La carrera para liderar el Partido Popular encuentra en la gestión del conflicto soberanista una poderosa arma entre los candidatos para sacar ventaja de sus adversarios y marcar perfil en la estrategia propia de campaña. Las tensiones siguen presentes entre Generalitat y Estado, lo que sumado a la mano tendida del nuevo gobierno de Pedro Sánchez y el reto de impedir la pujanza de Ciudadanos, ha llevado los contendentes populares a elevar el tono sobre las posibles medidas a aplicar en Catalunya y seducir al escaso 7% de militantes próximo el jueves día 5 de julio votará la primera vuelta de la las primarias.
El exvicesecretario de Comunicación, Pablo Casado hace días se reivindica desde las esencias del PP del expresidente José María Aznar, de consolidación del proyecto nacionalista español, y combate frontal al procés. En su recorrido #LaVueltaAEspaña ha tenido paradas simbólicas en Ermua y Alsasua, ha abogado por retorno de personalidades como Maria San Gil –uno de los principales arietes del PP vasco contra ETA– y se exhibe con orgullo en redes con la camiseta de la Selección. Durante el auge del proceso, asimismo participó de las manifestaciones unionistas como Sociedad Civil Catalana.
Por eso, Casado, salió en defensa de una figura esencial a España como el jefe del Estado, ante el desplante de la Generalitat a la visita de la Casa Real a los Premios Princesa de Girona y la solitaria presencia la delegada del gobierno Teresa Cunillera. "No toleraré ultrajes al Rey de España si me convierto en presidente de la formación. Es una vergüenza que el presidente del Gobierno dejara solo al jefe del Estado y que ni siquiera se hubiera planificado una visita digna para una autoridad tan amada, tan relevante y tan vertebradora para toda la nación española como Felipe VI" zanjó.
El hecho es que las palabras del exvicesecretario suponían una crítica sutil a la exvicepresidenta Soraya Sáenz Santamaría y la exvicesecretaria general Maria Dolores de Cospedal. Pasa porque el entorno de Casado cree que el escaso número de inscritos para la votación las favorece –por la posibilidad de una fuerte presencia de cargos públicos y el presunto retorno de favores. Por eso, propone enmendar los abucheos del soberanismo al monarca que se habían producido en presencia del antiguo gobierno de Rajoy –como en la manifestación por los atentados del 17-A o partidos del Barça.
Cospedal también abraza las medidas de choque, consciente de que compite por un público de posiciones más puristas, y similar al del exvicesecretario. Esta apuntó en una entrevista en OK diario la posibilidad de ilegalizar a los partidos independentistas. "Si los partidos independentistas actúan con hasta y medios ilícitos, se les ha de ilegalizar" expuso. El hecho es que Casado ya había dicho en octubre de 2017 que "a título particular" no descartaba esta modificación en la ley electoral, pero el coordinador general Fernando Martínez-Maíllo, consideró que no era la "posición oficial".
En segundo lugar, Cospedal dispara contra Santamaría, al considerar que el 155 se tendría que haber aplicado también en TV3 –como ha especulado que defendían determinados miembros del gabinete ministerial de Mariano Rajoy, próximos a la candidata. "Se buscó ir acompañados por el PSOE" justificó por no haber tomado una decisión que cree que perjudicó al PP, en la dura competición con Cs. De las declaraciones de Cospedal, si bien, se desprende un reproche a los afines a la exvicepresidenta, a los que deja del lado del 155 rápido, como se conoció.
Por su parte, Santamaría busca presentarse como la candidata capaz de volver al gobierno de España –el voto estratégico– y terminar con las "concesiones" del PSOE. Eso le sirve para superar la creencia sobre que las bases siempre favorecerán a posiciones más ideologizadas –como Casado o Cospedal. Por este motivo, centra el ataque en Sánchez ante la voluntad de este que Instituciones Penitenciarias acepte tramitar el acercamiento de presos de ETA y los políticos catalanes por la causa del 1-O. "Es poner a cuidar al zorro las gallinas" dijo sobre el gesto.
Si bien, la crítica a la "falta de proyecto" alternativo para hacer frente a la situación Catalunya, además de insistir en el fracaso de la Operación Diálogo para impedir la unilateralidad, la aporta su archi-rival, el exministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo. Este es lo único de los principales candidatos que aboga por una estrategia de la zanahoria, que pasa por una reforma constitucional que sirva para dar cabida a las diferentes sensibilidades territoriales como la del soberanismo catalán; pero que sin embargo, en ningún caso tendría que cursar con autodeterminación.