Ahora hace dos semanas, el vicepresident Pere Aragonès reclamaba a Pedro Sánchez celebrar la segunda reunión de la mesa de diálogo antes del 15 de julio. La demanda quedó allí, sin respuesta de La Moncloa. Hoy Aragonès ha insistido en ello, en un artículo conjunto con Oriol Junqueras en La Vanguardia, donde han urgido al presidente española a fijar fecha y orden del día de la mesa de negociación. Y tampoco ha habido ninguna nueva respuesta. La pelota sigue en el tejado del Gobierno, que hoy por hoy afronta con desgana la reanudación del compromiso de investidura. Ya hace cuatro meses de la primera y única reunión que han mantenido los dos gobiernos.

Desde La Moncloa, hace días que concretan un poco más el horizonte, que no obstante sigue siendo difuso. Inicialmente era durante el mes de julio y ahora se sitúa ya en la segunda quincena de julio. "Antes de las elecciones vascas y gallegas es casi imposible", aseguran miembros del ejecutivo. Los republicanos admiten que la doble convocatoria electoral del 12 de julio lo hace muy difícil, y también trabajan con el horizonte de la segunda quincena de julio. "La mesa es incómoda para el PSOE en plenas elecciones", justifican los republicanos, que seguirán "apretando" para que cumplan con su palabra. De momento, sin embargo, no se ha movido nada. Desde La Moncloa ni siquiera han descolgado el teléfono para concretar nada. La mesa sigue congelada como mínimo hasta el 12-J, sin cerrar la puerta a postergarla todavía más.

Foto: Los vicepresidentes Carmen Calvo y Pere Aragonès conversan en los jardines de La Moncloa antes de la primera y única reunión de la mesa de diálogo (EFE)

El mismo Pedro Sánchez abrió la puerta ayer a dejar pasar las elecciones catalanas, que ni siquiera tienen fecha a la espera de lo que decida el president Torra, para volver a sentarse. "Queremos que sea este julio, pero veo un contexto difícil en Catalunya, ya que se está generando una situación claramente preelectoral", aseguraba el presidente español en una entrevista en La Vanguardia este domingo, rehuyendo su propio compromiso. Este lunes el ministro de Consumo, Alberto Garzón, insistía en la misma idea, escudándose en el clima preelectoral para postergar el diálogo: "Las experiencias nos dicen que nos dedicamos a competir, a exagerar discursos, a polarizar, y son ingredientes que no ayudan". No han dudado a la hora de escudarse en las diferencias entre ERC y JxCat.

Desde el Gobierno prometieron reanudar el diálogo una vez superada la crisis sanitaria. Hace una semana que decayó el estado de alarma y hace una semana que sólo salen evasivas desde La Moncloa. Lo afrontan a desgana. En cambio, no tuvieron ningún problema para reunir, a horas del inicio de la campaña electoral, la comisión de transferencias entre el Estado y el País Vasco, que acordó traspasar tres nuevas competencias. Allí podría reforzar su alianza con el PNV, tanto en Vitoria como en Madrid. Pero el diálogo con Catalunya sigue siendo un elemento incómodo en la ecuación, que puede jugar en contra de sus intereses.

Ciudadanos trabaja para desactivarla

Puede jugar en contra de la misma alianza entre el Gobierno y Ciudadanos, forjada durante el estado de alarma por el coronavirus. La formación de Inés Arrimadas ya ha avisado de que reclamarán hacer desaparecer la mesa de diálogo si Sánchez quiere retener el apoyo de sus diez escaños para proyectos tan importantes como los presupuestos del Estado. Ya lo pusieron como condición durante las negociaciones para las prórrogas del estado de alarma, y de momento el foro bilateral ni se ha reunido. "El Gobierno nos pondrá mucho difícil seguir trabajando por un acuerdo transversal si sigue pensando que los privilegios tienen que ser la tónica y sigue negociando", insistía hoy Melisa Rodríguez, portavoz estatal de Cs.