Queda muy lejos el acto con tanta pompa con el que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa: la acogida del Aquarius. En medio ha estado el auge de la extrema derecha de Vox y el enfoque ha estado radicalmente diferente cuando se ha presentado una crisis migratoria en Ceuta. El Gobierno ha militarizado la ciudad autónoma, fronteriza con Marruecos, y en un tiempo récord ya ha expulsado al menos 2.700 migrantes "irregulares". El presidente del ejecutivo central, que se desplazará hoy mismo hasta Ceuta y Melilla, ha prometido toda la "firmeza" que sea necesaria para proteger a sus habitantes. A primera hora de la mañana ya ha cancelado el viaje oficial previsto a París.
Ha sido en una declaración institucional sin preguntas después del Consejo de Ministros. Antes ha mantenido conversacioness de todo tipo, desde el rey Felipe VI y el líder de la oposición Pablo Casado, hasta autoridades europeas, como el mismo Josep Borrell o el presidente del Consejo Europeo Charles Michel. En su discurso, el presidente del Gobierno ha avisado de que "esta llegada súbita de migrantes irregulares supone una grave crisis para España y Europa". Y ha trasladado a todos los españoles, especialmente a los que viven en Ceuta, que "restableceremos el orden con la máxima celeridad" y "seremos firmes ante cualquier desafío, ante cualquier eventualidad y bajo cualquier circunstancia". Ha subrayado el despliegue del Ejército y el reforzamiento del CNP y la Guardia Civil con 200 agentes más, que se suman a los 1.100 ya presentes en las dos ciudades autónomas.
En este contexto, Pedro Sánchez ha querido dejar claro que su "prioridad" ahora mismo es "garantizar el control de tránsito en la frontera, dotar de todos los medios necesarios para la crisis humanitaria y proceder a la devolución inmediata del que haya entrado irregularmente". Ha querido repetir esto: la "devolución inmediata de todos los migrantes irregulares" de acuerdo con los convenios suscritos con Marruecos. De hecho, como ha informado antes el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, ya se ha procedido a la expulsión de al menos 2.700 migrantes de los 6.000 que habrían entrado. Entre estos habría 1.500 menores de edad, que Marlaska ha asegurado que se analizará caso por caso en cumplimiento de la legislación española e internacional.
El presidente español ha ido mucho más allá de la crisis migratoria, asegurando que "la integridad de Ceuta como parte de la nación española, su seguridad y la tranquilidad de nuestros compatriotas están garantizados por el gobierno de España con todos los medios disponibles". Y se ha dirigido a las autoridades marroquíes: "Mi voluntad es estrechar más las relaciones de amistad con nuestros vecinos marroquíes", pero esta cooperación "debe basarse siempre en el respeto a las fronteras mutuas".
Discursos xenófobos
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la portavoz María Jesús Montero también ha incidido en la necesidad de rechazar "mensajes xenófobos" que hayan podido divulgarse con la excusa de esta crisis migratoria, sin citar explícitamente a la extrema derecha de Vox. Ha denunciado que son mensajes "que buscan criminalizar a los migrantes o asociarlos a actividades delictivas". Por todo eso ha reclamado al resto de formaciones "responsabilidad, prudencia y sentido de Estado para no dar pie a la crispación". La ministra de Exteriores ha mantenido contactos informales con varios grupos en este sentido.
A pesar de las reiteradas preguntas sobre la estancia del líder del Frente Polisario en un hospital español, que podría haber provocado la respuesta de las autoridades marroquíes, tanto Montero como Marlaska han esquivado la cuestión.