Los testigos convocados por las defensas de Jordi Cuixart han conseguido sacar de quicio al presidente de la sala que juzga el procés, Manuel Marchena. El juez no sólo ha amenazado al primero de los testigos de este martes, el portavoz de USTEC, Ramon Font, sobre las consecuencias legales que puede comportar "hacer perder el tiempo" al tribunal, sino que ha protagonizado un rifirrafe con la segunda de los testigos, la profesora de filosofía Marina Garcés, y ha amenazado expulsar de la sala al tercero, el abogado Lluís Matamala.
Marchena no esconde el enfado que le provoca que los testigos no acaten las normas que impone el tribunal, sin embargo, cuando además, estos replican e insisten en salirse del guion que él ha establecido, consiguen encender al presidente, que replica sin ambages.
La polémica con el portavoz de USTEC se ha disparado cuando este ha mostrado las reticencias ante la pregunta de la abogada del Estado sobre si pedían permiso para la "ocupación" de los centros. Font ha reprochado que su sindicato no utiliza la palabra ocupación, y el juez le ha instado a que respondiera la pregunta con un monosílabo más allá de que estuviera o no de acuerdo con la palabra.
Pero Font ha insistido en matizar la respuesta repetidamente, explicando las razones pedagógicas de las actividades de las escuelas abiertas hasta que el juez le ha advertido visiblemente irritado: "Aquí no podemos estar perdiendo el tiempo porque tiene consecuencias legales si nos hace perder el tiempo".
Finalmente, el portavoz del sindicato ha acatado el monosílabo. "Responderé: el monosílabo sería no. Y la matización es que nosotros en multitud de actividades toda la comunidad educativa abrimos el centro sin permiso", ha respondido.
Con Marchena ya de muy mal humor ha aterrizado ante el tribunal la profesora de filosofía. Al preguntarle sobre la relación con los procesados, ha explicado que tenía un café pendiente con Cuixart desde hace año y medio pero está siendo "un poco difícil". "Le pregunto si tiene alguna relación no cuando tiempo lleva sin hacer un café con el señor Cuixart", ha advertido ya inquieto.
La cosa no ha mejorado con la filósofa cuando el abogado Benet Salellas le ha preguntado qué hizo el 1-O y ha explicado que tenía décimas de fiebre para argumentar que no pudo pasar la noche en su colegio electoral cómo se proponía. "Si empezamos con las décimas y la fiebre, vamos mal, perdemos el tiempo", ha reprochado de nuevo el juez.
De poco ha servido que Garcés intentara razonar la razón por la cual explicaba su situación. "La fiebre no tiene ninguna trascendencia jurídica... y no me replique. No nos hable de su fiebre, nos habla de cuándo fue a votar", ha advertido Marchena.
Los toques de atención de Marchena no han atemorizado, sin embargo, a la testigo, que ha vuelto a hacer saltar el juez cuando ha explicado que era incomprensible y triste la decisión del TC de suspender el referéndum -"todos los añadidos sobre si es comprensible o incomprensible la resolución sobran. Otra pregunta", ha reclamado el presidente del tribunal-, y cuando ha tildado de alucinantes los hechos del 1-O. "No ha venido aquí a decir su grado de alucinación. Mire, Usted no viene aquí, y siendo profesora de filosofía lo tendría que saber perfectamente, no tiene que venir aquí a explicar su grado de alucinación, el estado febril... viene exclusivamente a explicar qué pasó", ha advertido.
Las protestas del abogado Benet Salellas ante el trato del juez a la testigo han sido inútiles. La irritación de Marchena con ella era ya evidente, hasta el punto que la profesora ha acabado recibiendo un chaparrón porque llevaba unas notas que le ha ordenado apartar. Finalmente, Marchena le ha impedido hablar sobre el miedo a que sufrió la gente aquel 1-O.
Con el presidente del tribunal subiéndose por las paredes ha llegado el abogado Lluís Matamala, que ha reclamado hacer su intervención en catalán. Era el tercer testigo de la mañana, y Marchena, que habitualmente muestra reacciones encendidas cuando se plantea este debate, ha cargado sin contemplaciones contra el testigo.
Sólo oír el "puedo plantear una cuestión señoría", el juez ha saltado. "No. No puede", ha respondido mientras el testigo intentaba explicar que había presentado un escrito pidiendo declarar en catalán.
Marchena le ha remitido al artículo 231 de la Ley Orgánica del Poder Judicial; ha valorado -no sin cierta displicencia- que presuponia el testigo, como abogado que es, conocedor del artículo; que un tercero no puede reclamar ninguna interpretación alternativa del artículo como hace en su escrito porque eso sólo corresponde a las partes del juicio. "Usted contestará en castellano, si no quiere, es muy sencillo. se levanta asume las consecuencias legales de su negativa y hemos "acabado", ha advertido.
El juez ha cortado el micrófono al testigo que intentaba argumentar la petición, mientras el resto del tribunal se removía inquieto gesticulando con indignación ante la irreverencia del declarante.
"Si usted introduce cualquier elemento de debate o controversia sobre la decisión de esta sala, inmediatamente será expulsado y asuma las consecuencias disciplinarias y penales que se puedan derivar", le ha amenazado, para advertir a continuación y con contundencia que si llevaba notas las dejara de lado.