El tsunami del 155 de otoño de 2017 arrasó las delegaciones que la Generalitat tenía desplegadas en el extranjero. El gobierno de Rajoy las cerró todas. Sólo una resistió. Situada en el corazón de la UE, la de Bruselas quedó en pie. Eso sí, sólo aguantaron los cimientos. La diplomacia española suspendió la actividad de la quincena de trabajadores y cortó todos sus contactos y comunicaciones. Ocho meses más tarde, Meritxell Serret (Vallfogona de Balaguer, 1975) asumía el reto de reconstruir la delegación del gobierno catalán en la capital belga. Su nombramiento indigestó en Madrid. Una huida de la justicia española ejerciendo un cargo de representación en Europa, donde es una ciudadana libre. Hace tres años que la consellera de Agricultura del gobierno del 1-O y de la DUI vive en el exilio. Mientras medio mundo se exclama porque este año no podrá celebrar la Navidad como siempre, para Serret ya es tradición pasarlo lejos de la familia, a la fuerza. En esta conversación con ElNacional.cat narra cómo la vida le ha cambiado de arriba abajo, cómo es la relación con el resto de exiliados y cómo ha evolucionado la percepción del procés independentista entre los socios europeos.
El Supremo acaba de revocar el tercer grado sus compañeros presos. ¿Se puede seguir negociando con el estado a pesar de esta decisión?
Sí, necesariamente siempre, porque somos nosotros los que llevamos la bandera de la democracia y de la paz; nosotros no dejaremos nunca de trabajar por una solución política. Debemos hacerlo siempre, por coherencia con los valores que defendemos y el objetivo que perseguimos. Este conflicto político sólo puede solucionarse a través de la política y la democracia, por ello debemos estar todos comprometidos a dialogar y negociar para encontrar una salida lo antes posible. Y por eso mismo defendemos la amnistía, para poder avanzar realmente hacia la solución política, que para nosotros es el ejercicio de la autodeterminación para que la ciudadanía dedida libremente.
Sí, hay que seguir negociando con el estado, necesariamente siempre
Ya han pasado tres años desde que llegó a Bélgica. A título particular, ¿cómo ha cambiado su vida desde aquel otoño de 2017?
Mi vida ha dado la vuelta como un calcetín. Ha cambiado absolutamente todo, y yo también he cambiado. Al final, aunque no lo parezca, nos queremos imaginar siempre como si estuviéramos allí, pero no, los años pasan, las canas están, y la experiencia también te hace evolucionar como persona. Me quedo con la parte positiva siempre. Me ha hecho avanzar y madurar más con planteamientos que no me hubiera imaginado nunca. Y la oportunidad de estar en la delegación me ha hecho crecer y desarrollar profesionalmente y relacionarme con gente muy interesante. Voy llenando la alforja de las cosas positivas para seguir tirando hacia adelante.
¿Qué relación tiene con el resto de excompañeros de Govern que están en Bélgica, Puigdemont, Puig y Comín?
Con el que más nos vemos es con Lluís, porque él está aquí en la delegación con su programa de internacionalización de la cultura. Con Toni y Clara vamos quedando alguna vez de vez en cuando, y seguramente con Carles es con el que nos vemos menos. Seguramente porque las dinámicas son también más complicadas. Pero en cualquier caso, podemos tener discrepancias a nivel político, pero humanamente tenemos un vínculo que pasa por encima de todo. La estima personal va por delante de las discrepancias políticas. Por lo tanto, le quito hierro a muchas de las escenografías, ruidos y altavoces que a veces se hacen como si nos estuviéramos matando. Pienso que al final lo que importa es la coherencia y el sentido de las propuestas que se hacen. En ERC somos claros.
Quito hierro al ruido y a los altavoces que hacen como si nos estuviéramos matando
¿Qué trabajo ha hecho a lo largo de este tiempo al frente de la delegación?
Cuando me nombraron salía justo del 155. Fue una intervención muy dura para el personal. Se cesó al delegado pero, además, a los trabajadores no se les permitía establecer contactos ni asistir a reuniones. Había una supervisión absoluta de qué se hacía, de cualquier tipo de comunicación. Cuando me puse al frente de la delegación, el primer trabajo fue reconstruir dinámicas, rehacer la confianza del equipo para que volvieran a tener la seguridad de que podían hacer su trabajo sin sentirse amenazados. Había que revertir la estrategia que había en aquellos momentos, muy dura, y que todavía se arrastra, de aislamiento por parte de la diplomacia española. Había la amenaza constante de que habría problemas si alguien hablaba con nosotros. Tocó reconstruir poco a poco las redes de confianza internas y después con todo el entorno, en la cocina de las altas instituciones. Trabajar para reforzar nuestra posición. Aparte, ha coincidido con la aprobación del nuevo presupuesto europeo 2021-2027. Había que trabajar muy bien con los eurodiputados la negociación. Con la Covid ha cambiado el día a día, se ha impuesto la virtualidad en las redes europeas y el trabajo se ha centrado en torno a los fondos europeos de resiliencia. En este sentido hemos trabajado mucho para ver cómo se acaban concretando. De aquí nace la alianza con las 23 regiones europeas para poner en común inquietudes de los gobiernos que no estamos en los espacios de decisión.
