Una portada también es una fotografía de la sensibilidad de los que se encargan de hacerla y del tono que dan al diario que editan. Hoy tenemos un caso muy chillón. Cuesta entender que una anomalía tan grave como los 643 días de prisión provisional de Sandro Rosell —absuelto ayer de los delitos de los que se le acusaba— tenga tan poca presencia en las portadas de la prensa madrileña, que pasa de puntillas, poniendo la mano y escondiendo la cara.
Deben tener un buen motivo para hacerlo. Quizá porque la jueza responsable de tener encerrado el expresidente del Barça es Carmen Lamela, la misma que inició la instrucción del 1-O y alrededores, en la Audiencia Nacional. Hasta trece veces denegó la libertad de Rosell, a quien, de entrada, ya impuso una fianza de 78,6 millones de euros a pagar en 24 horas. Nada, la típica proporcionalidad en las medidas cautelares.
Proteger la aptitud de la magistrada, promocionada no hace mucho al Tribunal Supremo —y también de la fiscalía—, es para estos diarios protegerse a ellos mismos, cómplices decisivos —todavía lo son— en la fabricación y difusión del relato del procés y del 1-O como un golpe de estado violento orquestado por un grupo de fanáticos totalitarios, etcétera. Además, Lamela es la instructora del caso de los jóvenes de Altsasu o de Abengoa, la que archivó la querella contra la plataforma Castor… Patrimonio nacional. La mierda, cuanto más se remueve, más hiede, dice el refrán que recomienda no enredar con asuntos complicados o comprometidos. Una mano limpia la otra y las dos lavan la cara.
La noticia-excusa con que esconden la noticia-escándalo de Rosell es la misma: Ciudadanos ha fichado para su candidatura europea a un antiguo hombre fuerte del PP, Ángel Garrido, que relevó a Cristina Cifuentes en la presidencia de la Comunidad de Madrid. Garrido se despidió de su partido enviando un whatsapp ("No se ha ejecutado lo mío") a la sede central, según La Razón. "Lo mío" era un lugar para salir en la lista del PP a las elecciones al Parlamento Europeo. Un caso escandaloso de transfuguismo, vaya. Esta es la sensibilidad por los derechos de las personas que manifiestan hoy estas portadas. Mirándolo bien, con el agua que ha caído estos años ¿a quién le extraña?