"Esta sentencia no tocaba". Extraños reflejos pujolianos en la conferencia de prensa de Artur Mas, Joana Ortega y Irene Rigau, escoltados por la cúpula del PDeCAT y el president Carles Puigdemont, después de consumarse el primer gran golpe judicial contra el procés, la sentencia por la consulta del 9-N. "España tiene la democracia amputada", concluye al expresident de la Generalitat. "Habrá que ir a Estrasburgo" (a recurrir) "Al corazón de Europa". Mas, este lunes, pujolea. Se esperaba la condena, a pesar de que en las últimas semanas, en algunos momentos, ha traslucido una brizna de confianza -absolutoria-, en los profesionales de la justicia.
Pero es que precisamente es el adiós al pujolismo, el fin de la ambigüedad, la consulta sobre la independencia aunque fuese con urnas de cartón, lo que la justicia española -y quien la mece políticamente- les hace pagar, a Mas y a sus conselleres Joana Ortega y Irene Rigau. Dos años; un año y 9 meses y 1 año y 6 meses de inhabilitación, y tres multas de 36.500, 30.000 y 24.000 euros por desobediencia al Tribunal Constitucional. De prevaricar quedan absueltos, aunque la Fiscalía no lo ve claro y también estudia recurrir. Es una justicia casi militar: se castiga más el hecho de desobedecer (aunque sea implícitamente) que la desobediencia en sí (la votación).
Desde el unionismo se ha celebrado más que a Mas se le aparte de la carrera para resucitarse a él mismo como candidato del PDeCAT en las próximas elecciones, autonómicas o republicanas, que la condena del 9-N en sí. No en balde, es la consecuencia política más directa de la decisión del TSJC.
Aunque la sentencia no es firme -Mas la recurrirá al Tribunal Supremo (TS), previsiblemente después en el Tribunal Constitucional (TC) y, finalmente, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)-, el artículo 6.2 b) de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (Loreg) impide que el expresident pueda ser elegible al haber sido condenado por un delito contra la administración pública.
17:14 Puigdemont
"A cada dificultad salimos reforzados". Nietzsche lo dijo de una manera mucho más bestia en su autobiografía Ecce Homo. Cómo se llega a ser lo que se es: "Lo que no mata, te hace más fuerte". Son las 17:14, curiosamente, la hora y el minuto que evoca el año de la derrota en la Guerra de Sucesión, y el president Carles Puigdemont lo ha dicho en la Galeria Gòtica del Palau de la Generalitat, en una declaración institucional. "Hoy nos sentimos condenados". Lo escoltan -aquí sí, literalmente-, el vicepresident, Oriol Junqueras -que también tendrá intervención propia después de Puigdemont- y el conseller d'Exteriors, Raül Romeva. La consulta empuja el referéndum: "Lo que la justicia española acaba de condenar lo indultará el pueblo de Catalunya en referéndum". "Lo que no mata te hace más fuerte". Ecce Homo.
Tras la condena judicial al "sucedáneo" de consulta, a la "consulta de costellada", cualquier paso atrás con el referéndum sería considerado por el electorado independentista una claudicación y Puigdemont y Junqueras lo saben. Incluso sería un paso atrás en cierta medida, peligroso. El 80% de los catalanes, independentistas o no, quieren votar. Europa lo tiene claro, clarísimo: "Incluso ahora no está claro como se podrá impedir un nuevo plebiscito y, particularmente, qué proyecto político ofrece el PP". Lo dice un informe sobre Catalunya de la Fundación Konrad Adenauer. Vinculado a la CDU de la canciller Angela Merkel, es el segundo think tank más importante de Alemania. Un reciente informe elaborado por su delegación en Madrid después de los congresos del PP, Podemos y Cs, se extraña de que en estos cónclaves no se abordara la cuestión catalana y concluye: "Que el separatismo no se puede combatir únicamente con acciones judiciales y con la policía es evidente, al menos fuera del PP".
De Venecia a Edimburgo
Puigdemont pone de manifiesto la "preocupación" creciente en Europa ante el trato que da Madrid a la cuestión catalana y cita la Konrad Adenauer. Y el varapalo de la Comisión Venecia del Consejo de Europa a la reforma ad hoc, ad hoc para parar el proceso catalán, que hizo de la ley del Tribunal Constitucional el gobierno de Rajoy. Precisamente, para que el tribunal pueda inhabilitar cargos públicos.
La prensa europea e internacional ha reaccionado de inmediato al trascender el contenido de la sentencia del 9-N. Hay preocupación en Alemania y se detecta preocupación en los grandes medios anglosajones. The Guardian alude a la condena a Mas por haber permitido un "referéndum simbólico"; Financial Times y Politico recuerdan que fue una consulta "informal".
Detrás del informe de la Konrad Adenauer late la inquietud por la estabilidad: ¿hacia dónde lleva la política de tribunales y policía desplegada por Rajoy ante el soberanismo catalán? Detrás de los adjetivos de la prensa británica y norteamericana es la preocupación por la democracia y la separación de poderes, los checks and balances, lo que se adivina.
De Venecia a Edimburgo. Este mismo lunes, la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, ha anunciado que promoverá un segundo referéndum de independencia entre el otoño del 2018 y la primavera del 2019. Un referéndum contra el Brexit. Theresa May, primera ministra del Reino Unido, a diferencia de su antecesor David Cameron, se niega a permitirlo. Pero se trata de un referéndum contra el Brexit: para quedarse en la UE. La Moncloa tendrá que afinar mucho el argumentario.
I Romeva estará este martes en Londres, invitado por el grupo parlamentario sobre Catalunya constituido por una veintena de diputados del Parlamento de Westminster. Londres tiene trabajo. El caso de los catalanes vuelve 300 años después y el caso escocés está abierto de par en par. En Berlín, el corazón de Europa, miran hacia Madrid y se inquietan.