Carles Puigdemont y José Luis Rodríguez Zapatero. Son dos nombres propios que esta semana se han pronunciado en varias ocasiones en Madrid. El equipo de Pedro Sánchez ha utilizado estas dos cartas en su pugna electoral contra el PP; una en sentido ofensivo y la otra para defenderse de los embates de los populares y del ecosistema mediático madrileño. El PSOE ha encontrado en Barcelona y en la figura de Xavier Trias un buen terreno para chinchar a Feijóo. Y han utilizado al expresidente del Gobierno como altavoz para decir algunas de las cosas que no pueden salir de la boca de Sánchez ni de ningún ministro socialista de su ejecutivo.
Los dos nombres aparecían de forma casi simultánea a primera hora del lunes. Y marcaban, en buena parte, la agenda de la semana que justo empezaba. Por una parte, José Luis Rodríguez Zapatero se vistió con el chaleco de misionero del PSOE y fue a hacer dos cosas que Pedro Sánchez no puede hacer: ser entrevistado en la cadena COPE y salir a justificar los pactos del Gobierno con el independentismo, especialmente con Bildu. Por el otro lado, la portavoz del Gobierno instauraba el concepto —en tono bastante despectivo— de "independentistas de Puigdemont" para referirse a Xavier Trias y presionar al PP para convertir a Jaume Collboni en el próximo alcalde de Barcelona.
La COPE, la segunda cadena más escuchada en el estado español, es territorio hostil para Pedro Sánchez, y más todavía cuando queda poco más de un mes para las elecciones generales, unos comicios en los que el PP es el favorito y la derecha mediática madrileña ya huele a sangre. Es por eso que, para reivindicar la estrategia del presidente durante la pasada legislatura, el PSOE mandó allí a Zapatero. Buena parte de la entrevista giró en torno a Bildu y ETA, un tema que el PP consiguió colar satisfactoriamente en la campaña del 28-M y que desgastó notablemente al PSOE. Zapatero presumió de haber acabado con el terrorismo de ETA y fue muy contundente en esta cuestión, reiterando que no tiene ningún problema en ponerse medallas en este aspecto.
"No ha habido un final más imperioso, en términos democráticos, más limpio, que el final de aquel terrorismo", aseveró, además de sacar pecho de que en otras sociedades, el Estado ha tenido que entregar alguna cosa a cambio de poner punto final a una lucha armada. Fue eso lo que pudo armar de más valor sus argumentos en defensa de los pactos de Pedro Sánchez con Bildu. El expresidente del Gobierno afirmó que el partido de la izquierda abertzale es una formación que cumple con todos los "requisitos democráticos". A pesar de admitir que Bildu todavía tiene que hacer "muchos pasos en la exigencia ética", defendió la legalidad de la formación y la legitimidad de pactar con el partido de Arnaldo Otegi.
Lo mismo hizo con Esquerra Republicana. Y es por eso que defendió los indultos a los presos políticos catalanes, porque fue "una medida de pacificación". De la misma manera, justificó pactar con el independentismo catalán porque el Procés se ha acabado. En esta misma línea, opinó que el lema 'lo volveremos a hacer' no llegará nunca a materializarse porque "la sociedad catalana ha comprobado que esta aventura no llevaba a ningún sitio".
Zapatero, un expresidente "motivador" y "conciliador" próximo a Sánchez
José Luis Rodríguez Zapatero es de la misma cuerda que Pedro Sánchez. Es por eso que en los últimos meses los dos han coincidido en algunos actos, y el expresidente se ha volcado en favor de la campaña de los socialistas. Fuentes de La Moncloa argumentan la introducción esta semana de Zapatero en el mostrador político de las elecciones generales porque es un expresidente "motivador y "conciliador".
Como durante la etapa de Zapatero se aprobaron importantes leyes en favor de la igualdad, Sánchez ha utilizado su figura durante el último año para escudarse de la polémica abierta con su socio de gobierno, Podemos, en torno a la reforma de la ley del 'solo sí es sí'. Y convencido de que el expresidente es respetado en Catalunya, participó en el acto de cierre de campaña del 28-M en Barcelona.
"Partido Popular de Puigdemont": presión al PP para hacer a Collboni alcalde
Con el pacto de gobierno entre Xavier Trias y Ernest Maragall para la alcaldía de Barcelona, la pelota está ahora en el tejado del PP y de Ada Colau. Si los dos votan a favor de Jaume Collboni, el socialista obtendrá la mayoría absoluta barcelonesa y se convertirá en el alcalde de la capital catalana. Siendo los comuns más fáciles de convencer que los populares, el Gobierno ha centrado buena parte de su maquinaria electoral esta semana en presionar al PP y, al mismo tiempo, desgastar su imagen.
¿Cómo? A través de Carles Puigdemont. Si los populares no mueven ningún dedo este sábado, Xavier Trias, candidato de Junts per Catalunya, se convertirá en alcalde de Barcelona. El nombre del presidente de la Generalitat en el exilio se ha pronunciado varias veces en Madrid estos últimos días, y en una forma bastante despectiva. La primera en hacerlo fue la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, que, en un tono despectivo, acusó al PP de querer avalar "un gobierno de independentistas de Puigdemont".
Miquel Iceta seguía la misma línea en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del martes, y lamentaba que Alberto Núñez Feijóo prefiriera de alcalde de la ciudad "a un independentista" y "el candidato de Puigdemont" antes que a un socialista. La guinda del pastel la colocó el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que este jueves advirtió a los populares que, por culpa de lo que pueda hacer en Barcelona, puede convertirse en el 'PPP': "Partido Popular de Puigdemont".
Más usos del lenguaje: "El partido del maltratador"
Un bonus track: Bolaños ha demostrado esta semana en una segunda ocasión ser consciente de la importancia del lenguaje. En una intervención de unos cinco minutos ante los medios de comunicación este viernes, llegó a referirse a la formación de Santiago Abascal como el "partido del maltratador" hasta diez veces, y metía al PP dentro del mismo saco diciendo a continuación "y el partido de Feijóo", en relación con el pacto en el País Valencià, que incluye un condenado por maltrato. En ningún momento dijo el nombre real del partido: Vox.