A lo largo de 2017 el gobierno de España intensificó la campaña de presión internacional para silenciar la voz del independentismo en el extranjero. ¿Sigue siendo así?
Creo que ha habido cambios. No sé hasta qué punto ellos siguen haciendo presión o no, pero lo que está claro es que a través de la propia actividad y la acción del Govern de la Generalitat ante las instituciones europeas hace que cada día tengamos la capacidad de ser vistos como un socio proactivo, en el cual se puede confiar. Muchas regiones quieren sacar adelante con nosotros proyectos de cooperación.
¿Y eso es porque se ha dejado de hablar de independencia?
No se ha dejado de hablar de independencia, pero lo que se hace es poner en común lo que tenemos en común. La mejor manera de evitar que pueda haber intromisiones de presiones diplomáticas es movernos en el ámbito donde podemos facilitar estos contactos y cooperaciones. Para que los gobiernos que quieren seguir cooperando y relacionándose con Catalunya puedan hacerlo con facilidad y en sintonía, sin miedos a injerencias. Es lo que nos está yendo mejor.
Públicamente seguiremos sin que haya ningún mandatario europeo que diga que Catalunya tiene que ser independiente. Lo que sí hay es un reconocimiento de que es un proyecto político legítimo
Una de las carencias que quedaron al descubierto en otoño de 2017, con la DUI, fue que las alianzas internacionales no estaban lo bastante trabajadas. Los estados miraron hacia otro lado. ¿A lo largo de estos tres años, se ha podido trabajar más esta complicidad para encontrar simpatía y aliados hacia el proceso independentista?
Tenemos que tener claro que la opción independentista es una opción catalana. Es decir, lo que no hacemos ni haremos es pedir a los actores internacionales que defiendan lo que es nuestra causa, lo tenemos que ganar democráticamente en Catalunya. Lo que sí que hay es un reconocimiento, al menos no nos han dicho lo contrario, de que es un proyecto político legítimo y que tenemos derecho a defenderlo democráticamente y a ganarlo políticamente. Y respecto de los episodios de represión de presos, exiliados y demás, sean declaraciones públicas o no, en las conversaciones que hemos tenido nadie ha entendido demasiado la sentencia, la sensación es que es desproporcionada. Y la violencia del 1-O, también.En diplomacia, a veces, es más importante lo que no se dice que lo que se dice. Públicamente continuaremos sin que haya ningún mandatario europeo que diga que Catalunya tiene que ser independiente, yo no aspiro a ello, porque tampoco es el objetivo de mi trabajo aquí. Aspiro a que respeten, que creo que sí que se va consiguiendo cada vez más, que es una opción política legítima y que existe el derecho a defenderla y a ganarla democráticamente.
¿Habría un cambio de chip si el 14-F el independentismo supera el 50% de los votos?
Evidentemente a nivel internacional ya se decía antes y se ha dicho después. La democracia es la gran ley que impera internacionalmente. Tiene que haber una mayoría social consistente y persistente a favor, más cuando lo que reivindicas es un cambio de estatus político tan contundente como es el de ser un estado nuevo.
¿Persistente significa que con una sola victoria por el 50 % no sería suficiente para declarar la independencia?
Tampoco dice que persistente sea 100 años. La cuestión es que se vea que es una mayoría sólida. De hecho, a partir de los hechos de octubre de 2017, el hecho de que las diferentes elecciones que ha habido -municipales, españolas y europeas- el conjunto del voto independentista haya seguido aumentando, hace que se vaya viendo como un movimiento sólido y consistente, pero hace falta superar este umbral y demostrar que hay una mayoría social.
Mi situación es un limbo. No puedo volver pero tampoco me buscan
Ahora que han pasado tres años y ya ha tenido tiempo para digerir las cosas, ¿cómo ve con perspectiva todo lo que pasó en octubre de 2017? ¿Qué se tendría que haber hecho diferente?
En su momento las decisiones se tomaban con la información y el contexto del momento. Yo no diré que habría hecho nada diferente de lo que hice. Tengo la conciencia muy tranquila. Nunca hubo intención de ir contra nadie ni de excluir a nadie. No lo sé. Con la información que había aquel momento, no veo qué decisiones podrían haber sido diferentes. Evidentemente a partir de la experiencia y con perspectiva, seguramente sí que diría que no fuimos capaces de valorar suficientemente ciertos elementos de contexto. Por parte de ERC, por ejemplo, se ha hecho el análisis y se ha publicado un libreto donde se refleja y dice cuáles fueron las carencias y las debilidades, aquello que no acabamos de calibrar bien y cuáles son ahora los puntos fuertes que conviene que apuntalemos.
