echado de menos inversiones desde el Estado?
Pactamos que colaboraríamos con las desaladoras, para acelerar la de Foix y para trabajarlas conjuntamente. Ellos lo incluyeron en las adendas del Plan de Recuperación para Europa, y eso es a través de unos préstamos. Entonces, hemos trabajado para que nos hagan llegar estos préstamos y poder avanzar las obras con unos intereses extremadamente bajos y con unas condiciones de financiación muy buenas. Nos gustaría que las pagaran más el Estado y nos ayudaran económicamente, porque se ayudan muchos territorios y aquí hace muchos años que el Estado no hace ninguna obra. Si toda la lluvia está llegando desde el oeste y no hay manera que llueva en el Mediterráneo —somos de Europa la zona más crítica pluviométricamente—, pues una mano por parte del Estado se agradecería. Así, animo a los partidos catalanes que tienen representación en Madrid que nos ayuden un poco a buscar esta financiación. Los catalanes hemos hecho muy buen trabajo, pero tenemos un reto por delante muy importante.