Han pasado tres semanas desde el envío de amenazas con forma de bala en diferentes miembros de Gobierno coincidiendo con la campaña electoral en Madrid y las investigaciones se encuentran en punto muerto. Los agentes que investigan el origen de los sobres con balas que recibieron diferentes miembros del ejecutivo están sin pistas, según explica El Español.
De las siete amenazas solo han identificado al responsable de la carta enviada con una navaja ensangrentada a la ministra de Industria Reyes Maroto, una persona con problemas mentales que firmó la misiva.
Las siete amenazas
Pablo Iglesias denunció el 22 de abril que había recibido una carta con amenazas y cuatro balas de Cetme. El mismo día se supo que el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, recibieron cartas similares, con dos y una bala respectivamente.
Días después se supo el caso de Reyes Maroto así como la carta amenazadora enviada al expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con balas en el interior. También se interceptó en Sant Cugat un sobre con balas que iba dirigido a Isabel Gómez-Ayuso. Iglesias, por su parte, recibió otra amenaza por vía postal.
La investigación
El Cuerpo Nacional de la Policía y la Guardia Civil se han hecho cargo de las investigaciones. Las primeras cartas llevaban el matasellos del lunes 19 de abril. Un trabajador de Correos las recogió junto con otros envíos de un buzón de Vallecas (Madrid) y llegaron a Centro de Tratamiento Automatizado del mismo barrio.
Los agentes han estado verificando las grabaciones de seguridad de la zona así como los repetidores de telefonía de la zona, pero no han encontrado por ahora ninguna pista para identificar al autor o los autores de las amenazas. De los sobres no se ha podido extraer ningún tipo de información, ya que no se han encontrado restos de ADN.
Los investigadores trabajan bajo la hipótesis que detrás de la primera ola de amenazas a Iglesias, la de Marlaska y Gámez hay el mismo autor. Las balas eran del calibre 7,62. En el resto, los proyectiles son de calibres diferentes. El efecto llamamiento estaría detrás de la segunda ola de amenazas, según fuentes de la investigación.