La muerte y el funeral del papa Francisco se ha convertido en una nueva fuente de polémicas para el Gobierno. Tanto la decisión de la Moncloa de fijar tres días de duelo oficial como el anuncio de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no asistiría al funeral han provocado todo tipo de reacciones y especulaciones. Lo cierto es que el Gobierno ha respondido de manera diferente a cómo lo hizo en el 2005 el ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero con la muerte de Juan Pablo II. En el caso de Benedicto XVI, muerto en el 2023, ya había renunciado al papado, por lo cual, su funeral no tuvo rango de acto de Estado.
No hay ninguna razón de agenda que impida a Sánchez estar el sábado en el Vaticano. Sin embargo, desde la Moncloa se ha argumentado que la invitación al funeral va dirigida al jefe del Estado, es decir, a Felipe VI, y que el Gobierno quiere ceder todo el protagonismo al monarca, que acudirá acompañado de la reina Letizia. En representación del ejecutivo estarán presentes en el Vaticano las vicepresidentas primera y segunda, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, así como el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. La Moncloa ha invitado a sumarse a la delegación al líder de la oposición, el popular Alberto Núñez Feijóo.
Precisamente ha sido en la sede del PP donde se ha criticado la decisión de Sánchez de no viajar al Vaticano, la cual Feijóo ha tildado de "descortesía difícil de explicar" teniendo en cuenta que sábado estarán en el funeral los principales mandatarios del mundo.
Ausencias anteriores
No es primera vez que la representación española en un acontecimiento de eco mundial genera polémica. En diciembre del año pasado, la ausencia de representantes españoles en la inauguración de Notre-Dame después del incendio del 2019 ya hizo correr ríos de tinta. Entonces, desde el ministerio de Exteriores se responsabilizó el ministro de Cultura y portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, dado que el Elíseo hizo llegar invitaciones indelegables para la ceremonia a los Reyes y al titular de Cultura. Urtasun declinó la invitación argumentando razones de agenda, porque aquel sábado ya tenía previsto acudir a una función del Circo Mundial. La no asistencia del ministro condicionaba la presencia de los monarcas, que siempre tienen que ir a estos actos acompañados de algún miembro del gobierno. En cualquier caso, la inauguración de Notre-Dame tampoco figuró en ningún momento en la agenda de los Reyes. La conclusión es que nadie acudió a aquel acto en representación de España, lo cual provocó el choque entre el ministerio de Exteriores y el responsable de Cultura.
Aquel episodio, además, se añadió a la tensión entre la Moncloa y la Casa Real después del abucheo que los Reyes y el presidente español habían recibido unas semanas antes en Paiporta, cuando acudieron a visitar la zona afectada por las inundaciones causadas por la DANA. En aquella ocasión, desde el Gobierno se responsabilizó a los servicios de seguridad de la Zarzuela de los errores de organización.
ZP, con el Rey
En el caso de la muerte de Juan Pablo II, en el 2005, el Gobierno, entonces en manos de José Luis Rodríguez Zapatero, decretó un solo día de duelo oficial por la muerte del Papa, aunque algunas comunidades autónomas lo alargaron hasta 3 días. En cambio, Zapatero sí acudió al funeral junto con los reyes Juan Carlos y Sofía, además del ministro de Exteriores. En aquel caso, al igual que se ha hecho esta vez, el gobierno invitó al líder de la oposición, en aquel momento, Mariano Rajoy, a formar parte de la delegación presente en el Vaticano. Además, también formó parte el entonces president de la Generalitat, Pasqual Maragall. Tras el funeral, el rey ofreció una comida a la embajada española en Roma a todos los miembros de la delegación.
En el caso de la muerte de Benedicto XVI, que hacía más de nueve años que había renunciado al papado cuando murió en diciembre del 2022, fue la reina emérita, Sofía, quien encabezó la delegación española, junto con el ministro de Exteriores. El rey emérito Juan Carlos, vivía hacía ya dos años en Abu Dabi y había quedado apartado de las agendas oficiales de la monarquía española.