Ha empezado citando a Miquel Martí i Pol y Juan Marsé, y situando el Gran Teatre del Liceu que ha acogido su conferencia, como el símbolo de la reconstrucción, por haber resurgido después del grave incendio de 1994. Pedro Sánchez ha venido hasta Barcelona para confirmar que el Consejo de Ministros de este martes aprobará finalmente los indultos a los presos independentistas catalanes. Y lo ha justificado durante treinta minutos. "Alguien tiene que dar el primer paso. Mañana podemos cambiar la vida de 9 personas y esperamos que empecemos a cambiar la historia", ha vendido, argumentando que "no hay que esperar un momento más propicio". Fuera le ha recibido una ruidosa concentración por la amnistía y la autodeterminación.
El anuncio ha sido accidentado, ya que un espontáneo que se ha podido colar en el acto le ha increpado, estelada en mano, justo en el momento de hacerlo público. Durante su intervención ha admitido que es consciente del "rechazo" que genera la medida de gracia tanto en parte de la sociedad catalana como de la española. "Los respeto, los comprendo", ha dicho el presidente español. Y les ha querido justificar sus razones. "Comprendiendo los motivos del rechazo, el Gobierno de España ha decidido apostar por la reconciliación, esta medida de gracia nos permitirá empezar de nuevo y hacer las cosas mejor". En un mensaje claramente dirigido al PP, ha recordado que el indulto es una figura plenamente constitucional y absolutamente legal que "no cuestiona ni revoca la sentencia".
La presión europea
En su línea habitual, unidad, concordia y convivencia han sido las palabras más repetidas. La conferencia llevaba por título Reencuentro: Un proyecto de futuro para toda España, pero ha sido monotemática. Únicamente ha servido para escenificar con toda la pompa posible la medida que impulsará el Gobierno PSOE-Podemos, cada día más presionado por las instituciones europeas. El propio Sánchez ha reconocido que "el coste de mantener esta situación es prohibitivo, España no se lo puede permitir". Y se ha mostrado confiado de que el gesto acabará siendo ampliamente compartido por la mayor parte de los españoles y los catalanes. "Sacamos a 9 presos, pero sumamos millones de personas a la convivencia". Bajo su punto de vista, "sacar a los 9 presos que representan a miles de catalanes, es un rotundo mensaje de la voluntad de convivencia".
En este sentido, ha presentado los indultos como "un primer paso" en la reactivación del diálogo con Catalunya. "No esperamos que los que defienden la independencia abandonen sus ideales, sólo exigimos que nos atendamos a la Constitución", ha recalcado el jefe del ejecutivo español. Y ha aprovechado para advertir de que no hay espacio "fuera de la legalidad".
El patio de butacas
En la platea —que no se ha terminado de llenar—, unos 300 invitados de la sociedad civil catalana, pero también de la plana política, aunque no ha asistido ningún miembro del Govern de la Generalitat, que rechazaron asistir a un acto que consideran "propagandístico". Entre las caras conocidas más destacadas, la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, el de PIMEC, Antonio Cañete, el presidente de Saba, Salvador Alemany, el del Banco de Sabadell, Josep Oliu, el del Cercle d'Economia, Javier Faus, el de la Fira de Barcelona, Pau Relat, el de Agbar, Ángel Simón, el de Aena, Maurici Lucena, el de Renfe, Isaías Taboas, o el de Sociedad Civil Catalana, Fernando Sánchez Costa, además de las primeras espadas del PSC, encabezadas por Salvador Illa. También estaban Joan Clos y Jordi Hereu, así como el exconseller Santi Vila, que precisamente fue juzgado por el Supremo en la causa del 1-O. En el patio de butacas, representantes también del sector de la cultura, como el actor Josep Maria Pou. Uno de los invitados sorpresa ha sido Ernest Benach, que según ha explicado a ElNacional.cat, ha asistido en representación de su empresa, que había recibido invitación, no en calidad de expresident del Parlament.
Volver a la casilla de la Declaración de Pedralbes
La semana pasada, Pere Aragonès puso los raíles por donde, desde su punto de vista, tenía que transitar la recuperación del diálogo. El president catalán invitó a Sánchez a volver a la casilla de la Declaración de Pedralbes, aquella que firmó Torra con el presidente español en diciembre de 2018, donde el Estado reconocía la existencia de un "conflicto político", se comprometía a un "diálogo efectivo" para "vehicular una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana". Todo en el "marco de la seguridad jurídica", y se abría a que "la respuesta democrática" que saliera se articulara a partir de "las oportunas modificaciones legales".
Sánchez no ha hecho ninguna mención hoy a aquel documento.
En la imagen principal, Pedro Sánchez en el Liceo. / EFE