El 7 de abril del 2014, meses antes de la consulta del 9-N y en plena efervescencia del movimiento independentista, nacía Societat Civil Catalana. Esta entidad españolista, que algunos han descrito como la ANC de los unionistas, vivió su momento de gloria en el 2017, con la gran manifestación en las calles de Barcelona el 8 de octubre, una semana después de la celebración del referéndum de autodeterminación, que reunió a todos los partidos del 155 y también con la posterior victoria de Ciutadans en las elecciones del 21 de diciembre de aquel mismo año. Ahora, seis años después, de nuevo con el foco sobre el independentismo por el papel que Junts y Esquerra Republicana tienen que jugar en la investidura de Pedro Sánchez, Societat Civil Catalana ha querido recuperar aquel "espíritu del 8 de octubre", que según la entidad sirvió para "parar el golpe de estado" del referéndum, y al mismo tiempo, su protagonismo. Por eso, han vuelto a convocar una manifestación en el centro de la capital catalana que no se espera que sea tan numerosa como la del 2017, pero sí que reunirá a los líderes del PP y Vox en el Estado, es decir, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, aparte de barones de todas partes, con la destacada presencia de Isabel Díaz Ayuso, que ha animado a través de las redes sociales a los unionistas a desplazarse a Barcelona para defender España ante una ley de amnistía.
El día de su fundación, José Rosiñol, presidente de la junta provisional de la asociación y figura polémica años más tarde, defendió la unidad de España "en la diversidad y el marco del derecho para seguir progresando". El objetivo de SCC era, según uno de sus fundadores, "dar visibilidad a los catalanes que defienden la unidad de España y que rechazan procesos dramáticos de ruptura y no quieren renunciar a su españolidad y catalanidad". Casi diez años más tarde, el posicionamiento sigue siendo prácticamente el mismo, a pesar de las crisis internas, y sus líderes todavía se enfadan cuando, por ejemplo, la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, los tilda de catalanófobos. Uno de los objetivos con los cuales nació la entidad era poder replicar a las multitudinarias manifestaciones independentistas: habían pasado pocos meses desde la histórica Vía Catalana per la Independència y aquel mismo año reunió a 1.800.000 personas, según la Guardia Urbana, en Barcelona, una cifra a la cual nunca han sido capaces de acercarse.
Trayectorias paralelas con Ciutadans
El 2014 era la época de crecimiento de Ciutadans, con un Albert Rivera a punto de dar el salto a la política española. En las elecciones del 2012 el partido había conseguido 9 escaños, triplicando los tres con los que había entrado en la cámara catalana. Aunque seguía lejos en representantes en el Parlament tanto del PSC como del PP, su tendencia era creciente. El 2015 ya fue segunda fuerza en el país, a pesar de que a mucha distancia de Junts pel Sí y duplicaba los votos que recibía el PP. En el 2017 llegaron a ganar las elecciones. Así, los vínculos entre Societat Civil Catalana, que quería combatir el independentismo en la calle -pero también en los tribunales- y el partido de Rivera y Arrimadas son evidentes. En el 2015, con Rivera ya en Madrid, los naranjas ficharon a Susana Beltrán, vicepresidenta hasta entonces de la entidad, como independiente por sus listas en las elecciones del 27-S. Por el contrario, a finales del 2020, el entonces líder de Societat Civil Catalana, Fernando Sánchez Costa, rechazó la oferta de los naranjas para presentarse a las elecciones del 14-F. Antes, ya había sido diputado en el Parlament por el Partido Popular. En cambio, sí que consiguieron convencer a Anna Grau, también atada estrechamente a la entidad como presidenta de la misma en Madrid.
Josep Ramón Bosch y José Rosiñol, los presidentes más polémicos
El 11 de septiembre del 2014, Societat Civil Catalana intentó competir contra la ANC convocando una manifestación en Tarragona contra la consulta del 9-N. Y fracasó en el intento: en la capital catalana se manifestaron 1.800.000 personas, más que la población de la misma ciudad, mientras que los españolistas solo consiguieron 3.000, entre los cuales, eso sí, Alícia Sánchez Camacho, Albert Rivera y Carme Chacón. Por parte del PSC también había Joan Rangel, diputado en el Congreso que también había asistido al acto de presentación de la plataforma, aunque lo hizo a título particular. Un mes después, también convocaron una manifestación por el día de la Hispanidad en Barcelona, a la cual asistieron 40.000 personas, con Albert Rivera o Toni Cantó, entonces atado a UPyD, entre ellas. Durante esta primera etapa, presidió la entidad Josep Ramon Bosch, a quien se acusó en 2015 de colgar vídeos de extrema derecha en YouTube bajo el seudónimo de Josep Codina. También fue acusado de amenazar a perfiles independentistas en las redes sociales con otro sobrenombre. La causa se archivó, ya que el delito había prescrito. Dimitió después de las elecciones del 27-S del 2015 y Mariano Gomà cogió el relevo.
