El Gobierno hace días dejó de opinar sobre las acciones de Carles Puigdemont, una vez destituido con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, como muestra de su desdén porque siguiera pronunciándose como representante de la Generalitat. Precisamente, de nombrarlo "expresidente" ante los periodistas este lunes, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha pasado a burlarse de Puigdemont y de sus "ratos libres" en Bruselas, donde se dedicaría a la "improvisación constante" según ha denunciado este martes por la tarde en el Senado.
La vicepresidenta respondía así a las palabras del político catalán sobre que España "pasaría vergüenza", en caso de que los juicios a los miembros del Govern y la Mesa del Parlament fueran impugnados por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Puigdemont era especialmente duro con el Estado afirmando que había actuado con "odio y agresividad" en relación con el proceso independentista y quienes lo secundaban. "No habría escatimado esfuerzos por traer más violencia a nuestras calles", decía en la entrevista de Catalunya Ràdio, en caso de impulsar la República.
Santamaría no ha entrado en detalles reiterando que el ejecutivo estaría "ocupado" en sus asuntos de gobierno. La número dos de Mariano Rajoy ha cargado, sin embargo, contra las críticas a la imparcialidad de la justicia recordando que "era una democracia", a diferencia de la ley de Transitoriedad. "Aquí los jueces son independientes, no como quería con esa ley el señor Puigdemont, que pretendía nombrarlos a dedo", se ha jactado la vicepresidenta ante el agravio comparativo entre la situación del Govern encarcelado en España y el libre en Bélgica.