Prudencia. Es lo que se impone por ahora en la Unión Europea en las declaraciones públicas sobre la ofensiva de Turquía al territorio kurdo del nordeste de Siria. La Alta Representante de Política Exterior y Seguridad, Federica Mogherini ha evitado hablar de invasión y se ha ceñido a la advertencia que ya lanzó hace unas horas el presidente de la Comisión, Jean Claude Junker. Es decir, pedir el cese de "la acción militar".
Durante una rueda de prensa hecha en Barcelona después de la reunión del Foro Regional de la Unión para el Mediterráneo, Mogherini ha defendido los fondos europeos que se destinan a Turquía y ha dejado claro que no se cortará el grifo, porque "no financia las autoridades turcas" sino que se destina a agencias internacionales y ONG que dan apoyo a los refugiados sirios". "Sería un error cuestionar la financiación de la UE en las acciones humanitarias", ha asegurado. En este sentido ha pedido que "no convirtamos doblemente en víctimas a los refugiados".
A pesar de todo, no ha querido polemizar con Recep Tayyip Erdogan, que este jueves ha amenazado la UE a través de su cuenta de Twitter. "Si decís que esta operación es una invasión, entonces nosotros podríamos simplemente abrir las puertas y enviar a 3,6 millones de refugiados sirios a Europa", ha subrayado. Mogherini se ha limitado a señalar que la operación turca "tendrá un impacto en los flujos migratorios" y si no se detiene las consecuencias pueden ser "muy dramáticas" con respecto al número de desplazados. Pero no sólo eso, al mismo tiempo ha advertido de "repercusiones adicionales" en la lucha contra el Daesh.
En la misma comparecencia, Josep Borrell ha querido manifestar que "el problema no se resolverá a cañonazos" y que "hay que buscar una solución política".