"¿Qué hará Puigdemont?" Es la pregunta que más han hecho esta última semana los periodistas españoles a los corresponsales catalanes por los pasillos del Congreso de los Diputados. En medio de un debate para investir a Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno, todos los focos han estado estos días igualmente puestos sobre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. Porque ahora sí que empieza a correr prisa para tener una respuesta a esta pregunta: desde el miércoles —desde la primera votación de investidura en Feijóo— se ha puesto en marcha una cuenta atrás de dos meses hasta que no se vuelvan a convocar de forma automática nuevas elecciones. Es el límite de tiempo que tiene el PSOE para abordar la amnistía y conseguir ver una fumata blanca en el tejado de Waterloo.

Pedro Sánchez, pues, trabaja con un calendario de investidura sujeto a las condiciones finales que ponga Carles Puigdemont en una negociación con el PSOE. Eso es lo que provoca que fuentes de la dirección del partido digan ahora que tienen prisa y al mismo tiempo digan que no tienen tanta. "Queremos que sea cuanto antes mejor, pero cuando se pueda", argumentan, reiterando que "no tiene ninguna lógica" fijar todavía una fecha sabiendo que "no es fácil" negociar con Junts per Catalunya. Desde la comandancia de Ferraz también aseguran que Sánchez trasladará este martes a Felipe VI que "tiene una negociación abierta" que le hace pensar que puede conseguir salir investido como presidente del Gobierno, por mucho que ERC y Junts se nieguen a reunirse con el monarca.

La sala de máquinas de la Moncloa, sin embargo, es más prudente. Y se niega a decir que ya existen estas conversaciones entre el PSOE y el independentismo. Sea como sea, el denominador común es que nadie se atreve a fijar una fecha. Esta semana, en el patio del Congreso de los Diputados, una de las ministras de mayor confianza de Pedro Sánchez opinaba que celebrar el debate de investidura la semana del 12 de octubre era "demasiado pronto". "Pero ya veremos, ya veremos", añadía. No se atrevía a avanzar cuando empezará a ser demasiado tarde.

¿Antes de noviembre?

Uno de los motivos que llevan al PSOE a querer investir a Sánchez lo antes posible es el desgaste que puede suponer para el líder de los socialistas una negociación larga con Junts y ERC, sabiendo que la derecha mediática madrileña saltará al cuello del presidente español día tras día; y más todavía con socialistas de la vieja guardia catalanófoba como Felipe González y Alfonso Guerra diciendo de todo sobre una amnistía. Y, en segundo lugar, también por el riesgo de dejarlo todo para el final y llegar a la fecha límite del 27 de noviembre sin haber llegado a ningún pacto.

Además, el PSOE se ha pasado las últimas semanas criticando al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, por haber solicitado a Francina Armengol todo un mes para negociar con los grupos parlamentarios su investidura. "Bastante tiempo ya ha hecho perder Feijóo al país", apunta a ElNacional.cat un miembro de la dirección de los socialistas. El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, ya abrió a principios de septiembre la posibilidad de celebrar el debate de investidura de Sánchez el día 17 de octubre.

¿Y en noviembre?

El PSOE, sin embargo, y previendo que la cosa se complique y las negociaciones vayan para largo, ya ha ido configurando un argumentario en caso de que el PP los critique por lo mismo que ellos han criticado a Feijóo: no tenía ningún sentido que el líder popular pidiera un mes de margen a Armengol si desde el primer momento ya sabía que su investidura era fallida; con el PNV diciéndole por activa y por pasiva desde el principio que no le entregaría sus votos. Sánchez, sin embargo, como ya se ha ido dibujando en las votaciones de este inicio de legislatura, sí que tiene la posibilidad de armar una mayoría, motivo por el que es comprensible que dedique las semanas que hagan falta a configurarla.

 

La exigencia de un referéndum por parte de Junts y ERC

Habrá que ver en los próximos días si lo que ha pasado en el Parlament esta semana dificulta poco o mucho las negociaciones con el PSOE. La cámara catalana, de la mano de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, ha certificado que no haya investidura de Pedro Sánchez si no se avanza hacia el referéndum de autodeterminación. Fuentes del Gobierno minimizan este gesto de los dos principales partidos independentistas, sobre todo teniendo en cuenta la ambigüedad de las palabras escogidas en aquella resolución: "trabajar para hacer efectivas las condiciones" para una consulta.

Remarcan que Junts y ERC han llegado a este pacto en calidad de grupos parlamentarios en el Parlament y que eso, sea como sea, todavía no se ha traducido en ninguna negociación con las dos partes. El PSOE, también, interpreta de forma optimista los posicionamientos de Carles Puigdemont porque "dice que el referéndum tiene que ser acordado". Insisten, también, en la necesidad de fijar el "perímetro" de las negociaciones, cosa que deja fuera la posibilidad de preguntar a los catalanes sobre su futuro político.