El semanario holandés De Groene Amsterdammer ha comparado en un detallado reportaje histórico la represión que España practicó en Flandes en el siglo XVI, durante el mandato de Felipe II, con la que se ha practicado en Catalunya a raíz del proceso independentista. Según el semanario, el patrón de conducta y la cosmovisión española siempre son los mismos: no se reconoce al adversario y se lo trata de "rebelde", y al mismo tiempo tampoco se reconoce el conflicto como tal.
El reportaje cita la tesis doctoral de Yolanda Rodríguez Pérez The Dutch Revolt in Spanish Eyes, 'La revuelta holandesa vista desde la óptica española', que apunta que España se centró en atacar a los dirigentes de la revuelta flamenca, "mientras argumentaba que la población de Flandes había sido engañada". El mismo argumentario que han usado los diferentes gobiernos españoles en Catalunya ahora, con metáforas como la del adoctrinamiento.
Otro detalle es que la idea de la Guerra de los Ochenta Años, surgida de Flandes y Holanda, inicialmente era rechazada por España, que insistía en que el problema de hecho era una cuestión interna del imperio español.
"Los españoles veían a los flamencos como insurgentes a quienes tenían que tirar de las orejas. Los veían como rebeldes", añade. "A fin de cuentas se hace la guerra con una potencia exterior u otro Estado. Pero a ojos de los españoles, los Países Bajos no eran extranjeros ni otro Estado. Eran simplemente parte del imperio español, al menos hasta 1609. Comparándolo con la actualidad, a ojos de los españoles, los holandeses hicieron lo que los catalanes hacen ahora: rebelarse contra la autoridad central. Y solo había un remedio contra eso: una paliza. Eso es exactamente lo que las tropas españolas vinieron a hacer: a dar a los holandeses una paliza", apunta.
Según el reportaje, un argumento que facilitó a Felipe II que la cuestión de Flandes fuera interpretada como un conflicto interno es que estas revueltas eran habituales en el imperio español. "Los españoles, especialmente Felipe II y sus asesores, vieron el levantamiento holandés como un asunto interno porque las rebeliones en el imperio donde no se ponía el sol eran habituales", y cita los casos de Portugal, Italia, la misma Catalunya, partes del Nuevo Mundo e incluso los musulmanes del sur de la Península.
Según el semanario, el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ideado por Felipe II, muestra esta cosmovisión española del siglo XVI, y la relaciona con la Contrarreforma, a la que los holandeses se opusieron frontalmente.