2017, el año de las dos grandes manifestaciones
Si el punto más álgido del independentismo fue la celebración del referéndum del 1 de octubre del 2017 y la posterior huelga general dos días más tarde, aquel año también fue el de más éxito por Societat Civil Catalana con la celebración de la manifestación del 8 de octubre, que han ido reivindicando año tras año como "espíritu del 8 de octubre", que incluso algunos se atrevieron a comparar con el "espíritu de Ermúa", en referencia a las manifestaciones que se sucedieron por todo el Estado después del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco en manos de ETA. Eran 900.000 personas, entre ellas figuras importantes dentro del PSC como el ahora ministro Miquel Iceta, ligado para siempre al selfie que se hizo aquel día con Xavier García Albiol y otros miembros del PP, o Salvador Illa.
Semanas más tarde, Societat Civil Catalana volvió a convocar una manifestación, el 29 de aquel mismo mes. Habían pasado dos días desde la Declaración Unilateral de Independencia, el Gobierno de Mariano Rajoy había aplicado el 155 y Carles Puigdemont se exiliaba aquella jornada hacia Bélgica. Bajo el lema "Votarem", lo mismo que utilizaban un mes antes los independentistas para el referéndum, los organizadores cifraron en 1,3 millones a los asistentes, un número que la Guardia Urbana redujo hasta 300.000. A partir de aquí, todo fue de bajada.
SCC, una entidad convulsa
Justo un mes después de la gran manifestación, Gomà dimitió del cargo, y José Rosiñol empezó a dirigir la entidad que había cofundado. Con todo, duró poco al frente, ya que en diciembre del 2018, cuando Pedro Sánchez ya presidía el Gobierno, fue destituido por irregularidades en la gestión económica de SCC. Después de una breve etapa de Álex Ramos, más bien próximo al PSC, como presidente, se produjo el retorno de Josep Ramón Bosch al frente de la entidad a principios del 2019, justo antes de que empezara el juicio del procés. Estos cambios repentinos en la dirección convirtieron SCC en una entidad convulsa donde el equilibrio entre las diferentes sensibilidades que quería aglutinar -prácticamente desde el PSC en VOX, o incluso más allá- ya era por sí mismo muy complicado de conseguir. La unidad del unionismo que reclamaba la entidad y que habían conseguido demostrar en octubre del 2017 estalló un año más tarde y nunca la han recuperado. Tampoco su capacidad de convocatoria.
La segunda etapa de Bosch también fue corta y dimitió en abril del 2019, durante la Diada de Sant Jordi y cuando se cumplían cinco años de la fundación de SCC. Eran momentos complicados en la política española, con unas elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, hecho que provocaba que la tensión entre el PP y el PSOE (también el PSC) estuviera más viva que nunca. Cogió la presidencia Fernando Sánchez Costa, exdiputado del PP, que prometió más transparencia después de las polémicas y una mayor implicación de los socios. Era junio del 2019, cuatro meses antes de las manifestaciones postsentencia, y el flamante presidente prometió que si el independentismo volvía a las calles ellos harían lo mismo, pero no cumplió su juramento. La más multitudinaria tuvo lugar a finales de octubre, dos semanas después de la publicación de las condenas, y consiguió que PSOE, PP y Cs se reunieran en una manifestación solo dos semanas antes de las elecciones del 10-N. Pedro Sánchez no estaba, Josep Borrell y el ministro José Luís Ábalos, sí. De nuevo, la fuerza del independentismo en la calle era lo único que conseguía movilizar, aunque de manera mucho más reducida, al españolismo.
El retorno a las calles del españolismo
A pesar de algunas pequeñas crisis internas y poca notoriedad pública porque su presidencia coincidió con la crisis de la covid, Sánchez Costa consiguió que su mandato se alargara durante tres años, hasta que en el 2022 lo relevó por primera vez una mujer, Elda Mata. Natural del Empordà, tal como le gusta reivindicar para demostrar su firmeza ante el independentismo, Álex Ramos, siempre atado a la entidad, quiso destacar su "vocación de servicio". Durante su intervención, la actual presidenta de la entidad cargó duramente contra la posibilidad de una amnistía que ya dio prácticamente por hecha y alertó de que la situación actual es "peor" que la del 2017. Entonces, razonaba, la amenaza era más visible (se acababa de celebrar el referéndum, de autodeterminación), hecho que ayudó a la movilización. Ahora, con las negociaciones entre los partidos en marcha, Mata cree que todo es más "sutil" y, por lo tanto, eso puede provocar menos movilización. Si finalmente la manifestación acaba pinchando, no será porque Isabel Díaz Ayuso no haya animado a los "constitucionalistas" a manifestarse.