Habiendo visto que el Supremo ha condenado sólo por desobediencia a sus compañeros de Govern a los que, como usted, no se acusaba de sedición, ¿se plantea volver? ¿Sigue pensando que la mejor opción era marcharse?
Tomas las decisiones con la información que tienes en el momento y con los buenos consejos que te intenta dar a la gente de tu alrededor. En las circunstancias que estamos no puedes estar lamentándote. Tenemos que mirar adelante siempre. Todos los que estamos en el exilio lo que estamos pensando es en ver cómo lo podemos hacer para volver. Por lo tanto, es evidente que este deseo, esta intención, no lo abandonemos nunca. Ahora mismo mi situación judicial es un limbo, una incertidumbre. A nivel español se me mantiene la orden de arresto acusada de malversación, prevaricación y desobediencia, y en cambio no hay una euroorden a nivel internacional porque como no se me cita en la sentencia, Llarena no vería como sustentar una orden de arresto por malversación. No puedo volver pero tampoco me buscan. Vamos estudiando posibilidades de cara al futuro para ver cómo se puede desencallar la situación. Espero poder desencallarla algún día y volver.
¿Pronto?
Si algo he aprendido desde que empezó todo eso es a no generarme expectativas. Ni a mí ni a mi familia. Es todo lo bastante complejo como para generar expectativas y alimentar frustraciones y dolores.
Votar desde el exterior es una odisea. Me encantaría que se pudiera garantizar que todos los catalanes en el extranjero podrán votar
En dos meses y medio hay elecciones en el Parlament. ¿Cree que se puede garantizar que el voto de los catalanes en el extranjero no volverá a ser un calvario?
No. Me encantaría que se pudiera garantizar que todos los catalanes en el extranjero podrán votar pero sabemos que hay todo un sistema de voto rogado que si no se consigue cambiar y agilizar será muy complicado. Me consta que el Departamento de Exteriores lo está intentando. Ojalá puedan votar como mínimo más que en las anteriores citas electorales. Es como una odisea votar desde el exterior.
¿Pero confía en que podrá cambiar alguna cosa para evitar la odisea?
Vuelvo a las expectativas: tenemos que ir con cuidado. No lo gestiono directamente, pero me consta que se están haciendo propuestas e intentando hacer cambios. Pero al final la última palabra la tiene el Estado y la Junta Electoral.
Ya que hablamos de elecciones, ¿cómo vive y cómo ve desde la distancia la reyerta permanente entre los socios de Gobierno?
Desde la distancia y con perspectiva, quiero recordar que estoy en Bélgica, donde han estado casi dos años negociando para tener un gobierno federal, creo que es normal que haya debates. Es lo más sano. Es a partir de la crítica constructiva que somos capaces de avanzar. Pero siempre desde el respeto, eso sí. Lo que corresponde no es que haya unidad en las opiniones sino respeto. Cuando hay una coalición de gobierno, implica la responsabilidad de respeto mutuo y de respeto a la institución. Más en un momento en que hay quien quiere atacar lo que representa la institución.
La discrepancia es sana, siempre que sea con respeto y espíritu constructivo
¿Entiende que a la ciudadanía le cueste entender que JxCat y ERC puedan volver a gobernar juntos Catalunya de forma eficaz? Visto como ha ido la legislatura, ¿no están demasiado estropeadas las relaciones?
Primero tiene que haber elecciones y ver la aritmética. Desde ERC lo hemos dicho siempre muy claramente cuáles serán las alianzas preferibles. Todo el mundo tenemos claro que tendrá que ser un gobierno que no será de una sola fuerza. La discrepancia es sana siempre que sea con respeto y espíritu constructivo. Cuando toque hacer acuerdos de gobierno habrá que volver a afinar relaciones. Desde de ERC tenemos clarísimo con quien podemos sacar adelante un gobierno coral y con quien seguramente será muy difícil construir estos consensos.
¿Quiere decir el PSC?
Evidentemente.
¿Usted irá a la lista de ERC?
De entrada no me lo he planteado. Mientras esté aquí es muy difícil que pueda ser miembro del Parlament de manera activa. Ojalá.
Bélgica ha sido uno de los países más castigados por la segunda ola del coronavirus. También han tenido que cerrar actividades e imponer toque de queda...
Estamos con las restricciones de toque de queda, bares y restaurantes cerrados, tiendas y centros comerciales excepto los servicios básicos, burbujas reducidas... Durarán hasta mediados de enero. Se espera que por Navidad se flexibilice la parte comercial y un poco los horarios los días clave. Para pasar las fiestas mínimamente en familia y con un poco de alegría, si se puede.
¿Y usted podrá pasar la Navidad en familia?
Probablemente no. Los padres también son de riesgo, mejor que se queden en casa, como los hermanos que tienen niños, es más complicado que cojan transportes para venir hasta aquí. Tendría que hacer viajar a toda la familia, porque yo no puedo viajar a Catalunya. Paciencia.