El submarino español S-81 Isaac Peral ha hecho hoy un segundo intento, después de que en la primera versión del 2013 se detectó con horror que se hundía por un exceso de peso. El nuevo modelo, con las rectificaciones aplicadas, ha superado con éxito este viernes la primera navegación en la bahía murciana de Cartagena. Pero era tan sólo una navegación en superficie y habrá que comprobar qué sucede cuando haga inmersión. Esta primera navegación sin inmersión se ha prolongado durante cuatro horas y ha ido "bastante bien" según el capitán de navío Juan Manuel Torrijos, comandante de pruebas del submarino.
Torrijos ha relatado que la tripulación está "supercontenta" por esta primera prueba, porque hace dos años que está en formación y casi medio año en simuladores. "Tenían muchas ganas de salir", ha recalcado, y ha detallado que previamente han estado tres semanas entrenándose, incluida una simulación de crucero en puerto de 36 horas, durmiendo y comiendo dentro del submarino "para comprobar que estaba todo bien". Durante la jornada de hoy se han probado máquinas y timones, y se han realizado varios movimientos y pruebas de seguridad, como la operación de "hombre en el agua" y un abandono del aparato. Isaac Peral tiene una dotación de 40 personas, entre ellas cinco mujeres, aunque la tripulación está compuesta por 53 efectivos por motivos de rotación y conciliación. La tripulación volverá a salir al mar el martes y jueves de la semana que viene para seguir las pruebas, y después el sumergible entrará en varadura durante el verano para seguir con pruebas en el puerto. La entrega del submarino está prevista para la primavera del 2023.
La primera versión del submarino S-81 Isaac Peral, construido para la Armada española, tenía que estar acabado el 2011. Pero la nave, que tenía un presupuesto de más de 500 millones de euros, tenía un exceso de peso de entre 70 y 100 toneladas, que lo hundía. Fue uno de los grandes fracasos de la industria militar española. Según explicó Navantia, en una revisión técnica en el 2013 se detectaron "algunas desviaciones relacionadas con el balance de pesos del submarino". Este exceso de peso, que ponía en peligro la flotabilidad de la nave y la posibilidad de emerger, obligó a realizar nuevas pruebas para valorar "con detalle" el alcance de las desviaciones y "los posibles trabajos de ingeniería para corregirlo".
El resultado sería la nueva versión del submarino S-81, que al fin y al cabo ha tardado dos décadas en ver la luz. Eso, si todo funciona finalmente como Dios manda. El contrato con Navantia para fabricarlo se cerró en el 2004. Primero se encontró con las restricciones de la crisis económica del 2008, y después con los problemas de peso del modelo en el 2013, que provocó casi dos años de revisión de planos y piezas. Adelgazar el Isaac Peral costó 14 millones de euros. También se tuvieron que hacer cambios en los otros tres submarinos previstos, y la factura subió a 2.135 millones de euros.